Javier Milei busca aire en Estados Unidos mientras tiembla su gobierno

Milei cerró en Córdoba la peor semana de su gobierno. El anuncio de un encuentro con Donald Trump busca contrarrestar el veloz desgaste de su plan económico, pero enfrenta una crisis mucho más compleja: sin aliados en el Congreso, con la economía en rojo y un electorado que le dio la espalda en distritos clave, la narrativa del ajuste sin costos sociales quedó desmentida por la realidad.

Javier Milei cerró con un acto en Córdoba y con el anuncio de una reunión bilateral con el presidente norteamericano Donald Trump la peor semana de su gestión. El intento del encuentro en la provincia mediterránea estuvo centrado en remedar el fervor de los primeros tiempos de gobierno, cuando el ímpetu y la voluntad de una fuerza totalmente disruptiva para el escenario político parecía que lograrían imponerse aún a las lógicas más básicas de supervivencia de una sociedad.

Diecinueve meses después de la asunción de Milei, el escenario parece más lógico.

Por un lado, hace meses que se abandonó la idea de batalla cultural. Por otro, quienes eran sumisos aplaudidores de un tiempo que sobrevenía comienzan a mostrar los dientes y eso se ve en el Congreso y en las provincias. Pero, sobre todo, los sectores agredidos por el proyecto libertario han reaccionado.

El primer dato significativo en este sentido se vio en las elecciones provinciales. En su gran mayoría, al oficialismo le fue mal pero la sucesión de un cuarto lugar en la elección a gobernador en Corrientes y la aplastante derrota en la provincia de Buenos Aires marcan un salto cualitativo en una crisis de representación que ya se adivinaba en comicios anteriores.

Después de la debacle bonaerense, el oficialismo nacional ensayó una extraña autocrítica. Por un lado, el propio presidente en su discurso en La Plata aceptó que había cosas que corregir pero acto seguido ratificó el rumbo de su gobierno. Una cosa y la otra parecen contradictorias porque ni siquiera el aspecto táctico fue revisado en profundidad.

Los mismos que diseñaron la estrategia de campaña son los que hoy siguen al frente. La principal responsable de las derrotas electorales de este año es Karina Milei y sus colaboradores siguen siendo los mismos. Los mismos que diseñaron la estrategia de campaña son los que hoy siguen al frente. La principal responsable de las derrotas electorales de este año es Karina Milei y sus colaboradores siguen siendo los mismos.

Los mismos que diseñaron la estrategia de campaña son los que hoy siguen al frente. No hay que confundirse en esto, la principal responsable de las derrotas electorales de este año es Karina Milei y sus colaboradores siguen siendo los mismos. Los nombres que se supone que se sumaron a la campaña, como Pilar Ramírez, forman parte del mismo grupo, cuestionado no sólo por su pericia en materia de alianzas, sino también por escándalos de corrupción como el caso Spagnuolo y otros escándalos. Entonces, como decíamos, si se asumió que el problema había sido meramente de diseño de campaña, ni siquiera en esto ha habido grandes cambios.

Pero la crisis más fuerte que atraviesa el gobierno no es táctica. Es de una profundidad completamente diferente y amenaza su estabilidad, además de echar por tierra esa idea de advenimiento de un nuevo orden que buscaron instalar. El problema central de los libertarios para administrar esta crisis es que no terminan de aceptar que su principal pretensión está siendo derrotada. La máxima que rezaba que estaban haciendo el mayor ajuste de la historia sin consecuencias sociales es falsa.

La reacción de una sociedad castigada está a la vista del que los quiera ver y no se traducen solamente en resultados en las urnas. Las distintas manifestaciones en las calles, el rechazo de diputados y senadores a iniciativas oficiales que antes apoyaron, la conformación de bloques opositores entre los dialoguistas y las denuncias de corrupción están apoyados en el creciente descontento social y la degradación de la figura presidencial. La crisis económica precede siempre a la financiera y ninguna de las dos dos se explican sólo por un proceso electoral. Lo único que hicieron los comicios del 7 de septiembre fueron catalizar varias crisis un marchaban en paralelo -la económica, la financiera y la política- y convertirlas en una.

En Córdoba, el gobierno intentó refrescar expectativas y lanzar una campaña al estilo de la de Macri post paso 2019. Es cierto que en aquel momento, Cambiemos logró acortar la enorme diferencia por la que había sido derrotada en las elecciones primarias. Pero perdió igual. Y, sobre todo, no revirtió ninguno de los problemas que lo llevaron a ese resultado. Hoy, el escenario es distinto y el oficialismo puede hasta ganar a nivel nacional las elecciones del 26 de octubre -es la única fuerza con representación en todos los distritos- pero eso no despejará ninguno de los problemas que tiene. Ni los que heredó y empeoró, ni los que creó.

La situación financiera, producto de no acumular reservas en momentos de bonanza y dilapidarlas tratando de mantener el dólar barato, es explosiva. La crisis económica, que deriva de un modelo de ajuste indiscriminado y de enfriamiento de la economía a niveles cadavéricos, afecta el empleo y la sostenibilidad de las familias. La ruptura de las relaciones que iniciaron los gobernadores amigables ante la evidencia de que no se les cumplirá nada de los prometido se hace sentir en las cámaras de diputados y de senadores, donde el gobierno ha perdido a todos sus aliados.

Pero, sobre todo, el gobierno ha perdido la batalla cultural porque las mayorías comienzan a darse cuenta de que apelar al individualismo y la crueldad como compensación simbólica de los incumplimientos de las políticas neoliberales no resuelve nada. Sólo produce más dolor.

En esta misma columna hace más de un año nos preguntamos si estábamos ante una situación más parecida a la del ‘89 o a la del ‘99. Si de la crisis de deuda e inflación que nos propinaron los gobiernos de Macri y Alberto Fernández surgiría un nuevo tiempo de profundización neoliberal o, al contrario, el recurso Milei sería el manotazo de ahogado de un sistema que siempre agrede y erosiona la capacidad de desarrollo de nuestro país. La pregunta sigue pendiente y los tiempos no siempre se repiten pero está cada vez más claro que el gobierno libertario es parte del mismo problema y no de la solución.