Muchos viajeros llegan a Córdoba buscando aire puro, montañas y ríos cristalinos. Algunos pueblos serranos ofrecen esa combinación de calma y aventura, con la particularidad de que algunos parecen sacados de un cuento europeo.
Un rincón cordobés con raíces centroeuropeas invita a descansar, caminar por senderos serranos y refrescarse en cascadas y balnearios naturales.
Muchos viajeros llegan a Córdoba buscando aire puro, montañas y ríos cristalinos. Algunos pueblos serranos ofrecen esa combinación de calma y aventura, con la particularidad de que algunos parecen sacados de un cuento europeo.
En esta región, donde los bosques se mezclan con arroyos y cascadas, todavía se respira la impronta de los inmigrantes que eligieron asentarse en la provincia a mediados del siglo pasado. Las huellas de esa época se mantienen en la arquitectura, la vegetación y el estilo de vida de sus habitantes.
Se trata de Villa Alpina, un pequeño poblado en el Valle de Calamuchita que no supera los 500 habitantes. Fundado en 1946 por familias de origen alemán, fue la familia Storch quien dio los primeros pasos al adquirir 150 hectáreas e impulsar la forestación con pinos, álamos y abedules.
Este poblado serrano se ubica al pie del Cerro Champaquí, la cumbre más alta de Córdoba. Su geografía lo convierte en paso obligado para montañistas, senderistas y amantes de la naturaleza. El río Los Reartes atraviesa el lugar, formando sucesivas piletas naturales de aguas claras, muy buscadas por quienes llegan en verano.
Las actividades son variadas y dependen de la época del año. El ascenso al Champaquí es el gran desafío: una caminata exigente que puede hacerse en un día o con pernocte en refugios de montaña. Para quienes prefieren algo más tranquilo, hay senderos cortos que llevan a cascadas como La Olla, la Grande o la Escondida.
El río también es un atractivo en sí mismo: sus aguas frías permiten practicar pesca deportiva de truchas, bajo la modalidad de captura y devolución. Además, los balnearios naturales son ideales para pasar la tarde con reposera y mate.
Entre los paseos más buscados, se puede hacer la caminata hasta La Cumbrecita en unas tres horas, un clásico para quienes disfrutan de combinar naturaleza con pueblos pintorescos. También hay excursiones a sitios curiosos como el río subterráneo, donde el agua desaparece y reaparece metros más adelante, o a la antigua mina de mica, un vestigio de la actividad minera de la zona.
En las cercanías, varios guías ofrecen cabalgatas serranas para recorrer valles y arroyos, una manera distinta de conocer el entorno. En temporada alta también se organizan travesías en 4x4, que permiten llegar a rincones menos accesibles. Para quienes buscan calma absoluta, nada mejor que improvisar un picnic a orillas del río o leer bajo la sombra de un pino.
Si el día está despejado, quedarse hasta el anochecer es un plan en sí mismo: por la poca contaminación lumínica, el cielo de Villa Alpina se llena de estrellas, un espectáculo que pocos lugares ofrecen tan claramente.
Primero se debe tomar la Autopista 25 de Mayo para conectar con la Panamericana, hasta llegar al cruce con la Ruta Nacional 36, en la ciudad de Bell Ville, tras aproximadamente 600 kilómetros.
Desde Bell Ville, se debe continuar por la RN 36 hacia el norte hasta Río Cuarto, y luego tomar la Ruta Provincial 5 (RP 5) en dirección a Villa General Belgrano. Al llegar a esta localidad, seguirá por la Ruta Provincial E-55 hacia La Cumbrecita, un pintoresco pueblo cercano a Villa Alpina.
Finalmente, hay que tomar un camino secundario de ripio, bien mantenido pero sinuoso, que conduce directamente a Villa Alpina, ubicada en el corazón de las Sierras de Córdoba. Este último tramo, de unos 100 kilómetros desde Río Cuarto, requiere mayor precaución por las curvas y el terreno montañoso, pero ofrece vistas espectaculares.