El 11 de marzo de 1973 Héctor Cámpora ganaba las elecciones y se terminaba la proscripción más larga y vergonzante de la historia política argentina. La semana en la que se conmemoran los cincuenta años del hecho quedará marcada en la memoria del kirchnerismo como la que cimentó el camino formal de una nueva proscripción y en la que se terminó el debate semántico acerca del tema. Incluso quienes sostenían la literalidad de que la vicepresidenta no está proscripta en los hechos, luego de que se conocieron los fundamentos del tribunal que la condenó, hablaron del “comienzo del camino formal hacia la proscripción” y de un “intento de inhabilitación”.
En la clase magistral del viernes, Cristina Kirchner se refirió a eso, pero lo insertó en un esquema más general, algo que viene haciendo en cada participación pública de los últimos años. Existe una narrativa muy homogénea y coherente en los últimos años de sus discursos en la que busca mostrar cómo un esquema bimonetario, junto a la toma de deuda indiscriminada, la fuga y la especulación por parte de los grandes formadores de precios de la Argentina generan condiciones de muy bajo poder de maniobra para quienes gestionan.
Si a eso se le suma el lawfare y las campañas mediáticas, la sujeción de la política a los poderes fácticos se vuelve inviolable por momentos. "Cuando vemos a la oposición aliada con el Poder Judicial, nos damos cuenta que no estamos ante un estado democrático", sentenció la expresidenta en un pasaje de su discurso. Pero, además, al repudiar la decisión del Consejo de la Magistratura de declarar la nulidad de la designación del senador rionegrino, Martín Doñate, agregó: "Más mafioso no se consigue".
No estaba en cualquier provincia, claro. A Lago Escondido, en Río Negro, viajaron empresarios del Grupo Clarín, jueces y funcionarios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: “El juez que instruyó la causa en la que acaban de proscribirme es el mismo que recomendaba a los de Lago Escondido que hagan facturas truchas", recordó.
Pero esto, la mención a su proscripción no se constituyó sólo como un lamento o una mera denuncia por parte de la vicepresidenta, sino que formó parte de un esquema que demuestra cómo, hasta en el gobierno de Alberto Fernández -el que ella integra- el esquema de distribución regresiva del ingreso ha permanecido. Incluso se ha intensificado en virtud del aumento de la inflación.
El dilema del Frente de Todos
El crecimiento que la Argentina ha experimentado en los últimos años no se vio reflejado en el bienestar de toda la población, sino que sólo sirvió para alimentar las arcas de “cuatro vivos” como había anticipado en La Plata en diciembre de 2020 y recordó el viernes. Lo de Cristina en Río Negro funciona como diagnóstico de época, de crítica general al devenir económico de la Argentina, pero también como prospecto del proyecto que debe defender el Frente de Todos de cara a las elecciones. Por encima de los nombres propios, la vicepresidenta busca volver a discutir los proyectos.
El Frente de Todos tiene una crisis interna que hasta ahora ha sido insalvable en este sentido porque el proyecto del presidente no coincide con el de la vicepresidenta.
axel kicillof
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Más allá de los muchos logros y los inconvenientes ineludibles que le ha tocado enfrentar -pandemia, guerra, sequía- el dato sobre la distribución regresiva del ingreso es inaceptable para un sector de la propia coalición.
Si en Juntos por el Cambio, el debate acerca del modelo está saldado y la discusión es por formas o velocidades para el ajuste o, en todo caso, quién lo puede llevar adelante con más solvencia, en el Frente de Todos el debate es mucho más profundo y conmueve sus propias bases.
Tanto el acto de Avellaneda en el que se denunció ante 25 mil personas la proscripción de Cristina Kirchner como la descripción de la vicepresidenta del esquema que ha perpetrado el hecho, señalan que el problema que enfrenta la Democracia argentina es mucho más trascendente y está vinculado a los intereses más arraigados de los sectores concentrados de nuestro país. Por eso la mención a que “tenemos trabajadores registrados que por primera vez no llegan a fin de mes” y que "la pandemia fue terrible, la guerra también, pero no hay catástrofe más grande que el endeudamiento que se produjo entre 2015 y 19 con el FMI".
El Frente de Todos deberá encarar una campaña con estas condiciones materiales como una gran desventaja electoral, sin candidatos naturales a la vista aún (aquí es donde opera el carácter proscriptivo de la condena a CFK) y con este debate acerca de la distribución del ingreso aún no saldado.
Parece un escenario propicio para el desastre. Las demás fuerzas no están mejor y por eso figuras como Javier Milei ganan predicamento. La fragmentación política de la que habla Cristina emana de la situación que propició el propio establishment antes mencionado. Por eso políticas que buscan morigerar el impacto de situaciones de exclusión no pueden hacerse con actitudes timoratas.
Las derechas se muestran decididas porque van a favor de la corriente de ese esquema pero chocan con el voto popular. Por eso la Democracia ha dejado de ser útil para esos proyectos y la dinamitan desde adentro. La clave de la fragmentación política que cunde en el mundo está allí. Progresismos con poca capacidad para mejorar la vida de la gente y derechas que no quieren someter sus planes al humor popular. Porque, es sabido, el límite del ajuste está en la paciencia del ajustado.