Las quemaduras leves son un accidente frecuente en la cocina y suelen ocurrir al manipular agua hirviendo, aceites u otros líquidos calientes. Aunque en la mayoría de los casos no representan una emergencia grave, sí requieren una atención inmediata y adecuada para evitar complicaciones y favorecer la recuperación de la piel.
Existen distintos tipos de quemaduras según la profundidad del daño. Las de primer grado afectan únicamente la capa superficial de la piel, provocando enrojecimiento, inflamación y dolor. En cambio, las de segundo grado penetran más profundamente y se caracterizan por la aparición de ampollas, mayor hinchazón y molestias más intensas. Conocer esta diferencia puede ser fundamental para identificar cuándo es posible actuar en casa y cuándo corresponde buscar asistencia médica.
Saber cómo actuar en los primeros minutos tras el accidente marca la diferencia en el proceso de curación. Desde enfriar la zona afectada hasta protegerla de infecciones, los pasos iniciales determinan no solo el alivio del dolor inmediato, sino también la evolución de la herida en los días posteriores.
Qué es lo primero que debés hacer si te quemaste con agua hirviendo
El primer paso es mantener la calma y tranquilizar a la persona afectada. Si la ropa está en contacto con la piel pero no se adhirió a la quemadura, conviene retirarla con cuidado. En caso de que el accidente haya sido provocado por productos químicos, se debe quitar toda prenda que contenga restos de esas sustancias.
La prioridad es enfriar la zona dañada. Se recomienda colocar la parte afectada bajo un chorro de agua fría, sin hielo ya que esto puede empeorar la lesión, durante 10 a 15 minutos. Si no es posible mantener la piel bajo el grifo, se puede sumergir en un recipiente con agua fresca por unos minutos o aplicar un paño limpio y húmedo. En el caso de quemaduras químicas, esta acción debe realizarse de inmediato para minimizar el daño.
Una vez enfriada, es importante comprobar que se trate de una lesión leve. Si la herida es extensa, más profunda o se localiza en zonas delicadas como manos, pies, cara, ingle o articulaciones, corresponde acudir a un centro de salud. Para las quemaduras menores, alcanza con lavarlas suavemente con agua y jabón neutro, evitando romper las ampollas para reducir el riesgo de infección.
La aplicación de una fina capa de aloe vera o vaselina ayuda a hidratar y proteger la piel, sin necesidad de antibióticos tópicos que pueden causar reacciones adversas. Nunca se deben utilizar remedios caseros como manteca, clara de huevo, aceites o cremas, ya que pueden agravar el cuadro. Si la zona está expuesta al roce, se aconseja cubrirla con una gasa estéril antiadherente y cambiar el apósito a diario.
Para aliviar las molestias, pueden administrarse analgésicos de venta libre como paracetamol, ibuprofeno o naproxeno, siguiendo siempre las indicaciones del envase. En el proceso de recuperación, la herida puede tardar hasta tres semanas en cicatrizar y es habitual que genere picazón, aunque nunca debe rascarse para no complicar la curación ni dejar marcas.