Las legumbres son uno de los alimentos más recomendados por médicos y nutricionistas. No solo son ricas, versátiles y económicas, sino que aportan muchos beneficios al organismo. Aunque son muy fáciles de preparar, un paso necesario antes de cocinarlas es ponerlas en remojo.
Esto aplica para la mayoría de las legumbres secas, como las lentejas, los garbanzos y los frijoles. Muchas variedades no son tan consumidas en Argentina, pero se consideran superalimentos por su alto contenido de proteínas vegetales, fibra, hierro y otros nutrientes esenciales.
Se pueden usar para preparar guisos, ensaladas, guarniciones, untables (como el hummus) e incluso postres, ya que aportan saciedad, mejoran la digestión, tienen bajo índice glucémico y no contienen gluten. El único requisito es tomarse el tiempo necesario para remojarlas antes de consumirlas.
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Los beneficios de las legumbres según Harvard.
Por qué se deben remojar las legumbres
Remojar las legumbres antes de prepararlas tiene varias ventajas: reduce el tiempo de cocción, elimina antinutrientes que dificultan la absorción de vitaminas y minerales y, sobre todo, las vuelve más fáciles de digerir, evitando la producción de gases que pueden causar hinchazón y malestar estomacal.
La fina piel que recubre las legumbres contiene oligosacáridos, un tipo de hidrato de carbono formado por azúcares simples. El problema es que nuestro sistema digestivo no contiene las enzimas necesarias para procesarlos y, cuando llegan al colon, las bacterias los descomponen en gases como el metano.
Al dejarlas en remojo, la mayor parte de los oligosacáridos desaparece y permite que las legumbres sean más fáciles de digerir, lo que a su vez disminuye los gases y flatulencias. También se pueden eliminar las pieles de manera manual, aunque esto requiere más trabajo.