Durante años, el chocolate fue catalogado como un “placer culposo”. Sin embargo, hoy la ciencia le da un poco de crédito: comer chocolate todos los días no es necesariamente malo, siempre y cuando se elija el tipo adecuado y se respete la porción. El secreto, según los especialistas, está en el equilibrio: ni tanto como para alterar el peso ni tan poco como para perder sus beneficios.
No todos los chocolates son iguales. Mientras que el amargo (con más de 70% de cacao) puede aportar antioxidantes, hierro y magnesio, el de leche o blanco suele tener un alto contenido de azúcar y grasas saturadas. Esa diferencia marca un antes y un después en sus efectos sobre el cuerpo. Una pequeña porción diaria de chocolate negro puede mejorar la circulación, proteger el corazón y hasta levantar el ánimo, pero abusar de las versiones más procesadas tiene el efecto contrario.
La clave, explican nutricionistas y cardiólogos, es no convertirlo en un hábito sin control. “Una porción de 20 a 30 gramos al día es suficiente para aprovechar los flavonoides sin sumar calorías de más”, aseguran desde la Harvard T.H. Chan School of Public Health.
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Qué pasa si comés chocolate todos los días
El chocolate negro está repleto de flavonoides y antioxidantes, compuestos naturales del cacao que favorecen la salud cardiovascular. Estos ayudan a dilatar los vasos sanguíneos y mejoran la circulación, reduciendo el riesgo de hipertensión y coágulos. Un estudio citado por la Harvard School encontró que quienes consumen chocolate amargo de forma regular tienen un 27% menos de riesgo de presión alta y hasta un 31% menos de probabilidades de sufrir trombosis venosa.
Pero los beneficios no terminan ahí. Una porción de 50 gramos de chocolate amargo puede cubrir cerca del 27% del requerimiento diario de magnesio, un mineral fundamental para la función muscular y el alivio de cólicos menstruales. Además, aporta hierro: una cantidad similar puede cubrir un tercio del valor diario recomendado, lo que lo vuelve útil para personas con tendencia a la anemia o cansancio frecuente.
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El impacto del chocolate también se nota en la cabeza. Consumir cacao mejora la memoria, la concentración y el estado de ánimo, según estudios publicados en 2020. Esto se debe a su acción sobre la irrigación cerebral y a la presencia de polifenoles, que reducen los niveles de cortisol, la hormona del estrés. No es casual que muchas personas sientan “buen humor instantáneo” después de comer un trozo.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Un consumo excesivo, sobre todo de chocolates con alto contenido de azúcar o leche, puede elevar el colesterol y aumentar el riesgo cardiovascular. Además, investigaciones recientes hallaron trazas de metales como plomo y cadmio en algunas marcas, lo que encendió las alertas sobre una exposición prolongada.