Durante el invierno, se suele pensar que el jardín se pone en pausa y, por lo tanto, no es necesario prestarle atención a su actividad. Especialistas consideran que en esta etapa hay que brindarle cuidados estratégicos que marcan la diferencia al llegar la primavera. Las tareas de invierno no solo buscan proteger las plantas del frío, sino también preparar el suelo, los sistemas de riego y las estructuras verdes para un crecimiento saludable en la próxima temporada. Adoptar rutinas de mantenimiento durante este periodo garantiza que el espacio exterior florezca con mayor fuerza cuando aumenten las temperaturas.
En esta etapa del año, la mayoría de las especies entran en reposo vegetativo, un mecanismo natural para conservar energía. Pese a eso, no implica dejar de lado su atención. El invierno ofrece una excelente oportunidad para limpiar el terreno, eliminar plantas enfermas, enriquecer el sustrato y rediseñar el jardín con vistas a nuevos canteros, caminos o zonas de estar. Estas acciones no solo cuidan el entorno vegetal, sino que también previenen plagas, enfermedades y deterioro estructural.
Aprovechar los días templados para realizar trabajos mínimos puede evitar problemas a futuro. Desde retirar hojas secas hasta proteger raíces con mantas térmicas, cada pequeño paso suma al bienestar del ecosistema del hogar.
Qué consejos son ideales para preparar tu jardín para la primavera de cara al invierno
Eliminar plantas enfermas y sanear el suelo: las especies secas o dañadas por el frío pueden convertirse en foco de infecciones y hongos. Removerlas a tiempo y renovar el sustrato que las rodea ayuda a prevenir problemas que podrían propagarse al resto del jardín.
Mantener el jardín limpio y con buen drenaje: quitar hojas y ramas caídas del césped evita la proliferación de hongos. Además, asegurarse de que las alcantarillas y desagües estén libres de residuos garantiza un drenaje eficaz del agua de lluvia o riego.
Controlar las malas hierbas todo el invierno: las adventicias siguen creciendo, aunque el resto de las plantas estén en reposo. Arrancarlas de raíz impide que compitan por nutrientes y que alojen plagas o enfermedades.
Proteger las raíces del frío intenso: tapar plantas sensibles o nuevas con mantas contra las heladas permite que reciban sol y aire durante el día, sin sufrir daños por la noche. Revisar la protección hasta la primavera es muy importante para que no se vean afectadas por heladas tardías.
Cuidar especialmente los frutales: en cítricos jóvenes, cubrir el follaje con malla y aislar las raíces con corteza de pino ayuda a soportar las bajas temperaturas. Con estos cuidados es posible prevenir que insectos pasen el invierno en los troncos.
Mejorar el sustrato con abono orgánico: el compost o humus de lombriz en invierno favorece la aireación y la nutrición del suelo. Es importante aplicarlo lejos de las raíces y en dosis adecuadas para evitar quemaduras.
Revisar la instalación de riego antes de la primavera: comprobar que no haya roturas o bloqueos permite dejar el sistema listo para el uso intenso de los meses cálidos. Si se planea una nueva instalación, este es el momento ideal para empezar.
Cuidar el césped incluso en reposo: aunque no se debe cortar en invierno, es muy importante retirar materia orgánica muerta que favorece la aparición de hongos. Sanearlo ahora previene plagas futuras.
Plantar especies de estación para sumar color: Ciclamenes, violas o arbustos con bayas como la nandina decoran el jardín en invierno. También es buen momento para plantar coníferas y árboles de hoja caduca.
Poner a punto las herramientas de jardinería: tijeras, serruchos y cortadoras de césped deben estar limpias, afiladas y libres de óxido. Es una buena medida para esta estación, anticiparse al uso intensivo de primavera para evitar imprevistos.
Aprovechar el frío para planificar cambios: observar cómo incide el sol o repensar la distribución del jardín permite diseñar espacios más funcionales. Nuevos caminos, canteros o zonas de descanso pueden trazarse con tiempo y sin apuro.