Aún cuando la red 5G no logró consolidarse por completo en varios países, la atención del mundo tecnológico ya se posa en el desarrollo del 6G. Esta nueva generación de conectividad promete un salto cualitativo, especialmente para las tecnologías emergentes que demandan mayor capacidad y velocidad de transmisión.
Entre las principales ventajas que se anticipan se encuentra una latencia casi imperceptible, velocidades récord y un soporte sin precedentes para millones de dispositivos conectados en simultáneo. Además, tendrá un rol crucial en el avance de la inteligencia artificial, la realidad virtual, la automatización y hasta las interfaces cerebro-máquina.
El impacto de la red 6G superará el alcance de una pantalla en un dispositivo móvil, ya que también puede repercutir en el funcionamiento de ciudades, hogares y vehículos que pueden llegar a interactuar con conectividad gracias a un entorno cada vez más inteligente y autónomo.
Qué se sabe sobre la red móvil 6G
Aunque aún en fase preliminar, la sexta generación de redes móviles empieza a mostrarse como un cambio estructural en la forma en que se va a conectar la sociedad en el futuro cercano. Uno de sus principales atributos será la velocidad, ya que se estima que podrá alcanzar hasta 1 terabit por segundo, es decir, un rendimiento 50 veces superior al del 5G.
Pero además de la rapidez, el 6G reducirá la latencia a apenas 0,1 milisegundos, lo que permitirá comunicaciones inmediatas y sin interrupciones perceptibles.
Su capacidad para mantener hasta 10 millones de conexiones por kilómetro cuadrado la vuelve ideal para eventos multitudinarios o áreas densamente pobladas. Este potencial es muy importante en un contexto donde cada vez hay más dispositivos inteligentes y el ecosistema del Internet de las Cosas tiene mayor demanda.
Sin embargo, para operar a frecuencias tan elevadas, el 6G necesitará una red de infraestructura más compleja. Debido a que estas frecuencias recorren distancias más cortas y se ven fácilmente interrumpidas por obstáculos físicos, se requerirá una densidad mayor de antenas y transmisores.
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En este contexto, los satélites en órbita baja jugarán un papel muy importante, ya que se calcula que podrían pasar de los actuales 10 mil a más de 200 mil hacia la próxima década, aunque esto conlleva el riesgo de aumentar la basura espacial, dado que su vida útil tiene apenas cinco años aproximadamente.
En cuanto a los usos prácticos, esta red permitirá potenciar herramientas de inteligencia artificial, experiencias inmersivas con realidad aumentada y virtual, y desarrollos como los autos autónomos y las interfaces neurológicas. La empresa Neuralink, de Elon Musk, aparece como una de las interesadas en aprovechar ese nuevo entorno.
A nivel geopolítico, China lleva la delantera en la carrera por dominar esta tecnología, superando ampliamente a Estados Unidos en número de patentes relacionadas. Por ejemplo, el gigante asiático fue el primero en lanzar un satélite experimental con el objetivo de explorar su funcionamiento.
Se espera que las primeras implementaciones podrían verse hacia fines de esta década. Pese a eso, su llegada masiva al mercado global podría demorarse más allá del 2030. Como ocurrió con el 5G, el acceso al 6G dependerá en gran parte del desarrollo económico de cada país.