ACV en bebés, niños y adolescentes: los síntomas clave para detectarlo y las diferencias con los adultos

Pese a que principalmente los accidentes cerebrovasculares afectan a los mayores de 60 años, también se registran casos pediátricos con características particulares que deben identificarse rápidamente.

Los accidentes cerebrovasculares (ACV) afectan principalmente a los mayores de 60 años y, aunque es poco común, también pueden registrarse en los bebés, niños y adolescentes, con características que en algunos casos varían de los adultos. Además, requieren una atención médica urgente para que el daño al cerebro sea el menor posible y mejorar las posibilidades de recuperación.

Cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del ACV para concientizar sobre esta patología, que ocurre cuando la sangre no llega al cerebro, lo que provoca que las células cerebrales comiencen a morir, ya que no reciben oxígeno ni nutrientes. Hay dos tipos principales: el isquémico se presenta cuando una arteria se obstruye por un coágulo, mientras que el hemorrágico sucede por la rotura de una arteria.

A diferencia de los adultos, donde el isquémico es notoriamente más frecuente, ya que significa el 85% de los casos, en los pediátricos el margen se achica notablemente. Un estudio publicado en PubMed, la base de datos administrada por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, expuso que de 10.688 niños analizados con un diagnóstico de ACV, el 59% fueron isquémicos y el 41% hemorrágicos, aunque puede variar de acuerdo a la región.

En tanto, el Hospital Garrahan advierte en su sitio web que los accidentes cerebrovasculares afectan en la infancia a entre 3 y 6 de cada 100.000 personas y en el periodo neonatal la incidencia sube a entre 27 y 29 cada 100.000. Además, ambos tipos de ataques cerebrales tienen una prevalencia de 1 cada 3.500 recién nacidos.

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El ACV también puede registrarse en bebés, niños y adolescentes.

El ACV también puede registrarse en bebés, niños y adolescentes.

Por su parte, el Hospital Infantil Real de Melbourne, uno de los establecimientos pediátricos más importantes del mundo, estima que la tasa de mortalidad del ACV infantil oscila entre el 5% y 10%.

En este marco, la neuróloga del Hospital San Bernardo de Salta, Gabriela Orzuza subrayó en diálogo con C5N que este problema de salud es inusual en los niños: "No es frecuente. De hecho, muchas veces a los equipos de salud les cuesta pensar en un ACV cuando algún niño tiene síntomas neurológicos".

"Los neonatos, que son los que tienen menos de un mes de vida, pueden presentar un mayor riesgo de enfermedades cerebrovasculares cuando son prematuros o tienen alguna malformación en el desarrollo que los predisponga a tener un ACV. Entonces, esa población tiene más incidencia en esa etapa. Cuando ya pasó ese momento, el pico de probabilidades desciende", marcó.

La Organización Internacional de Accidentes Cerebrovasculares Pediátricos alerta que esta patología, que requiere de una asistencia médica urgente, puede tener consecuencias severas en los niños:

  • Entre el 60% y 70% tiene alguna discapacidad a largo plazo.
  • Entre el 15% y 20% que tienen uno isquémico y más del 17% que sufren uno hemorrágico tiene epilepsia.
  • Cerca del 46% desarrolla TDAH.
  • Alrededor del 41% presenta algún trastorno de lenguaje.
  • El 59% desarrolla un trastorno psiquiátrico.

Los síntomas distintos y similares del ACV pediátrico en comparación con los adultos

Los signos de alerta de accidentes cerebrovasculares en los niños pequeños frecuentemente son distintos a los de los adultos. "En los neonatos, las convulsiones a partir de las 24 horas de vida son un síntoma cardinal. No tienen déficit motor ni hemiparesia. Además, se puede presentar una encefalopatía, lo que implica que la conciencia está comprometida", señaló a C5N María Celeste Boumpadre, neuróloga del Hospital Garrahan. En algunos casos también puede registrarse cambios en el tono muscular o un rechazo al alimento.

En tal sentido, marcó los síntomas de niños más desarrollados o adolescentes que también coinciden con los de la población adulta: "Hay otros signos como los de los adultos y más fáciles de identificar, como dejar de hablar, que la mitad del cuerpo no se mueva, el compromiso facial, la inestabilidad en la marcha o una cefalea muy intensa. Los adolescentes también pueden decir que tienen alteraciones en el campo visual, lo que es difícil que los chicos lo cuenten".

Niño dolor de cabeza
El dolor de cabeza puede ser un síntoma de ACV.

El dolor de cabeza puede ser un síntoma de ACV.

También puede registrarse vómitos y náuseas, dificultades para tragar, molestias en el cuello, somnolencia y vértigo.

Por su parte, Orzuza remarcó que los indicios se supeditan a la etapa de vida de los pacientes. "Los síntomas dependerán del estado de desarrollo de los niños. Por ejemplo, si no camina no se pueden detectar trastornos en la movilidad y si no habla, tampoco se pueden advertir problemas de ese tipo", expresó.

En tanto, sugirió vigilar las conductas para sospechar de posibles casos de ACV. "Hay que estar muy atentos al comportamiento de los niños, por si están molestos o confundidos", advirtió.

"En pediatría, las causas son diferentes"

Por otro lado, Boumpadre distinguió los factores desencadenantes en el ACV pediátrico con respecto a las personas adultas: "A diferencia de los adultos, que se pueden tratar factores de riesgo primarios como la hipertensión, la obesidad, el sedentarismo o el tabaquismo para bajar las chances de un ACV, en pediatría las causas son diferentes y no pueden modificarse con cambios de conducta".

"En los chicos, los problemas en las arterias son la causa más frecuente del ACV. Además, se pregunta siempre si hubo antecedentes de ACV en familiares, sobre todo de primer grado, en menores de 50 años", agregó la neuróloga del Hospital Garrahan en esta línea.

En esta línea, Orzuza hizo alusión a los orígenes de los accidentes cerebrovasculares en pediatría: "Puede haber malformaciones congénitas, que no son evitables, o enfermedades genéticas. En los niños se puede encontrar enfermedades de la sangre que favorecen la formación de coágulos, afecciones infecciosas o vasculitis".

También la neuróloga del Hospital San Bernardo de Salta subrayó que el cuidado preventivo difiere de los adultos. "La prevención también es distinta. Si hay una enfermedad, se debe realizar un tratamiento completo. Por ejemplo, si hay una cardiopatía, se debe usar un tratamiento anticoagulante o si hay una enfermedad hematológica, hay que hacer controles específicos y seguimiento estricto para que no se genere un ACV", explicó.

El factor vital de la asistencia rápida

Por otra parte, Boumpadre expuso los procedimientos médicos en los casos de ACV pediátrico: "En el periodo ventana, se puede realizar un tratamiento llamado hiperagudo, que es de revascularización o de reperfusión, como se hace en los adultos. Después de este periodo, hay una etapa de neuroprotección y debe evitarse que el cerebro siga sufriendo y que el área de infarto se agrande. Por ejemplo, la presión baja o la glucemia alterada son factores de riesgos para que se amplíe".

Por su parte, Orzuza destacó que es relevante proceder rápidamente: "El tiempo es vital porque cuanto antes se haga la reperfusión arterial, menos neuronas morirán. Dentro de las primeras horas se puede usar un trombolítico en los niños, que es una medicación para abrir la arteria cuando hay un coágulo, o una trombectomía mecánica, que consiste en sacar el coágulo mecánicamente con un catéter".

Médicos
El ACV requiere atención médica urgente.

El ACV requiere atención médica urgente.

"Después de las primeras horas, ya no se puede porque implica un daño mayor. Con métodos de imágenes como resonancias, se puede extender la ventana incluso hasta las 24 horas, pero el concepto central es que cuanto antes se haga, mejor. En el ACV hemorrágico, el tratamiento puede incluir una neurocirugía", sostuvo.

También señaló el análisis del origen de los accidentes cerebrovasculares para evitar reincidencias: "Pasadas las primeras horas, el tratamiento consiste en buscar el origen por el que se produjo el ACV e instaurar el tratamiento específicamente sobre esa causa. Como no todas son las mismas, requieren tratamientos distintos a futuro para evitar un segundo evento".

"Tras la estabilización del paciente, se busca la etiología para saber de dónde pueden venir los coágulos. Por ejemplo, se estudia el corazón para ver la posibilidad de malformaciones del desarrollo cardíaco, una dilatación cardíaca o una arritmia. Si esto se descubre, el paciente debe estar anticoagulado para no generar un nuevo ACV", expresó.

En tal sentido, se refirió a un daño en las arterias: "Los niños también pueden tener disecciones arteriales, que son un desgarro en una de las paredes de las arterias y favorecen que un trombo se aloje ahí. Ese paciente, si no requiere una cirugía, eventualmente necesitará una antiagregación plaquetaria, como aspirina".

La rehabilitación, un punto clave que puede marcar vidas

En tanto, Boumpadre explicó que la recuperación en el ACV pediátrico debe comenzar lo más pronto que sea factible y señaló que es semejante a las personas adultos: "La rehabilitación es similar a los adultos y se aconseja que se haga cuanto antes, incluso si el paciente está internado. No solo es motor, sino que habitualmente se evalúa el lenguaje y si está comprometido, se puede recibir ayuda de una fonoaudióloga o psicopedagoga".

"Una de las secuelas más importantes o limitantes es la pérdida del uso de la motricidad fina de la mano. Eso a pesar de que puede recuperarse bastante la movilidad y de la fuerza, la mano puede quedar con mayor dificultad y eso agrega mucha discapacidad a los chicos", especificó.

Asimismo, Orzuza apuntó hacia consecuencias de este problema de salud: "En los niños es devastador porque si no se llega a realizar la reperfusión de la arteria, no hay un tratamiento hiperagudo y sí secuelas, muchas veces la rehabilitación es de por vida y queda permanentemente discapacitado con un impacto social, económico y de su calidad de vida".

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