Vacaciones en Mendoza 2025: 2 restaurantes secretos que solo conocen los locales

Un viaje a este destino no está completa sin descubrir sus rincones gastronómicos mejor guardados. Dos paradas secretas y deliciosas que lo demuestran.

Mendoza se vende sola con sus paisajes de viñedos, sus cielos despejados y su cordillera majestuosa, pero lo que no muchos saben es que también guarda tesoros culinarios que escapan a las guías turísticas. Pero si se busca comer como un local, entonces es momento de mirar más allá de las recomendaciones de siempre.

Hay lugares que no aparecen en los reels de Instagram ni en los rankings de moda. Están ahí, a metros del centro o escondidos entre viñedos, esperando a que alguien curioso se anime a probarlos. No son pretenciosos, pero saben exactamente lo que hacen: ofrecen platos memorables y experiencias que solo los mendocinos conocen de toda la vida.

Este viaje propone dos paradas irresistibles. Una heladería con alma de laboratorio, donde cada sabor es una obra maestra experimental, y una bodega que transformó el picnic en una experiencia gourmet al aire libre. Ahora solo queda relajarse, comer bien y descubrir otra Mendoza, esa que se comparte de boca en boca.

Flavio heladeria.jpg

Flavio Soppelsa

En pleno centro mendocino, una heladería con historia resiste al paso del tiempo y a la aparición constante de nuevas propuestas. No es una heladería cualquiera: Flavio Soppelsa, heredero de una tradición familiar que comenzó con la antigua “Dante”, reinventó el negocio con creatividad, ingredientes nobles y mucha imaginación.

Cada cucurucho puede convertirse en una pequeña obra de arte. A los clásicos de siempre se suman creaciones únicas: helado de melón “piel de sapo” con oliva y sal rosada del Himalaya, cerveza rubia con jengibre y naranja, ajo negro con jarabe de arce o frambuesa orgánica filtrada tres veces con perfume de té verde. La propuesta cambia temporada a temporada, siempre con una mirada plant based y bajo contenido de azúcar, para que la calidad de la materia prima brille.

Muchos mendocinos hacen desvíos solo para llegar a esta heladería. No hay carteles luminosos ni campañas estridentes. Solo una barra bien atendida por sus dueños, sabores que sorprenden y la certeza de que, en ese rincón del centro, el helado es mucho más que un postre.

Casa-del-Visitante_-1024x732.webp

Casa del visitante

A unos minutos del centro, en Maipú, se encuentra una de esas joyas que parecen sacadas de una postal. Casa del Visitante, dentro de la Bodega Santa Julia, es más que un restaurante: es un plan completo. Ideal para quienes quieren comer bien, relajarse en un entorno natural y disfrutar de un vino sin preocuparse por el reloj.

La cocina combina fuegos, ingredientes de estación y un menú por pasos que arranca con las empanadas de la Chacha, famosas por haber sido premiadas como las mejores del país. El maridaje se hace con vinos naturales y orgánicos de la bodega, y la propuesta se extiende también a un formato picnic. Sí, picnic, pero con canasta de productos regionales, platos gourmet, postre, manteles sobre el césped y hasta menú para chicos.

Casa del Visitante no solo seduce por su comida y sus vinos, sino también por su energía. Hay pop ups con chefs invitados, eventos en los jardines y una relación precio-calidad que muchos locales defienden como de las mejores de la zona. Acá no se viene solo a comer: se viene a pasar el día.

TEMAS RELACIONADOS