Hay ciudades que no necesitan gritar para hacerse notar. Colonia del Sacramento, en Uruguay, es una de ellas. Con sus calles empedradas y paredes resquebrajadas por la brisa del río, parece haberse quedado quieta a propósito, como si supiera que en su silencio está su encanto.
El primer indicio de que no es una ciudad como las demás está en el aire. Algo entre el olor a eucalipto y el murmullo del Río de la Plata. En Colonia, los pasos suenan más despacio, los autos pasan menos seguido y hasta el tiempo parece olvidarse de correr. Hay bicis por todos lados, y perros durmiendo al sol. Todo invita a desacelerar.
Con ese aire de película vieja, es imposible no sentirse dentro de una postal. Entre faroles, adoquines, casonas coloniales y barcos a lo lejos, Colonia del Sacramento ofrece mucho más que una escapada pintoresca: ofrece una experiencia para quienes disfrutan de los detalles, de lo simple, de las ciudades con alma.
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REVISTA LAGUNAS
Dónde queda Colonia del Sacramento
Ubicada al suroeste de Uruguay, justo frente a Buenos Aires, Colonia del Sacramento se esconde a orillas del Río de la Plata. Está a solo 50 kilómetros en línea recta de la capital argentina, aunque separados por agua, y a unos 180 kilómetros de Montevideo. Esta cercanía con dos grandes ciudades la convierte en una parada ideal para quienes buscan un respiro sin ir demasiado lejos.
A pesar de ser tranquila, Colonia no es una ciudad aislada. Al contrario: está muy bien conectada. Muchos la eligen como destino de fin de semana desde Buenos Aires o Montevideo, aprovechando su ubicación estratégica y el encanto que ofrece a cada paso.
Colonia del Sacramento
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Qué puedo hacer en Colonia del Sacramento
El Barrio Histórico, una joya declarada Patrimonio de la Humanidad. Fundada por los portugueses en 1680, fue disputada durante siglos por imperios que dejaron huella en su arquitectura y estilo. Esa mezcla de influencias le da un carácter único que enamora a primera vista.
Un buen punto para arrancar es la Puerta de la Ciudadela, parte de las murallas que protegían la antigua ciudad. De ahí, el camino lleva directo a la famosa Calle de los Suspiros, una breve pero intensa muestra del pasado, con casitas bajitas y fachadas que parecen sacadas de un cuento. El Faro y la Plaza Mayor completan el paseo, junto a la Basílica del Santísimo Sacramento, una de las más antiguas del país.
Más allá de las postales clásicas, también hay museos que vale la pena visitar, como el Espacio Portugués o el Espacio Rebuffo. Y para quienes se animan a mirar más allá del centro, está la Rambla, que bordea el río por varios kilómetros. Caminarla al atardecer es casi obligatorio, con el mate en mano y el cielo pintado de naranja. Las playas El Álamo, Las Delicias y Oreja de Negro invitan a bajar el ritmo y disfrutar sin apuro.
Y si queda tiempo, la renovada Plaza de Toros Real de San Carlos merece una visita. Fue construida en 1910 y, aunque solo se usó por dos años, hoy es un espacio cultural que combina historia y arte en un solo lugar. Una parada inesperada, pero muy bienvenida.
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Cómo llegar a Colonia del Sacramento
Desde Buenos Aires, la opción más común es el ferry. El viaje dura alrededor de una hora y es operado por compañías como Buquebus y Colonia Express. Los boletos se pueden comprar en línea, pero conviene hacerlo con anticipación, especialmente los fines de semana. También hay que considerar los tiempos de embarque y migraciones, que suelen ser rápidos pero exigen puntualidad.
Desde Montevideo, el viaje por tierra lleva unas dos horas y media. Hay buses cómodos que salen desde la Terminal Tres Cruces, o se puede optar por alquilar un auto y manejar al ritmo propio. Incluso hay excursiones de un día para quienes prefieren no preocuparse por la logística.
Colonia no necesita grandes despliegues para recibir visitantes. Llega quien quiere respirar historia, caminar sin rumbo y ver el sol caer sobre el río. Y quien llega, suele volver.