Paolo Rocca respaldo las reformas del Gobierno pero reclamó una política industrial con una apertura comercial "razonable"

En la Conferencia Industrial de la UIA, el CEO de Techint respaldó los cambios laborales, impositivos e institucionales, pero advirtió que sin una estrategia de desarrollo productivo y una inserción externa equilibrada, el país no consolidará crecimiento ni empleo de calidad.

En su discurso en la Conferencia Anual de la UIA, el ceo de Grupo Techint Paolo Rocca respaldó las reformas estructurales que impulsa el gobierno de Javier Milei, pero exigió una política industrial moderna con una apertura comercial que no exponga a la industria local a una competencia imposible de asumir.

Rocca defendió la necesidad de avanzar en reformas laborales, impositivas e institucionales para atraer inversiones. “Reducir la carga impositiva, bajar la informalidad y ampliar la base tributaria” fueron los puntos que enumeró para acompañar el equilibrio fiscal. El planteo fue directo: la presión impositiva es un obstáculo transversal y requiere una distribución más equitativa entre los distintos niveles del Estado.

Sobre el mercado laboral, sostuvo que la reforma es un componente “clave” para reactivar la actividad. Cuestionó la ultraactividad de los convenios como freno al cambio y aseguró que la actualización del marco laboral debe construirse “con consensos y con posibilidad de transformación positiva”. También instó a mejorar infraestructura y logística, dos factores que, según dijo, condicionan la competitividad y deben formar parte de la agenda posterior a la estabilización macroeconómica.

El eje de su exposición estuvo en la necesidad de recuperar una política industrial coordinada entre el sector público y el privado. Rocca planteó que el concepto puede haberse “desprestigiado”, pero sigue siendo esencial para ordenar prioridades, definir sectores estratégicos y diseñar planes concretos de acción. “Todos los países hacen política industrial”, recordó, y pidió que Argentina no quede al margen en un mundo que se reorganiza con mayor intervención estatal.

Ese escenario global, descrito por Rocca como el fin del orden económico nacido en los 90, está marcado por la disputa entre Estados Unidos y China y por medidas proteccionistas crecientes. Mencionó la sobrecapacidad industrial china y las respuestas arancelarias estadounidenses como ejemplos de una competencia que ya no responde al libre comercio clásico. Incluso citó a autoridades europeas que justifican cierres de importaciones para preservar sectores sensibles.

En ese contexto, Rocca llamó a una “apertura racional”: un esquema que permita insertarse en el comercio internacional sin desproteger la producción local. “Necesitamos una fuerte estructura industrial. Es esencial para el empleo de calidad, la innovación y la cadena de transformación”, afirmó.

Como cierre, pidió avanzar con “consensos graduales” entre el Estado y el sector privado para encarar la segunda etapa del proceso económico. Recalcó que las reformas no pueden ejecutarse todas al mismo tiempo y que una macroeconomía estabilizada es la condición previa para discutir cambios más profundos.