El glaucoma es una de las enfermedades de los ojos más habituales en la Argentina y el mundo, que puede llevar a una pérdida de la visión y desembocar en una ceguera irreversible. Durante su primera etapa no suele presentar síntomas e incluso puede confundirse con otras afecciones, por lo que los especialistas lo definen como "el ladrón silencioso de la vista".
Pese a que puede surgir a cualquier edad, es una enfermedad que habitualmente aparece desde los 40 años y ocurre cuando en el ojo se acumula el líquido humor acuoso, cuya función es nutrir y mantener la presión ocular. Este inconveniente provoca que el fluido presione sobre las estructuras y afecte al nervio óptico, un conjunto de fibras nerviosas que conecta los ojos con el cerebro y permite transmitir señales visuales.
Cada 9 de octubre se celebra el Día Mundial de la Visión para concientizar sobre los problemas oculares. En este marco, el glaucoma se destaca como una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo.
Según la Asociación Mundial de Glaucoma, cerca de 80 millones de personas padecen la afección en el mundo, aunque la organización estima que la cantidad ascenderá a casi 112 millones en 2040. También advirtió que la mitad de la población afectada desconoce que sufre la patología. En tanto, en Argentina se calcula que el 3% de los mayores de 40 años y el 7% de los más de 75 la presentan.
La Glaucoma Research Foundation, una reconocida organización estadounidense que investiga la enfermedad, marca que los factores de riesgo son tener más de 60 años, antecedentes familiares de glaucoma, miopía o hipermetropía, presión ocular alta, una lesión en el ojo, una córnea central delgada, usar medicamentos esteroides y tener ascendencia africana, asiática o hispana. También la mala alimentación, tener diabetes y obesidad incrementan las posibilidades de que aparezca.
En este marco, la jefa del servicio de oftalmología del Hospital Garrahan y expresidenta de la Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil (SAOI), Viviana Abudi, explicó a C5N la visión de los pacientes con la afección: "Principalmente, lo que se daña es el campo visual. Por ejemplo, si una persona mira un punto fijo y se pone las manos a los costados, puede verse las manos aunque mire hacia adelante. Sin embargo, con el glaucoma, el campo visual se estrecha y la persona se da cuenta cuando se va reduciendo mucho".
"De entrada, si ocurre un pequeño estrechamiento, es muy difícil darse cuenta. Cuando ya hay un estrechamiento grande, aparecen las dificultades importantes por las consecuencias en la vida cotidiana. En la fase terminal, los pacientes quedan como si vieran por dos pequeños agujeros y eso es lo último que queda. En estos casos, ya se perdió la percepción visual. Es el Alzheimer de los ojos", agregó en esta línea.
Por su parte, el director médico de la Clínica de Ojos Santa Lucía y oftalmólogo del Hospital Rivadavia, Federico Israel, detalló a este medio que generalmente compromete a los dos ojos y a hombres y mujeres por igual. Además, marcó que se registra una menor cantidad de pacientes con ausencia de visión: "Hoy en día, la ceguera por glaucoma no es tan frecuente y se observa cada vez menos. Depende mucho del control y de las campañas. Es una enfermedad tratable y controlable con los años".
Las diferencias en los tipos de glaucoma y los casos en los niños
En tal sentido, Israel se refirió a las características de los dos tipos principales de glaucoma. "El agudo ocurre cuando el lugar por donde se evacúa el líquido del ojo, llamado ángulo iridocorneal, por distintas situaciones puede tender a cerrarse y eso genera un aumento brusco de la presión ocular, que puede provocar dolor, ojos rojos o visión borrosa", expuso.
"En cambio, el glaucoma crónico de ángulo abierto, se manifiesta cuando el lugar donde se evacúa el líquido del ojo de a poco se tapa y no se evacúa bien el líquido por lo que crece la presión ocular y se daña el ojo", señaló. Esta forma de la enfermedad es la más común por amplio margen ya que representa el 90% de los casos.
Glaucoma
Los ojos pueden ponerse rojos con el glaucoma.
En tanto, Abudi alertó que los niños también pueden padecer un glaucoma congénito: "Los chicos pueden nacer con glaucoma. En la panza de las madres la malla trabecular está tapada y en general, cuando los bebés nacen, se desobstruye. Sin embargo, cuando eso no sucede, nacen con glaucoma. Estos casos son muy poco frecuentes y se da en poblaciones vulnerables con consanguinidad y que tienen vínculo entre familia por tradición. Los que nacen con glaucoma suelen tener molestias a la luz, dolor, no comen, no duermen y están irritables".
También precisó las señales de alarma en esos chicos. "En los casos mínimos, los ojos se ponen más grandes y con pestañas largas. En los otros casos, hay ojos turbios y hay que actuar inmediatamente porque el nervio óptico se muere, por lo que rápidamente hay que darles un tratamiento", marcó.
"Con un tratamiento a tiempo, la visión se conserva"
Por otro lado, los especialistas explicaron en qué consisten los tratamientos, aunque no existe una cura definitiva. "Hay un montón de gotas que pueden usarse una o dos veces por día. Si eso no funciona, hay láseres que se pueden hacer en el ojo para bajar la presión ocular. Si los dos métodos no tienen efecto, existen cirugías para disminuir la presión ocular", afirmó Israel.
En este marco, Abudi profundizó sobre la prevención: "La buena alimentación, la suplementación, los nutrientes, la vida al aire libre y hacer deporte baja la posibilidad del glaucoma de ángulo abierto ya que ayuda a que la malla trabecular no envejezca. Con un tratamiento a tiempo, la visión se conserva".
Presión ocular
Los especialistas sugieren medir la presión ocular.
Asimismo, Israel describió los valores normales de la presión ocular y cómo se mide: "Se usa un aparato llamado tonómetro. Los que tienen menos de 18 milímetros de mercurio (mmHg) están en un nivel normal, mientras que los de entre 18 a 21 son sospechosos y en los de más de 21 puede haber un glaucoma. Un glaucoma normal tarda entre 5 y 8 años en alterar el campo visual. Entonces, muchas veces se hace una evaluación cuando ya es tarde y la enfermedad está muy avanzada".
Por su parte, Abudi sugirió que se debe registrar la presión ocular durante los controles oftalmológicos y señaló que "tener 28 o 29 mmHg constantemente e ir perdiendo fibras no da síntomas. Por eso, las personas se dan cuenta recién cuando notan que están perdiendo el campo visual".