Milagros Trejo nació con el síndrome de Vacterl, una enfermedad congénita que le produjo malformaciones en la columna y en distintos órganos. La vida hizo que conociera a María y su marido Héctor, quienes en primera instancia aceptaron ser su familia “de abrigo” y de forma transitoria, dado que la mamá biológica padecía un trastorno psiquiátrico.
Pero la historia comienza años antes: después de conocerse, la pareja soñaba con formar una familia, pero María atravesó distintos obstáculos para ser mamá: desde un "descontrol hormonal" hasta un diagnóstico demoledor, la menopausia precoz.
Cuando todo avizoraba un panorama desolador para la familia de María y Héctor, ella se apoyó en su vocación de rescatista de perro. Cómo él era estudiante de medicina, se enteró de Milagros, quien estaba en el hospital de Suipacha e iban a llevar a un hogar de niños.
María y Héctor se decidieron a ir a conocerla y el flechazo entre mamá y Milagros fue inmediato: se vieron y forjaron un vínculo que nunca volvería a quebrarse. Es allí cuando comenzaron los trámites para su adopción. Igualmente el juez, a pesar de los fuertes deseos de los futuros papás, le había advertido a la pareja que no podía adoptar a "Mili" bajo esas condiciones.
Luego de una enorme época de lucha, poniendo el cuerpo y el corazón, ganaron la batalla legal y lograron llevarse a Mili a su casa cuando tenía tres años y medio, tras una enorme cantidad de trámites como parte de un extenuante proceso burocrático.
Milagros nació sin ano y tiene una fístula traqueoesofágica, que de acuerdo con lo que comentaron sus médicos, esto implica "trastornos incompatibles con la vida". Es por eso que la niña atravesó tres operaciones básicamente para "seguir con vida". La última de ellas incluyó quitarle un dedo que le había salido de más en la mano.
Por todas estas circunstancias es que también tuvieron un golpe de suerte en el derrotero de la adopción, ya que la familia de sangre rechazó la revinculación para cuidar de Milagros y desde el Juzgado decidieron darle a la niña la oportunidad de vivir en su nuevo hogar. “Suena crudo, pero por la discapacidad que tiene los trámites fueron dentro de todo rápidos, si tuviera las dos piernas seguiría dando vueltas”, comentó María.
Desde ese entonces, y después de muchas entradas y salidas de los hospitales, atravesando tres intervenciones críticas para mejorar la calidad de vida de la niña; se afianzaron como familia poniendo -literalmente- todo el cuerpo.
“Hace 3 años que Mili se operó y los médicos decidieron darle el alta definitiva para hacer lo que ella quisiera. La expectativa de movimiento era desoladora: nos habían dicho que sería solamente del 40% y ahora, contra todos los pronósticos, es del 95%. También nos habían indicado que la recuperación iba a demorar cuatro meses y a los 90 días ya se deslizaba con el andador”, señaló María.
En la medida en la que Milagros crecía, también crecían sus necesidades de insertarse en la sociedad y hacer lo que hacen todas las nenas y nenes de su edad.
Por eso, lejos de quedarse supeditada a las "barreras" que le imponía su discapacidad, Milagros apostó por el deporte: se inició en el fútbol y en la equitación, pero conoció el patinaje artístico y se enamoró al instante: “Lo practico hace 5 años. Mi tía me regaló los patines para una Navidad y desde ese momento supe que quería hacerlo para toda la vida”, recordó la niña en diálogo con C5N.
Milagros Trejo durante los II Juegos Sudamericanos sobre Ruedas.
Mientras practicaba fútbol y equitación, Milagros conoció el patinaje artístico.
Archivo Milagros Trejo
Después de haber pasado por varios clubes en los que reconocieron no estar preparados para acoger "una nena así", Mili encontró su lugar en el mundo de la mano de su profesora Claudina, que da clases en el club Independiente de Chivilcoy. “La sabe llevar y lo hace muy bien”, cuenta orgullosa su mamá, quien ya le perdió el miedo a ver todo lo que es capaz de hacer su hija sobre las ocho ruedas.
Con entrenamientos de dos horas, cuatro veces por semana, Claudina, su profe, no le teme al reto que implica entrenar a una niña como Milagros: “Los desafíos, en el caso de ella, van surgiendo a medida que le van saliendo cosas. Porque a mí se me ocurren 800 posibles cosas para seguir haciendo y para seguir trabajando en cuanto veo que le sale algo. Así que van cambiando todo el tiempo”.
Practica dos disciplinas del patinaje, las cuales son especialmente adaptadas para que Milagros pueda inventar cosas nuevas. A la vez, el deporte la ayuda a mejorar la estabilidad y el equilibrio, constituyendo un doble beneficio para ella. Puede girar, patinar para adelante, para atrás y no demuestra ni un poco de miedo para saltar. Es así que la patinadora y su entrenadora recorren un camino lleno de sorpresas y prácticamente sin techo.
Nacida en una ciudad chica como lo es Chivilcoy, Mili nunca sufrió diferencias por su discapacidad; por el contrario, su familia cuenta que transitó una infancia sin violencias, tanto en el barrio como en el ámbito escolar: "Nunca le vieron la falta de la pierna, al igual que en patín. Siempre hizo las mismas actividades que los demás".
El hogar es la primera escuela, dicen. Por eso es que Héctor y María educan a Mili para que sepa desenvolverse en la vida, pero más que nada, para que se maneje con respeto frente a las situaciones satélites que puedan desencadenarse en torno a su condición.
"Le enseñamos que no tiene rival y que tiene que saludar a todos con una sonrisa. A ella le va a costar siempre un poquito más pero confiamos en que todo lo puede lograr, con paciencia, esmero y haciendo caso. Y eso de 'si me caigo 500 veces, me levanto todas', es una de las frases que más le remarcamos. Le pedimos respeto y paciencia hacia la gente", contó María.
Hoy en día, la niña se traslada con andador, bastones y también usa una prótesis, que aunque le resulta incómoda, es importante para evitar lesiones en la columna, de acuerdo con las recomendaciones de los médicos.
Después de toda una vida de complicaciones, tanto esfuerzo tuvo su recompensa: hoy, con sus 11 años brilla sobre ruedas patinando con una sola pierna y es la sensación del mundo del deporte.
En 2023, Milagros participó de la segunda edición de los Juegos Sudamericanos sobre Ruedas en Brasil y Paraguay y, en la categoría de Adaptados se llevó todas las miradas representando a la Selección argentina. Con su coreografía emocionó a propios y ajenos, a la vez que despertó el aliento de todo el estadio.
Desfile
Milagros Trejo fue escolta de la bandera argentina en los II Juegos Sudamericanos sobre ruedas.
Una deportista comprometida con su pasión y con la convicción de que puede llevar adelante su vida como cualquier persona, sin limitaciones: “Cuando sea grande quiero ser veterinaria. Yo les digo a todos que pueden hacer todo lo que se propongan porque nada es imposible”.