Lograr un buen maridaje con la cocina japonesa puede resultar complejo debido a la delicadeza de sus ingredientes. Platos como el sushi, con texturas sutiles y sabores intensos, requieren bebidas que acompañen sin invadir. Por eso, conocer ciertas claves marca la diferencia a la hora de disfrutar esta gastronomía.
En Argentina, el crecimiento del vino y el entusiasmo por la buena mesa impulsaron la búsqueda de combinaciones más cuidadas. El maridaje se volvió parte central tanto en restaurantes como en hogares, donde muchos cocineros se animan a innovar. Sommeliers y aficionados comparten el mismo objetivo: potenciar cada bocado.
Aunque la cocina italiana y española siguen siendo las más comunes, la japonesa se abrió paso con fuerza. Su equilibrio, estética y autenticidad seducen a un público cada vez más curioso. Así, se convirtió en una de las propuestas internacionales más valoradas del país.
Estos vinos son ideales para acompañar la comida japonesa
La cocina japonesa se consolidó como una de las favoritas en Argentina, gracias a su delicadeza visual y gustativa. Hoy, con la evolución tanto de la gastronomía nipona como del vino argentino, existen más opciones para disfrutar un buen maridaje. Aunque no se consuma a diario, es una experiencia ideal para repetir al menos una vez al mes.
Los platos japoneses requieren vinos a su altura, ya que su sutileza y equilibrio exponen con mayor facilidad los errores. Por eso, los vinos simples o con excesiva rusticidad tienden a fallar. Los blancos, rosados y espumosos suelen ser más adecuados que los tintos para este tipo de gastronomía.
En muchos restaurantes tradicionales, los clientes aún priorizan la comida por sobre la bebida. Sin embargo, los sommeliers observan un cambio de hábito creciente entre los comensales más curiosos. El maridaje bien logrado puede elevar aún más el placer de cada bocado.
Un buen ejemplo para comenzar es el Usuzukuri, un sashimi de lenguado con salsa cítrica y toppings como jengibre o nabo. Este plato se complementa muy bien con vinos blancos equilibrados o espumosos suaves. El objetivo es mantener la armonía sin alterar la sutileza del pescado.
Otros platos como el Aguedashi Tofu, el Chimaki o las frituras con salsas tonkatsu permiten jugar con rosados jóvenes o blancos con estructura. Cada preparación tiene sus claves: intensidad, textura y base de ingredientes que exigen precisión en la bebida. Incluso un Pinot Noir suave puede funcionar si se trata de carnes con salsas dulzonas.
Para cerrar, platos como el Sukiyaki, con fideos, vegetales y caldo dulce, piden vinos que refresquen sin competir con lo salado. Un espumoso Brut o Rosé logra ese equilibrio. Y con eventos como la Gastro Japo Food Week y el nuevo Menú de Burbujas, esta fusión cultural sigue creciendo.