Pensó que su dolor de espalda era por la edad pero cuando fue al médico descubrió algo inesperado: lo que parecía un simple molestia terminó siendo un diagnóstico devastador.
Lo que parecía una simple afección lumbar terminó siendo una grave enfermedad que puso en jaque su vida a los 33 años.
Pensó que su dolor de espalda era por la edad pero cuando fue al médico descubrió algo inesperado: lo que parecía un simple molestia terminó siendo un diagnóstico devastador.
Stephen Lea, un techador británico de 33 años, creyó durante meses que las dolencias que sentía eran producto del desgaste físico de su oficio. Sin embargo, tras varias consultas médicas, descubrió que en realidad padecía un tipo condición médica que cambió por completo el rumbo de su vida.
El caso de Stephen refleja cómo el cuerpo puede enviar señales de alerta que, en ocasiones, se confunden con el cansancio o los problemas musculares. Su experiencia se volvió viral en medios internacionales y sirve como recordatorio de la importancia de prestar atención a los síntomas persistentes. su historia es un llamado de atención sobre la importancia de no subestimar las señales físicas, incluso en personas jóvenes y aparentemente sanas. El dolor persistente no siempre se debe al cansancio o al esfuerzo laboral: en algunos casos puede esconder enfermedades graves que requieren diagnóstico temprano.
Además, su experiencia muestra el impacto profundo que una afección tiene no solo en quienes lo padecen, sino también en sus familias, amistades y entornos laborales. La incertidumbre, la esperanza y el dolor se entremezclan en una batalla que exige tanto fuerza física como mental.
En octubre de 2023, después de un viaje con su pareja a Venecia, Stephen comenzó a sentir un dolor constante en la espalda. Lo atribuyó a la fatiga de su trabajo como techador, una ocupación que exige gran esfuerzo físico y largas horas de movimiento. Pese al reposo y a los analgésicos, el dolor no desaparecía y fue empeorando.
En un primer momento, los médicos diagnosticaron un problema muscular común. Sin embargo, ante la falta de mejoría, se ordenaron estudios más profundos. En enero de 2024, una resonancia magnética reveló la verdad: Stephen padecía linfoma no Hodgkin en fase avanzada. El golpe fue devastador para él y su entorno más cercano.
A partir de ese momento, comenzó un tratamiento intensivo que incluyó quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia y terapia celular. Los primeros ciclos trajeron algo de esperanza, pero la enfermedad siguió avanzando, reduciendo sus posibilidades de recuperación.
Hoy, el pronóstico médico es incierto. Stephen sabe que su tiempo puede ser limitado y que, según los especialistas, le quedarían apenas algunos meses de vida. A pesar de ello, mantiene una actitud resiliente: asegura que no se dejará vencer fácilmente y que seguirá luchando hasta el final.
El linfoma no Hodgkin es un tipo de cáncer que afecta al sistema linfático, encargado de defender al organismo de infecciones. Representa alrededor del 90 % de todos los linfomas diagnosticados y puede presentarse a cualquier edad, aunque es más común después de los 60 años. Según la farmacéutica Roche, sus síntomas más frecuentes incluyen inflamación de ganglios, pérdida de peso, fatiga y dolor persistente.