Aterrorizó en Nueva York, era sospechoso de varios crímenes y cayó por una multa de tránsito

La presión pública crecía y el temor se expandía, especialmente entre los jóvenes que frecuentaban la noche neoyorquina, uno de los blancos recurrentes del atacante.

  • David Berkowitz tuvo una infancia marcada por la adopción, conflictos familiares y problemas psicológicos desde temprana edad.
  • Sirvió en el Ejército de Estados Unidos y, tras regresar a Nueva York, retomó vínculos familiares que profundizaron su crisis personal.
  • Entre 1976 y 1977 cometió una serie de ataques con un revólver calibre .44 que dejaron seis muertos y siete heridos. Sus cartas a la prensa y su firma como “Hijo de Sam” aportaron un componente simbólico y mediático al caso.
  • Fue detenido en agosto de 1977 gracias al rastreo de una multa de estacionamiento y confesó todos los crímenes durante el interrogatorio.

Durante la década del 70, Nueva York vivió una de sus etapas más oscuras bajo la amenaza de un atacante serial que sembró el miedo en barrios enteros y mantuvo en vilo a la policía. Los ataques, aparentemente inconexos, pero marcados por una violencia extrema, generaron una sensación de inseguridad constante en una ciudad ya golpeada por la crisis social y económica.

El caso del Hijo de Sam se convirtió rápidamente en un fenómeno mediático y en una de las investigaciones criminales más complejas de la historia estadounidense. A medida que se acumulaban las víctimas y los testimonios, las autoridades comenzaron a delinear un patrón que apuntaba a un mismo responsable, aunque sin resultados concretos durante meses. El giro inesperado del caso llegó con una infracción de tránsito.

Cuál es la historia de "El hijo de Sam", el asesino en serie que causó terror en Nueva York

El hijo de Sam

David Berkowitz, que trabajaba como empleado postal cuando fue arrestado, nació el 1 de junio de 1953 y fue dado en adopción a los pocos meses a Nathan y Pearl Berkowitz, un matrimonio residente en el Bronx, en la ciudad de Nueva York.

Desde su infancia manifestó conductas violentas, episodios depresivos y, según su propio testimonio, padeció convulsiones y estados alterados de conciencia en los que sentía que una fuerza ajena tomaba control de su cuerpo.

Al finalizar la escuela secundaria, en 1971, Berkowitz ingresó al Ejército de Estados Unidos, donde sirvió durante tres años y fue destinado, entre otros lugares, a Corea del Sur. Tras su regreso a Nueva York, intentó reconstruir el vínculo con su madre biológica y se enteró de que su padre biológico nunca quiso reconocerlo. Más tarde atribuyó parte de su deriva criminal a ese contexto personal, aunque con el tiempo admitió que sus primeras explicaciones sobre supuestas influencias demoníacas respondían más a una necesidad de justificarse que a hechos reales.

Entre 1976 y 1977, Berkowitz protagonizó una serie de ataques armados utilizando un revólver calibre .44 que sembraron el pánico en la ciudad. En un período de trece meses asesinó a seis personas y dejó heridas a otras siete, eligiendo principalmente a mujeres jóvenes y parejas que se encontraban dentro de automóviles, estacionados o circulando por zonas residenciales. Durante ese tiempo fue conocido como “el asesino del calibre .44”, ya que su identidad no se conoció públicamente hasta agosto de 1977.

Tras los primeros ataques, el agresor comenzó a dejar cartas manuscritas en las escenas del crimen y a enviar mensajes a periodistas neoyorquinos. Esos textos, cargados de referencias simbólicas y esotéricas, complicaron aún más la investigación. La prensa lo bautizó “el Hijo de Sam”, nombre con el que firmaba sus notas y que aludía, según sus declaraciones iniciales, a un perro llamado Sam, la mascota de un vecino, que supuestamente le daba órdenes para matar.

La lista de víctimas incluyó a Rosemary Keenan, Carl Denaro, Donna DeMasi, Joanne Lomino, Christine Freund, John Diel, Virginia Voskerichian, Valentina Suriani, Alexander Esau, Sal Lupo, Judy Placido, Stacy Moskowitz y Robert Violante. Décadas después, en 2024, la policía de Nueva York incorporó oficialmente a Wendy Savino tras una revisión del expediente.

El desenlace del caso se produjo gracias a un dato aparentemente menor: la noche del asesinato de Stacy Moskowitz, una vecina de Brooklyn vió a un hombre retirando una multa de estacionamiento de su vehículo instantes antes de oír los disparos.

Los investigadores siguieron la pista de esa infracción y dieron con el registro del automóvil en la ciudad de Yonkers, donde figuraba a nombre de David Berkowitz, quien ya despertaba sospechas en la policía local. Además, se descubrió que su coche había sido multado en áreas cercanas a otros ataques.

El 10 de agosto de 1977, detectives localizaron el vehículo frente al edificio donde vivía Berkowitz y observaron un arma en su interior. Tras montar vigilancia, lo arrestaron cuando salió del lugar, hallando municiones tanto en el auto como en sus bolsillos. Durante el interrogatorio, Berkowitz confesó de manera detallada los crímenes y asumió su responsabilidad como el autor del caso conocido como el “Hijo de Sam”.