María Valenzuela: "Tomaba pastillas para seguir durmiendo; no me quería levantar"

Tras la muerte de su mejor amigo, cayó en una profunda depresión, llegó a pesar 39 kilos y fue ella misma quien le pidió a sus hijos que la internen.

María Valenzuela se recupera de una difícil internación que vivió en una clínica psiquiátrica a la que entró con un cuadro de depresión y pensando 39 kilos. La actriz sufrió la muerte de su mejor amigo, una crisis económica y cuando comenzaron los ataques de pánico le pidió ayuda a sus hijos para que la internaran.

Ya de alta y acompañada por su hija Malena, la actriz dio una entrevista íntima para una revista en la cual contó cómo fueron sus días durante la internación y hasta una anécdota con una enfermera con la que no tuvo una buena experiencia.

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"La verdad, no estoy para dar notas en medio de una rehabilitación. Lo hago para tranquilizar a la gente, para que sepan que estoy cada día mejor. Es un proceso que lleva tiempo. De hecho, no puedo estar sola. Necesito compañía porque si no, no como", adelanta Valenzuela en la entrevista que brindó a la revista Gente de esta semana.

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La actriz contó que llegó a pesar 39 kilos porque "no podía tragar nada" y solo tomaba café y comía una galletita. "Tenía el estómago demasiado cerrado. Llegué a pensar: ´Bueno, en una de ésas me muero de inanición´. En un momento dado tuve una crisis existencial. Me pregunté: ' ¿Cómo se sigue ahora? ¿Qué hago de mi vida?´. No está Gaspi (su amigo fallecido) y yo ya cumplí los 60... Me pegaron para la mierda, porque se estaba transformando en un año muy difícil. Para mí es muy duro tolerar el dolor, y vengo tolerando muchos... Hasta el del papá de los chicos, con quien me interné hasta el último día. Además, estaba en la duda acerca de qué hacía con el proyecto. Tenía la angustia, el llanto permanente y tomaba Rivotril para seguir durmiendo. No me quería levantar", reveló.

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"Estuve así como quince días. Hasta que mis hijos vinieron a verme y me encontraron en la cama, muy flaca. Fue Malena la que me dijo: "Así no va, mamá. Vamos a ver a un nutricionista, para que te hagan estudios". Y bueno... Me fui para Buenos Aires y me internaron", continuó María con su relato.

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"Empecé a tener ataques de pánico después de desayunar. Por eso fui a la casa de mi hijo, Juan (25), y ahí me agarró un ataque de pánico como nunca en la historia. Me temblaba todo, se me salía el corazón, lloraba, no podía salir de la cama... Y Juan me acariciaba acostado conmigo, me prendía la tele para distraerme y la apagaba porque pensaba que me hacía daño. No podía más y, llorando, le dije: 'Juan, llamá a Malena para que haga todo el operativo para internarme, porque me voy a morir... Sola no puedo´. Tomé conciencia y decidí internarme por voluntad propia", detalló Valenzuela.

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Sus días en la clínica psiquiátrica


"Me levantaba a las ocho, desayunaba, tomaba mi "pasta" (NdeR: Así le dice al cóctel de pastillas: empezó con 17 y ahora está en 9 diarias), pintaba mandalas, tomaba un poco de sol en el patio, almorzaba y esperaba a que se hicieran las tres de la tarde. A esa hora nos dejaban tomar mate. Después llegaba la hora de la merienda y las visitas, hasta las ocho de la noche. Luego cenaba y veía tele, para tener un poco de contacto con la realidad. Durante el día tenía charlas con las psiquiatras o las psicólogas, y me dedicaba a escuchar música o jugar a las cartas: burako, canasta, rummy..."

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"Choqué con una enfermera muy prepotente. ¡No podía estar diez minutos tocando el timbre para que me abrieran la reja del comedor! Armé un escándalo, no por ser una actriz conocida, sino porque soy una persona enferma de 60 años. Esa enfermera, como venganza, fue a hacerme una requisa... Encontró un montón de cosas que no están habilitadas y que yo había entrado de contrabando: encendedores, el celular, un desodorante de ambiente a rosca, unos cables -que están prohibidos- y 100 pesos... Pero, bueno, con el resto me llevé bárbaro".

Su presente


"Aumenté 10 kilos y aprendí a organizarme. La parte médica fue 11 puntos. Quiero nombrar a la licenciada Mariana Maristani y a la psiquiatra Patricia Riesgo, que es el equipo que me atiende. Ellas me ayudaron a resolver millones de cosas, porque estaba en un estado de oscuridad, de pozo total... Con ellas tomé la decisión de levantar campamento de acá, de no abrir el negocio, más allá de haber invertido todos mis ahorros".

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