Este martes 5 de noviembre de 2024, la liturgia invita a los fieles a reflexionar sobre el servicio y la humildad a través de las lecturas de San Pablo y del Evangelio de San Lucas. En un contexto donde el valor del servicio hacia los más necesitados y marginados cobra importancia, la reflexión de la palabra de Dios señala el sacrificio y la entrega de Jesús como modelo de vida para los creyentes.
La primera lectura, extraída de la carta de San Pablo a los Filipenses, describe cómo Jesús, a pesar de su condición divina, se humilló tomando la forma de un siervo. Su obediencia y sacrificio, incluso hasta la muerte en la cruz, muestran una entrega absoluta que los fieles están llamados a emular. Según San Pablo, esta renuncia y humildad le otorgaron a Jesús un lugar privilegiado, ante el cual toda rodilla se inclina en señal de respeto y adoración.
Por otro lado, el Evangelio de San Lucas recuerda la parábola del banquete. En esta historia, Jesús relata cómo el anfitrión, al ver rechazada su invitación por los primeros convocados, decide abrir sus puertas a los excluidos de la sociedad: los pobres, los lisiados, los ciegos y los cojos. De esta manera, la enseñanza enfatiza que en el Reino de Dios todos son bienvenidos y que el verdadero valor está en la inclusión y la generosidad.
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La carta a los Filipenses destaca la grandeza de Jesús, quien se anonadó a sí mismo por obediencia a Dios.
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Primera lectura para hoy, 5 de noviembre de 2024
Carta de San Pablo a los Filipenses (Flp 2, 5-11):
“Hermanos: Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”
Evangelio de hoy, martes 5 de noviembre de 2024
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 14, 15-24):
“En aquel tiempo, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: ‘Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios’. Entonces Jesús le dijo: ‘Un hombre preparó un gran banquete y convidó a muchas personas. Cuando llegó la hora del banquete, mandó un criado suyo a avisarles a los invitados que vinieran, porque ya todo estaba listo. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. Uno le dijo: "Compré un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me disculpes". Otro le dijo: "Compré cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes". Y otro más le dijo: "Acabo de casarme y por eso no puedo ir". Volvió el criado y le contó todo al amo. Entonces el señor se enojó y le dijo al criado: ‘Sal corriendo a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a mi casa a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos’. Cuando regresó el criado, le dijo: ‘Señor, hice lo que me ordenaste, y todavía hay lugar’. Entonces el amo respondió: ‘Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete’.”
Santo del día: Santa Isabel y San Zacarías, padres de Juan el Bautista
En la conmemoración de hoy, se recuerda a Santa Isabel y San Zacarías, padres de Juan el Bautista. La figura de Zacarías representa la obediencia y la fe, ya que pese a sus dudas iniciales, finalmente aceptó la voluntad de Dios y cumplió su misión. Santa Isabel, por su parte, es recordada por su humildad y por ser una mujer justa y piadosa.
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Santa Isabel y San Zacarías, ejemplos de fe, confiaron en los planes de Dios para sus vidas.
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A través de su historia, Santa Isabel y San Zacarías nos muestran la importancia de confiar en los designios divinos, incluso cuando parecen imposibles. Su vida en familia es un ejemplo de devoción y esperanza en las promesas de Dios.