Un informe elaborado por Human Rights Watch reveló este miércoles que 252 venezolanos, quienes habían sido deportados de Estados Unidos a inicios de este año y luego enviados a una cárcel de máxima seguridad en El Salvador, fueron torturados y recibieron todo tipo de abusos durante los cuatro meses que estuvieron recluidos en el país centroamericano.
A comienzos del 2025, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas norteamericano (ICE) detuvo a los 252 venezolanos en diferentes momentos, situaciones y ciudades. En algunas ocasiones fueron allanamientos en sus casas, mientras que otros casos se trataron de personas que fueron detenidas al intentar ingresar al país. Pero todos tuvieron el mismo trato: el presidente Donald Trump invocó la Ley de Enemigos Extranjeros y los acusó de ser parte del Tren de Aragua, una organización criminal con sede en Venezuela.
En tres vuelos simultáneos, los venezolanos fueron enviados al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), un penal de máxima seguridad construido por el presidente salvadoreño Nayib Bukele. Esta cárcel, destinada para los pandilleros, fue cuestionada por Human Rights Watch y otros organismos de derechos humanos por no cumplir con los parámetros del derecho internacional ni las llamadas reglas Mandela que garantizan el trato digno a los reclusos.
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Según el reciente informe de Human Rights Watch, en los cuatro meses que los 252 venezolanos estuvieron en el CECOT, ellos recibieron golpizas diarias, torturas y hasta violencia sexual. Uno de ellos declaró que fue obligado a practicarle sexo oral a los guardias de seguridad y otro de los reclusos contó que fue violado mientras le daban una paliza. "Esto se lo hacían a varios. No creo que los demás lo cuenten porque es muy íntimo y da vergüenza", aseguró uno de los migrantes, a quien se le preservó la identidad en el documento.
Human Rights Watch señaló que “las golpizas y otros abusos parecen formar parte de una práctica diseñada para someter, humillar y disciplinar a los detenidos mediante la imposición de graves sufrimientos físicos y psicológicos”. Los investigadores detallaron que los guardias de seguridad iban con uniforme gris y negro, siempre estuvieron con las caras tapadas y se llaman entre sí con sobrenombres como Satán, Tigre, El Cuervo, Vegeta o Pantera y tenían total autoridad para tratar a los prisioneros como lo hicieron.
"La brutalidad y la naturaleza repetitiva de los abusos también parecen indicar que los guardias y la policía antimotines actuaban con la convicción de que sus superiores apoyaban o, como mínimo, toleraban sus actos abusivos”, sostuvo el informe.
En julio pasado, tras un acuerdo entre gobiernos y gracias a la mediación de la Iglesia católica, los venezolanos fueron regresados a su país. Precisamente, era el lugar del que se habían escapado, en algunos casos por la persecusión política del presidente Nicolás Maduro, quien liberó a diez presos estadounidenses para conseguir la repatriación de los 252 migrantes que recibieron torturas en El Salvador.