Lejos de una recuperación sólida, los salarios registrados transitan 2025 con una tendencia estable y sin señales de mejora. De los primeros siete meses del año, solo febrero, mayo y julio mostraron aumentos reales, mientras que en enero, marzo, abril y junio hubo retrocesos.
Según la consultora Vectorial, “la dinámica de los primeros meses del año evidencia un patrón errático, sin una tendencia clara de recuperación sostenida”, y definió la evolución salarial como un “amesetamiento”.
En la comparación con 2023, los ingresos formales registran una caída de 5,25% frente a la inflación. Sin embargo, al aplicar la nueva canasta del Índice de Precios al Consumidor (ENGHO 2017-2018), la pérdida real se amplía a 11,2%.
El sector privado permanece prácticamente inmóvil frente a noviembre de 2023, con una baja de 0,33% en el poder adquisitivo. En cambio, el empleo público fue el más afectado, con un retroceso de 14% frente a la inflación medida por el INDEC.
La nueva canasta del IPC, que da más peso a los servicios públicos y menos a los alimentos, profundiza las diferencias: los trabajadores públicos pierden 19,4% real, mientras los privados retroceden 6,6%. Así, los índices de poder adquisitivo se ubican en 80,6 y 93,4 puntos, respectivamente.
“Mientras el sector privado orbitó cerca de su base de referencia, e incluso la superó entre noviembre 2024 y febrero 2025, el público no logró acercarse a una recuperación significativa”, señala el informe.
En contraste, los salarios no registrados muestran una trayectoria ascendente. Pese al rezago de cinco meses con el que se mide este segmento, alcanzaron un índice de 117,8 según el IPC tradicional y 110,7 con la versión actualizada, equivalentes a subas reales del 17,8% y 10,7% frente a noviembre de 2023.
Desde Vectorial explican que “la recuperación del empleo no registrado es consistente y sin interrupciones desde el primer trimestre de 2024”. Pero advierten que los datos de este sector tienen menor precisión, ya que surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), publicada de forma trimestral.
En síntesis, el mercado laboral argentino muestra una polarización creciente: trabajadores públicos con ingresos cada vez más rezagados, empleados privados que apenas sostienen su poder adquisitivo y un segmento informal que, aunque más volátil, es el único que logró recuperar terreno.