Hace un tiempo se empezó a debatir en la Argentina sobre la dolarización, y llegó de la mano del espacio político La Libertad Avanza y algunos representantes de la mayoría opositora de Juntos por el Cambio.
Hace un tiempo se empezó a debatir en la Argentina sobre la dolarización, y llegó de la mano del espacio político La Libertad Avanza y algunos representantes de la mayoría opositora de Juntos por el Cambio.
El debate tiene que ver con el cambio del signo monetario a partir de la eliminación del peso argentino y traer el dólar estadounidense como unidad de cuenta para todas las transacciones en el país.
¿Es viable la dolarización? No. En primer lugar porque para hacer la conversión debería haber dólares y como hay faltante de divisas deberíamos comprarlos, ya que todas las transacciones pasarían a ser en dólares.
Ante la falta de la divisa deberíamos tener un préstamo del Tesoro de los EEUU pero sumaría una complicación política al Gobierno en este nuevo pedido de dólares. Si el préstamo prosperara habría una tasa de conversión muy agresiva para cambiar pesos por dólares. Y como hay muchos pesos en la economía la tasa resultaría muy alta.
¿Qué pasaría con los precios en la economía? Paradójicamente si bien se buscaría para los precios, podría haber una disparada inflacionaria y hasta una hiperinflación que sería traumático. A mediano plazo podría verse cierta estabilidad. Así manejándose en dólares habría menos movimientos en los precios, aunque actualmente la inflación en Estados Unidos es de 7,9%.
No quedaríamos libres de inflación pero sería menor, aunque quedaríamos mucho más permeables a las fluctuaciones en la política monetario y macroeconómica de EEUU. Esto golpearía a la Argentina en su proceso productivo y se generaría un proceso de recesión, producto de una política que no depende de Argentina.
Una dolarización cristalizaría una distribución del ingreso más regresiva. Estas intentonas de dolarización son producto del desborde inflacionario de los últimos años, de moderado a alto. Por ésto la política económica debe dar un tratamiento lógico y sensato, de forma gradual, al combate de la inflación pero no por la vía de las soluciones mágicas.