"Vamos a aprovechar, son 4 días, es fin de semana largo. Nos divertimos, Chile está muy barato". Las palabras de Adolfo "Fito" Strauch no suenan premonitorias. Su primo Eduardo, jugador uruguayo de rugby, lo llamó días antes del fatídico vuelo para convencerlo de trasladarse al país trasandino. Era octubre de 1972, los clubes de rugby Old Christians de Montevideo, compuesto en su mayoría por antiguos alumnos del Colegio Stella Maris de los Hermanos Cristianos Irlandeses, fundado en el barrio de Carrasco, y Old Boys de Santiago de Chile acordaron realizar un encuentro amistoso en la capital chilena.
Para trasladar al equipo, el presidente del club uruguayo, Daniel Juan, contrató un bimotor turbohélice de la Fuerza Aérea. El precio del vuelo chárter era 1.600 dólares más allá de cuántas personas viajen. Necesitaban completar las 40 plazas de la aeronave para conseguir que el precio del pasaje por persona sea lo más barato posible. Los jugadores del equipo de rugby comenzaron a reclutar pasajeros entre sus amigos y familiares y pronto lograron reunir la gente y el dinero necesario para alquilar el Fairchild FH-227D. Todo estaba listo para el gran viaje.
"Fui de casualidad, porque sobraban dos lugares. Decidimos irnos, en dos días hicimos todos los papeles. Nos íbamos a pasar dos días felices, dejamos a los chicos con la familia divina que tengo. Íbamos tranquilos", aseguró Javier Methol, primo de Francisco Panchito Abal, jugador del Old Christians. La aeronave despegó del Aeropuerto uruguayo de Carrasco el jueves 12 de octubre de 1972.
El avión, el plan de vuelo y un error fatal en los Andes
El vuelo 571 comenzó el jueves 12 de octubre de 1972, a las 8 de la mañana, desde el aeropuerto de Carrasco, en Montevideo, con 40 pasajeros: 19 jugadores del equipo de rugby amateur del Old Christians Rugby Club, 21 amigos, familiares y hasta particulares. Y cinco tripulantes: el coronel Julio César Ferradas era el piloto, y su copiloto, el teniente coronel Dante Héctor Lagurara (ambos experimentados); un teniente era el navegante, un sargento era mecánico y otro suboficial ejercía de tripulante de cabina. El avión en el que volaban era un Fairchild FH-227D, un turborreactor de dos motores gemelos, comprado por la Fuera Aérea Uruguaya hacía dos años. El avión solamente había hecho 792 horas de vuelo, por lo que podría considerarse prácticamente como nuevo.
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La última foto del piloto Julio César Ferradás el día anterior al accidente.
El plan inicial de vuelo era dirigirse directamente desde Montevideo a Santiago de Chile, pasando sobre Buenos Aires y Mendoza, cubriendo una distancia de unos 1.500 kilómetros. El viaje duraría unas cuatro horas aproximadamente. Durante la última media hora sobrevolarían la cordillera de los Andes. El Aconcagua, entre Mendoza y Santiago de Chile tiene una altura de unos 7.600 metros, por lo que el Fairchild tendría que volar a través de alguno de los pasos donde las alturas de los picos de la cordillera fueran menores (los habituales eran Juncal –la ruta más directa-, Nieves, Alvarado o Planchón por donde finalmente pasó).
La escala prevista fue Mendoza, donde el Fairchild reposó y seguiría rumbo a Chile. Sin embargo, los partes meteorológicos no eran alentadores como para cruzar los Andes ese día y los pilotos decidieron que pasajeros y tripulación hiciesen noche en Argentina hasta el día siguiente, en el que las condiciones iban a ser algo mejores. Había una ruta directa entre Mendoza y Santiago de unos 200 kilómetros, pero la elevación de las montañas requiere que cualquier avión que la sobrevuele lo haga a casi 8 kilómetros de altura, cerca del tope máximo que podía dar el tipo de aeronave de los uruguayos.
Tragedia de Los Andes
La histórica foto dentro del avión, horas antes de la tragedia.
Ese 13 de octubre de 1972, las condiciones sobre los Andes seguían siendo malas, pero se esperaba que mejorasen durante las primeras horas de la tarde. A las 14.15, el avión partió de El Plumerillo rumbo al sur, con la idea de cruzar hacia Chile en una zona más baja de la cordillera: una ruta alternativa a menor altura, un trayecto en forma de U hacia el sur, que era unos 600 kilómetros más larga para cruzar el Paso del Planchón hasta la radiobaliza de Curicó, en Chile, e iniciar el descenso hacia el norte a Santiago. Además, estaba prohibido que un avión militar extranjero permaneciese en suelo argentino durante más de 24 horas, por lo que si no partían hacia Chile, debían regresar a Montevideo.
Fue durante el cruce del paso del Planchón cuando el piloto cometió una equivocación fatal. Con un viento de casi 100 kilómetros de Chile hacia Argentina y poca visibilidad, el FH-227D no continuó volando en línea recta hasta Curicó y viró hacia el norte antes de lo debido para entrar en una zona montañosa difícil de superar con la potencia y altura que llevaba el 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya. Un gravísimo error de cálculo que provocaría que el avión se adentrara en mitad de los Andes.
ruta tragedia de los andes
El mapa del recorrido del avión, y el lugar de la tragedia.
Lagurara aplicó la máxima potencia en un intento de ganar altitud y logró que la nariz del avión superara la cresta, pero el cono de cola del fuselaje golpeó la montaña a 4.200 metros de altura. Las dos alas y la sección de cola se desprendieron del fuselaje, mientras que el resto del avión se deslizó por la ladera de una montaña a una velocidad aproximada de 350 km/h, descendiendo unos 725 metros antes de estrellarse contra el hielo y la nieve de un glaciar en una zona que luego se bautizaría como "Valle de las Lágrimas", en Malargüe, a un par de kilómetros de la frontera con Chile.
Tres miembros de la tripulación y diez pasajeros fallecieron de inmediato por el impacto y cuatro personas fallecieron durante la primera noche debido a las gélidas temperaturas y a sus graves heridas. En las semanas siguientes fallecerían doce más, entre ellos ocho por un alud de nieve.
El destino cruzado de Tito y Graciela: las dos caras de una misma tragedia
El libro “La sociedad de la Nieve”, escrito por Pablo Vierci, reconstruyó la fortuna y la posterior tragedia de Gilberto Tito Regules, parte del equipo de rugby y de Graciela Obdulia Augusto de Mariani, quien ocupó su asiento de manera fortuita y fue una de las 29 fallecidas en la tragedia de Los Andes.
"Tito había pasado la noche de juerga en el casino del Hotel Carrasco, se había acostado tarde, y, sin darse cuente, había apagado el despertador. Dormirse lo salvó del desastre", cuenta Vierci. El joven jugador de rugby perdió el vuelo, dejando un asiento disponible para que una apurada Graciela logre comprarlo a último momento.
Graciela Obdulia Augusto de Mariani nació el 30 de diciembre de 1928. Su hija estaba viviendo en Chile, y a punto de casarse con su novio. La mujer había decidido tomar un vuelo de línea, pero su prisa hizo que intentara probar suerte en el aeropuerto y buscara algún vuelo disponible para lograr llegar antes y compartir más tiempo con su hija. Para su suerte (o desgracia), consiguió un asiento en el vuelo infame.
graciela mariani
Graciela Obdulia Augusto de Mariani murió, a los 42 años, al día siguiente de la tragedia a raíz de las profundas heridas.
La señora de Mariani, tras el accidente, quedó atrapada entre los hierros que se desprendieron de los asientos al precipitarse hacia el compartimento de equipajes con sus dos piernas rotas. Pese a no conocer a ninguno de los pasajeros a bordo, fueron los jóvenes rugbiers quienes intentaron liberarla y salvar su vida. Sin embargo, sus esfuerzos fueron en vano. En los relatos de varios supervivientes, recuerdan con tristeza los gritos de dolor que Graciela dio durante toda la primera noche, hasta que su cuerpo no pudo resistir más y falleció al mediodía siguiente, a los 42 años de edad, como una de las 5 mujeres que no volvieron de la Cordillera.
Como si no pudiera escapar del destino, veinte años después, Tito Regules se volvió a dormir, pero esta vez mientras conducía su automóvil en un viaje por las rutas del departamento uruguayo de Rocha. Volvía de cambiar un parabrisas cuando se estrelló con la parte trasera de un camión y murió en el acto.
tapa diario uruguayo
La tapa de uno de los diarios uruguayos de la época.
Lista completa de 45 pasajeros (rugbiers, amigos y familiares)
- Roberto Canessa (sobreviviente)
- Fernando Parrado (sobreviviente)
- Gustavo Zerbino (sobreviviente)
- Antonio Vizintín (sobreviviente)
- Carlos Páez (sobreviviente)
- Roy Harley (sobreviviente)
- Roberto François (sobreviviente)
- Alfredo Delgado (sobreviviente)
- Francisco "Panchito" Abal
- Gastón Costemalle
- Rafael Echavarren
- Alexis Hounié
- Guido Magri
- Marcelo Pérez del Castillo
- Gustavo Nicolich
- Diego Storm
- Enrique Platero
- Álvaro Mangino (sobreviviente)
- Eduardo Strauch (sobreviviente)
- Adolfo "Fito" Strauch (sobreviviente)
- Ramón Sabella (sobreviviente)
- Pedro Algorta (sobreviviente)
- Jose Luis "Coche" Inciarte (sobreviviente)
- Daniel Fernández (sobreviviente)
- Javier "Dumbo" Methol (sobreviviente)
- Liliana Navarro Petraglia de Methol
- Felipe Maiquirrian
- Graziela Augusto Gumila de Mariani
- Julio Martínez–Lamas
- Juan Carlos Menéndez
- Dr. Francisco Nicola
- Esther Horta Pérez de Nicola
- Arturo Nogueira
- Eugenia Dolgay Diebug de Parrado
- Susana Parrado
- Daniel Shaw
- Numa Turcatti
- Carlos Valeta
- Fernando Vázquez
- Daniel Maspons
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La lista oficial del vuelo 571 del Fairchild FH-227D de la Fuerza Aérea Uruguaya.
Los 5 miembros de la tripulación del Fairchild FH-227D
- Ovidio Joaquín Ramírez
- Carlos Roque
- Ramón Martínez
- Dante Héctor Laguara
- Julio César Ferradas
Lo que siguió fue una historia inimaginable de supervivencia, protagonizada por un grupo de jóvenes jugadores de rugby, amigos y parientes, quienes se enfrentaron a temperaturas inhóspitas, falta de alimentos y la desesperación de ser dados por muertos. A casi 4.000 metros de altura, atrapados por la nevada cadena de los Andes, el grupo logró subsistir dentro de la parte delantera del fuselaje. La falta de alimentos los llevó a una decisión difícil: alimentarse con los cuerpos de los fallecidos. Después de 16 días, un alud los sepultó a todos y los llevó a estar 3 días bajo un metro de nieve, con un saldo de ocho personas fallecidas por asfixia. Sin embargo, dos de ellos lograron cruzar a pie la cadena montañosa de los Andes y fueron rescatados después de 72 días de hambre, dolor y sufrimiento.
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Los pasajeros en la escala en Mendoza, en el aeropuerto El Plumerillo.