Cuál es el primer parque de diversiones que tuvo Argentina

En 1911 abrió sus puertas para ofrecer atractivos juegos que entretuvieron a las familias durante casi dos décadas. Se destacaron el Monte Fuji y el Circo Romano.

En la Ciudad de Buenos Aires, hace más de un siglo, se levantó una joya del entretenimiento que marcó un antes y un después en la vida social de la ciudad: el Parque Japonés. Esta atracción, que no hay que confundir con el Jardín Japonés ubicado en Palermo, no solo fue pionera en su tipo, sino que también logró convertirse en un emblema de modernidad y encuentro para miles de visitantes.

El Parque Japonés abrió sus puertas en 1911, sorprendiendo a porteños y turistas con atracciones modernas en la época como el Monte Fuji, un símbolo del parque que ofrecía vistas panorámicas únicas, y el Circo Romano, un teatro al aire libre que recreaba los días de la antigua Roma. Durante sus años dorados, el parque fue un imán de curiosidad, albergando espectáculos y actividades que acercaban culturas lejanas a una sociedad que aún desconocía la globalización.

Este espacio, que alguna vez fue el epicentro del entretenimiento en la ciudad, desapareció con el paso del tiempo, pero su historia persiste como un capítulo importante en la memoria cultural de nuestro país. Su relevancia amerita explorar los detalles de su creación, su auge y su inevitable ocaso.

Parque japonés

Cuál es la historia de los parques de diversiones en Argentina: dónde estuvo el primero

El primer parque de diversiones de Argentina, el Parque Japonés, comenzó su historia en 1911 en el predio donde actualmente se encuentra el Parque Thays, ubicado entre Retiro y Recoleta, en la Ciudad de Buenos Aires. Este espacio, diseñado inicialmente como un jardín japonés por el paisajista Carlos Thays, se transformó en un lugar de entretenimiento masivo gracias a la dirección del arquitecto Alfred Zucker, quien incluyó instalaciones imponentes y atracciones inéditas para la época.

Desde sus inicios, el parque ofreció experiencias únicas. La montaña Monte Fuji, una construcción que imitaba al famoso volcán japonés, era la atracción principal. Los visitantes recorrían 1400 metros de vías que bordeaban sus laderas, disfrutando de vistas incomparables del barrio. El Circo Romano, con su decoración de columnas jónicas y esfinges, brindaba espectáculos teatrales que transportaban a la antigua Roma.

Parque japonés

El parque también destacaba por sus dos lagos artificiales conectados por una cascada. Los botes venecianos llevaban a los visitantes hasta la Isla de las Geishas, donde podían disfrutar de un restaurante. Además, eventos como acrobacias, espectáculos de bandas musicales y fuegos artificiales completaban la oferta de entretenimiento.

Tras un incendio en 1912, el parque fue renovado y reabierto con nuevas atracciones, como el Water Chute, una pintoresca rampa acuática. También se sumaron propuestas innovadoras, como un restaurante temático y espectáculos internacionales que incluían simulaciones del Lejano Oeste y exhibiciones de culturas exóticas.

Parque japonés

Aunque el Parque Japonés brilló durante dos décadas, su declive comenzó en los años veinte, en parte debido a la pérdida de popularidad y cambios en la administración. Finalmente, un incendio en 1930 destruyó su icónica montaña, marcando el cierre definitivo poco tiempo después.