En Argentina, las multas de tránsito representan una herramienta fundamental dentro del marco regulatorio del comportamiento vial. Su aplicación resulta clave para asegurar que los conductores cumplan con las normas y, de este modo, mantener la seguridad en calles y rutas. Estas sanciones buscan desalentar conductas imprudentes y peligrosas, promoviendo una circulación más ordenada y responsable en todo el país.
Las normativas de tránsito se rigen principalmente por la Ley Nacional de Tránsito N.º 24.449, aunque la estructura federal permite que cada provincia adapte y aplique esta legislación según sus necesidades específicas. Esta flexibilidad provoca que la gestión de infracciones y los procedimientos asociados varíen significativamente entre jurisdicciones.
Un aspecto importante donde se refleja esta potestad provincial es en la prescripción de las multas de tránsito. La prescripción significa que, una vez transcurrido el período de tiempo legalmente establecido, la multa pierde validez y la autoridad ya no puede exigir el pago al infractor. Conocer estos plazos resulta esencial para que los ciudadanos sepan cuándo una deuda por infracción de tránsito ha caducado legalmente.
Cuándo prescriben las multas según cada provincia
La prescripción de una multa de tránsito en Argentina consiste en que la deuda pierde validez legal una vez transcurrido un tiempo determinado. El plazo exacto depende de la jurisdicción donde se cometió la infracción, ya que cada provincia o municipio puede establecer normativas y plazos propios, aunque existe una ley nacional que establece los lineamientos generales. Esta variabilidad genera diferencias importantes para los conductores al momento de gestionar infracciones.
La referencia central se encuentra en la Ley Nacional de Tránsito N.º 24.449, cuyo artículo 89 establece los marcos generales de tiempo. Según esta ley, las faltas leves prescriben a los dos años, mientras que las faltas graves cuentan con un período más extenso, de cinco años. Conocer esta diferencia resulta fundamental para determinar si una multa sigue siendo exigible o ya caducó.
Para aplicar correctamente estos plazos, es necesario comprender la clasificación de las infracciones de tránsito. La Ley de Tránsito las divide en dos categorías principales: faltas graves y faltas leves. Esta categorización define no solo el monto de la multa, sino también el período que debe transcurrir para que la sanción deje de ser exigible.
Las faltas graves representan un riesgo significativo para la seguridad vial o un incumplimiento severo de la normativa. Entre ellas se incluyen acciones como circular sin patente o seguro vigente, negarse a proporcionar información requerida por la autoridad, pasar un semáforo en rojo o carecer de la documentación obligatoria.
Por otro lado, las faltas leves implican infracciones de menor impacto, aunque siguen siendo relevantes para la convivencia vial. Ejemplos comunes incluyen estacionar en doble fila, el uso innecesario de la bocina o exceder el límite de velocidad permitido hasta en un 10%. En estos casos, la prescripción se cumple a los dos años según la ley nacional.
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La infracción que podés cometer y tiene una multa de más de $400.000 tras el último aumento.
Conocer la naturaleza exacta de la infracción, ya sea grave o leve, resulta crucial para cualquier conductor que quiera calcular cuándo una multa podría prescribir. Este conocimiento permite aplicar correctamente el plazo de dos o cinco años, según corresponda, aunque el período puede interrumpirse por acciones específicas de la autoridad de tránsito o del infractor.
Si el tiempo estipulado para la prescripción transcurre sin que existan acciones que interrumpan el proceso, como un aviso de deuda o un proceso judicial, el conductor queda legalmente eximido del pago de la multa. Por lo tanto, comprender los plazos y qué acciones interrumpen la prescripción resulta esencial para gestionar de manera correcta las deudas por infracciones de tránsito.