El mechón amarillo y el pelo teñido de azul para exponer la rebeldía. La aparición de Dalma y Giannina, en una caja ubicada en el círculo central, y dos carteles con el mensaje "gracias papá". La fiesta que desataron los hinchas de Boca en la Bombonera para darle la bienvenida al gran ídolo argentino. Sin embargo, el regreso de Diego Armando Maradona al fútbol, luego de la suspensión por el doping positivo en el Mundial de Estados Unidos 1994, es recordado por la pelea que protagonizó el 10 con Julio César Toresani, mediocampista de Colón, que terminó con una frase 100% maradoneana: "Segurola y Habana 4310 séptimo piso, y vamos a ver si me dura 30 segundos”.
El sábado 7 de octubre de 1995, el Pelusa volvió a calzarse los botines y retornó oficialmente. Para ello, eligió ponerse la camiseta del Xeneize luego de 14 años, con la que se había consagrado campeón en el Metropolitano de 1981. Fue un mimo a su alma, que llegaba muy golpeada. Mucho había pasado desde la separación del plantel de la Selección argentina, determinada por el presidente de la AFA, Julio Grondona, tras conocerse que el control antidopaje había encontrado efedrina en la muestra.
En el tiempo que estuvo impedido de jugar, Diego aceptó ser director técnico de Deportivo Mandiyú de Corrientes (12 partidos -un triunfo- a fines de 1994) y Racing (11 encuentros -dos victorias- en el primer semestre de 1995). Acompañado por su amigo Carlos Fren, dejó temporalmente la camiseta y el short para vestirse de traje y corbata en el banco de suplentes. Pero no era su lugar. Con 34 años, se sentía jugador. Tenía más para dar.
Si bien recibió una oferta de Pelé para ser DT y jugador de Santos, Maradona deseaba volver al club de la Ribera. Tras las negociaciones con la dirigencia, que encabezaban el presidente Antonio Alegre y el vicepresidente Carlos Heller, su representante Guillermo Cóppola y el abogado Daniel Bolotnicoff llegaron a un acuerdo económico para sellar el regreso. ¿El formato del contrato? Por productividad, con la inclusión de partidos amistosos para recaudar dólares y solventar el salario. Por esa razón, el 30 de septiembre del 95, la vuelta se dio en Seúl, en la capital de Corea del Sur, en un encuentro contra la Selección local en el estadio Olímpico. Un hecho que quedó en la historia.
Ahora era el turno de jugar oficialmente por los puntos en Argentina. Y allí lo recibieron miles de bosteros, que generaron una gran fiesta con humo azul y amarillo. El estadio estalló aquella tarde, cuando Maradona pisó el campo de juego. Vestido con la tradicional camiseta de Boca, la número 10 en la espalda, arito en la oreja izquierda, barba formato candado y un look llamativo en su cabellera, que fue copeado por miles de personas. Ante tanto cariño y, en especial, por la presencia de sus hijas, Diego se quebró.
"Era una fiesta impresionante. Pero me mataron cuando hicieron aparecer a Dalma y a Giannina ahí, adentro de una caja. ¡Me mataron! Me temblaron las piernas, otra vez, una vez más. Fue un golpe durísimo: yo les agradecí a todos la buena voluntad, pero eso de que las nenas aparecieran con un cartel, cuando yo tenía la cabeza puesta en jugar y nada más que en jugar... me mató. Se les escapó la tortuga con esa historia (...) Lo cierto es que me llevó 45 minutos volver a acomodarme: jugué el primer tiempo como si fuera un principiante, un debutante y cometí todos los errores que hasta ahí yo le había marcado al equipo. ¡Estaba aceleradísimo!", recordó en su biografía oficial, Yo soy el Diego de la gente.
La primera chispa que encendió el fuego con Toresani se produjo a los pocos minutos. Maradona recibió una falta de Horacio Ameli, zaguero del Sabalero. Enseguida Toresani le hizo una recriminación al capitán de Boca por quejarse con el árbitro Francisco Lamolina. Intercambiaron insultos, se tuvieron que meter algunos compañeros como Fernando Navarro Montoya y Fernando Gamboa y el delantero rival Antonio Vidal González.
Maradona contra Colón 1995
Diego controla la pelota ante la marca de Hugo Ibarra, que luego sería jugador de Boca.
El conflicto entre Diego y el Huevo continuó unos minutos después y se desató el fuego. Tras una infracción de Claudio Caniggia a Dante Unali, Maradona y Toresani volvieron a ponerse cara a cara. De un lado, el ex River protestaba sin parar, del otro el 10 mostraba su enojo por la actitud del 7 de Colón. Más que una cancha de fútbol, parecía un ring de boxeo. Entonces, Lamolina decidió expulsar al volante visitante a los 38 minutos del primer tiempo y amonestó a Maradona.
Boca ganó aquel partido con un gol agónico de Darío Scotto a los 44 minutos del segundo tiempo. Pero el foco siguió en los vestuarios. Toresani seguí con la temperatura a mil grados y aprovechó los micrófonos para exponer su furia: "A mí me echó Maradona, a mi me echó Maradona. Después, lo que diga Maradona cuando escuche esto me importa un carajo. Lo que sí quisiera tenerlo enfrente para ver si me dice las cosas como me dijo que después del partido me iba a agarrar. También yo me la banco, lo iría a buscar a la casa".
La respuesta de Diego no tardó en llegar y subió la apuesta: "A este Toresani le digo que llevo 20 años en el fútbol y no se puede hacer el sheriff adentro de la cancha. A ver si tiene cara este Toresani, que no existe, qué le pregunte a Lamolina (árbitro), le dije que no lo eche. Y esto lo juro por mis hijas. Entonces, lo vuelo a repetir a Toresani: Segurola y Habana 4310 séptimo piso, y vamos a ver si me dura treinta segundos”. Fiel a su estilo, fue la picante invitación de Maradona para Julio Toresani, de la cual hoy se cumplen 30 años.
Maradona y Toresani en Boca
Maradona y Toresani jugaron juntos en 1997.
Tras el entredicho, unos meses después, Toresani se convirtió en refuerzo de Boca, que era dirigido por Carlos Bilardo, y debió compartir vestuario con Maradona, quien le dio la bienvenida y dejó atrás el cortocircuito. "Hasta el día de hoy la gente me pregunta acerca de la pelea con Maradona (...) Si tenía que boxearlo, lo boxeaba en el medio de la Bombonera. En ese momento me lo quería comer, por eso dije que esa tarde me echó Maradona". Luego, expuso la tensión previa al encuentro con el 10. "Los muchachos del plantel me cargaban. Me decían que Diego me iba a sopapear. Cuando apareció Diego no pasó nada. Lo pasado, pisado”, recordó el Huevo en una entrevista con De caño vale doble.
El 22 de abril de 2019, tras una larga depresión, Toresani decidió quitarse la vida. Diego le dedicó una emocionante despedida: "Pensar que lo quise pelear, y hoy lo lloro. Después de aquella famosa discusión, él vino a jugar a Boca, y fuimos grandes compañeros. Hablé muchas veces con él por teléfono. Yo pensé en traerlo como segundo mío. Lamentablemente, llegué tarde. No creí que fuese todo tan grave (...) Él era un tipo muy trabajador. Lo lamento en el alma. Mi pésame a toda su familia. Ojalá que los hijos tengan el mismo corazón que su padre".
La icónica esquina porteña de Segurola y Habana en Devoto
Esquina Segurola y Habana
A 30 años de la frase histórica, la esquina actual de Segurola y Habana en el barrio porteño de Devoto cuenta con dos carteles: uno que marca la intersección de las calles y otro que tiene el nombre y apellido del capitán campeón del mundo en México 1986. Allí, los fanáticos del 10 pegaron stickers para demostrarle cariño al eterno ídolo del deporte argentino.