El sitio web oficial del Vaticano publicó el Evangelio para hoy, jueves 15 de agosto. La liturgia católica diaria ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la palabra de Dios, y hoy no es la excepción. En la publicación, se destacan la lectura recomendada y el santo del día, invitando a los fieles a profundizar en su espiritualidad.
Diariamente, el Vaticano publica el Evangelio que guía la meditación de los creyentes. Este recurso busca acompañar a los fieles en su jornada espiritual, brindando enseñanzas para la reflexión personal. El Papa Francisco también contribuye con palabras de reflexión, animando a los creyentes a poner en práctica las enseñanzas del Evangelio.
En su mensaje para hoy, el Papa Francisco destaca que el encuentro con Jesús a menudo provoca un sentimiento de asombro. Este asombro, según el Papa, es una señal de que el encuentro con Dios es genuino y no una mera costumbre. Este sentimiento de sorpresa es considerado un "certificado de garantía" de la autenticidad del encuentro espiritual.
Evangelio
La liturgia católica diaria ofrece una oportunidad para la reflexión espiritual, y la publicación de hoy destaca tanto la lectura recomendada como el santo del día, invitando a los fieles a profundizar en su fe.
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Primera lectura para hoy, 15 de agosto de 2024
Según el Vaticano, la primera lectura del día es la lectura del libro del Apocalipsis Apoc 11, 19; 12, 1-6. 10.
Se abrió el templo de Dios en el cielo y dentro de él se vio el arca de la alianza. Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y a punto de dar a luz y gemía con los dolores del parto.
Pero apareció también en el cielo otra figura: un enorme dragón, color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y una corona en cada una de sus siete cabezas. Con su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Después se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo, en cuanto éste naciera. La mujer dio a luz un hijo varón, destinado a gobernar todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue llevado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios.
Entonces oí en el cielo una voz poderosa, que decía: “Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías”.
Evangelio de hoy, jueves 15 de agosto de 2024
También publicaron la Lectura del santo evangelio según san Lucas Lc 1, 39-56.
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Entonces dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia
para siempre’’.
María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.
Santo del día: Santa María del Alba
Se celebra que una persona concreta, María, ya posee en plenitud, y totalmente (asunta en cuerpo y alma, según la definición de Pio XII, en 1950) aquello para lo que para cada uno de nosotros es objeto de esperanza. A María, después de Jesús, procede mejor que a nadie la constatación que Dios «exalta a los humildes». También nosotros estamos llamados a una felicidad plena, total, definitiva.