Testigo de la Historia: el increíble Muhammad Ali

Nació con el nombre de Cassius Marcellus Clay y no solo fue el mejor en el ring, luchó por la igualdad.

Que bello era verlo pelear… que estética tan diferente. Que cosa tan maravillosa traía al boxeo con esas piernas prodigiosas, moviéndose. La perfección en cada golpe y además cuando había que pelear, peleaba. Fue el más grande de todas las épocas.

Nació con el nombre de Cassius Marcellus Clay, en enero de 1942 y murió en junio de 2016. Tenía la dinámica extraordinaria del chico pobre y ganó la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Roma en 1960. Se la colgó en el pecho, fue a su pueblo Louisville (Kentucky, Estados Unidos), entro a un bar, pidió permiso para ir al baño y como era una persona de raza negra le dijeron que no lo podía usar. Entonces, decepcionado, se fue hasta un puente que cubría el río Louisville, tomó la medalla y la arrojó. Y pensó que su condición de ser una persona de raza negra no le permitiría jamás ser alguien, ser identificado o tener derechos.

Sus condiciones eran tan grandes para el boxeo que lo hicieron profesional y rápidamente ganó el campeonato del mundo. Hizo 10 peleas, peleó con Sonny Liston y lo puso Nocaut en 1962 y fue una sorpresa. Liston era un gigante protegido por la mafia. “No puede ser”, dijeron los apostadores y ganó la revancha.

Cuando estaba en la plenitud de la carrera, no se quiso alistar para ir a la Guerra de Vietnam. “No puedo matar gente que no conozco o no me hizo nada, no es mi causa”, dijo Muhammad Ali. Le sacaron la licencia, lo dejaron si campeonato. Entonces hubo otro campeón, hubo una causa; hubo una conversión al Islam y pasó a ser un predicador y en un mártir. No hubo más remedio que devolverle la licencia. Volvió y peleó con Ringo Bonavena.

En la segunda pelea de su regreso el campeón era el invencible George Edward Foreman, un gigante del boxeo. La pelea fue en la República del Congo, cuando se llamaba Zaire y todos los espectadores estaban con él. Ganó por K.O. y recuperó la corona del mundo.

Después vinieron los duelos con Joe Frazier, quien ya le había ganado en el Madison Square Garden y después vinieron dos peleas más. La última, en Manila, fue uno de los momentos más imborrables de mi vida. La pelea la pagó Ferdinand Marcos (quien era presidente de Filipinas), que era un presidente dictatorial y puso la plata. Cuando llegaron al final del décimo cuarto round, Ali le pidió a Angelo Dundee que le quitara los cordones de los guantes porque lo podía más y le respondió que no iba a permitir que le peguen ni un golpe más pero al tocar la campana se pusiera de pie.

Ali insistió en que abandonaba. Angelo le insistió: “Sólo de pie”. Lo levantaron de las axilas y el que se quedó sentado fue Frazier y Ali ganó por K.O. técnico sólo por haberse puesto de pie después de una pelea epopéyica inolvidable.

Los tres matrimonios, los ocho hijos… la causa del Muslim… ese maestro, reconocido por Sport Illustrated como el Deportista del Siglo XX. Y además, reconocido por todo el mundo… 42 libros, 14 películas, 7 documentales. Norman Mailer fue el que escribió el libro respecto de la pelea en el Congo.

Mohammad peleó cuando ya no debía pelear y en las últimas dos peleas ya estaba con Mal de Parkinson. Murió a los 74 años, provocando un fuerte dolor a todo aquel que sepa valorar lo que es un deportista con convicciones.

Ali no solo fue el mejor en el ring. Ali se opuso a la guerra. Ali luchó por la igualdad e hizo sentir a la raza negra como hermanos y adorados.

A su funeral asistieron dignatarios de estado. Los presidentes Barack Obama y Bill Clinton y los diez deportistas más famosos de los Estados Unidos y el mundo. Muhammad Ali nos dejó hace seis años… que pena. Te lo digo yo, porque fui Testigo de la Historia.

*Ernesto Cherquis Bialo es Testigo de la historia en C5N.

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