Las harinas refinadas están presentes en una gran cantidad de alimentos que comemos todos los días, como el pan, la pizza, las galletitas, las pastas y una gran variedad de productos de panadería. Sin embargo, consumirlas en exceso puede tener consecuencias negativas para la salud.
Cuando hablamos de harinas refinadas nos referimos a las típicas harinas blancas que se consiguen en cualquier supermercado. Su color y textura son el resultado de un proceso industrial que elimina el salvado y el germen del trigo y deja solo el endospermo, rico en almidón.
Este procedimiento favorece la conservación de los alimentos y reduce los costos de producción pero, por otro lado, elimina los nutrientes más importantes del trigo. Además, por su alto contenido de almidón, eleva rápidamente los niveles de azúcar en sangre y puede contribuir al desarrollo de enfermedades metabólicas.
Qué le pasa al cuerpo si no comés harina refinada durante un mes
Distintos estudios señalan que alcanza con dejar de consumir harinas refinadas durante un mes para empezar a ver los primeros efectos positivos en la salud. Sin embargo, los especialistas advierten que en los primeros días es común notar un bajón de energía, dolores de cabeza, fatiga e irritabilidad.
Una investigación de la Universidad de los Andes indicó que dejar las harinas blancas puede mejorar significativamente la salud metabólica y digestiva. Entre los beneficios se destacan una mayor estabilidad en los niveles de azúcar en sangre, leve pérdida de peso, disminución de triglicéridos y regulación de la presión arterial.
Los expertos aconsejan reemplazar las harinas refinadas por otras alternativas más saludables, como las integrales (trigo, avena o centeno), que conservan un alto contenido de fibra y nutrientes esenciales, o por opciones sin gluten (almendra, coco y arroz integral).