A 90 años de la muerte de Carlos Gardel: el mito que nació entre titulares periodísticos y artimañas políticas

El Zorzal Criollo murió el 24 de junio de 1935 en un trágico accidente aéreo ocurrido en Medellín. Fue despedido en un funeral de dimensiones épicas, motivado por una orquestada campaña mediática que sirvió a oscuros intereses políticos en plena Década Infame.

La tarde del 24 de junio de 1935, un avión Ford Trimotor perteneciente a la empresa SACO se desvió durante las maniobras de despegue en el aeropuerto Olaya Herrera de Medellín y chocó contra otra aeronave de la empresa SCADTA que esperaba en la pista su turno para despegar. Ambos aviones se incendiaron y murieron 17 pasajeros. Uno de ellos era Carlos Gardel. Tenía 44 años y estaba en el pináculo de su carrera artística.

La trágica muerte de Gardel en Colombia fue un suceso que no solo enlutó a un continente, sino que también se convirtió en un hito en la construcción de mitos populares en Argentina. La figura del "Zorzal Criollo" trascendió la música para transformarse en un símbolo de la cultura popular, en buena parte alimentado por una orquestada campaña mediática que sirvió a oscuros intereses políticos.

El fatal accidente aéreo cortó de tajo una carrera en pleno apogeo, generó una conmoción sin precedentes y desató un duelo colectivo más allá del Río de la Plata. Al mismo tiempo, catapultó a Gardel a la inmortalidad.

carlos gardel

La magnitud del dolor y la identificación del pueblo con el cantor fueron elementos clave para que su figura se elevara a la categoría de leyenda. El adiós a Gardel se convirtió en un evento de dimensiones épicas, un funeral que no tuvo parangón en la historia argentina hasta ese momento.

Cuando el mito sirve a la política: el escándalo de las carnes y el asesinato en el Senado

Detrás de esta gigantesca muestra de duelo y admiración popular se escondían intereses oscuros y pragmáticos. En plena Década Infame, un período signado por los fraudes electorales, la miseria y la represión a las clases populares, el gobierno de turno, encabezado por el general Agustín P. Justo, encontró en la muerte de Gardel una oportunidad de oro para desviar la atención pública de un turbio escándalo de corrupción en el que había dejado todos los dedos pegados.

En su biografía Gardel, el profesor de Historia Felipe Pigna lo relata de la siguiente manera: “Hacía dos años que el vicepresidente Julio Argentino Roca (hijo) había firmado con el titular del Board of Trade británico, sir Walter Runciman, el Convenio de Londres, más conocido como «Pacto Roca-Runciman». Sus cláusulas, verdadero «estatuto legal del coloniaje», como denunciaban Arturo Jauretche, Homero Manzi y sus correligionarios de la recientemente creada Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina (FORJA), pronto mostraron sus consecuencias ruinosas para los intereses de nuestro país”.

pacto Roca-Runciman
FORJA

Aquel escándalo era el resultado de una serie de negociados espurios y denuncias de corrupción en la industria frigorífica, un sector vital para la economía argentina de la época. Las ramificaciones del caso eran amplias y comprometían a figuras de alto nivel, generando un descontento social creciente y una profunda crisis de confianza en las instituciones.

“En mayo de 1935, una comisión investigadora del Senado de la Nación presidida por el senador por Santa Fe, Lisandro de la Torre, había presentado un informe que contenía las conclusiones sobre algunos de esos actos de corrupción. El «debate de las carnes» concluiría el 23 de julio con el asesinato del senador electo Enzo Bordabehere, que recibió en el recinto parlamentario los disparos destinados a don Lisandro", explica Pigna.

asesinato Enzo Bordabehere

El crimen de Bordabehere conmocionó al país y profundizó la sensación de inestabilidad y violencia que caracterizaba a la Década Infame.

En este contexto de ebullición política y social, el fallecimiento de Gardel y la subsiguiente construcción de su mito a partir de una contundente campaña mediática impulsada por el influyente y popular diario Crítica funcionaron como una cortina de humo perfecta al servicio del gobierno de Justo.

La expresión masiva de dolor popular por el ídolo del tango, hábilmente amplificada, desvió la atención de las denuncias de corrupción y del asesinato de Bordabehere, ofreciendo una válvula de escape emocional a la sociedad.

La orquestación del duelo desde las páginas del diario Crítica

En este escenario de luto masivo, el diario Crítica, el de mayor tirada en aquellos años, jugó un papel fundamental. Reconocido por su estilo sensacionalista y su capacidad de movilización, el medio fundado por Natalio Botana se erigió en el principal motor de la creación del mito gardeliano post-mortem. Sus páginas se llenaron de homenajes, crónicas emotivas y relatos que magnificaban la figura del cantor hasta límites insospechados.

“Según cuenta en sus memorias Helvio Botana, hijo del fundador de Crítica, su padre Natalio se reunió con el general-presidente Agustín P. Justo, su amigo, y decidieron aprovechar la fama que Carlitos había cosechado en el exterior y el culto a Gardel recién fallecido que había comenzado con homenajes multitudinarios en Lisboa para luego desarrollarse en París, Nueva York y Madrid”, señala Pigna en su libro.

“Se trataba de usar la figura del gran cantor, convertido en El Cantor, para llenar las primeras planas de los diarios. Lo peor de la política argentina pretendía utilizar a lo mejor de la cultura nacional para desviar la mirada de la opinión pública sobre la corrupción y los negociados de la «década infame», en particular del escandaloso asesinato en el Senado de la Nación”, remarca el profesor de Historia.

tapas diarios muerte Gardel

La repatriación del cuerpo de Gardel se convirtió en una verdadera epopeya mediática. Crítica siguió cada paso del periplo de los restos del Zorzal, desde su partida desde Medellín, su paso por Barranquilla, Panamá, Nueva York, Río de Janeiro y Montevideo, hasta su desembarco en Buenos Aires, el 5 de febrero de 1936. Cada escala fue cubierta con profusión de detalles, alimentando la expectativa y la devoción popular.

La organización del funeral, que tuvo su punto culminante en el estadio Luna Park, fue otro capítulo magistralmente orquestado por el diario de Botana y otras fuerzas interesadas. Miles de personas se congregaron para despedir a Gardel, en un evento que superó todas las previsiones de asistencia y que, por su magnitud, adquirió tintes de acto cívico y casi religioso.

cementerio Chacarita Gardel

“Desde ya que la gran mayoría de quienes lloraban a Gardel eran ajenos a esas maniobras, y lo hacían por auténtica pena por su ídolo. Impensadamente, aquel gobierno oligárquico y antipopular contribuiría a la construcción de uno de los mitos populares más grandes de la Argentina”, sostiene Pigna en Gardel.

Las imágenes de la multitud despidiendo a Gardel en el Luna Park, y luego acompañando el cortejo fúnebre hasta el cementerio de la Chacarita, se grabaron a fuego en la memoria colectiva. Una movilización masiva que fue un testimonio ineludible del arraigo de Gardel en el corazón de la gente, pero también un indicador de la eficacia de la maquinaria mediática.

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