El papa Francisco participó de un encuentro de la Organización de Escuelas Ocurrentes, donde capacitan a jóvenes que serán futuros líderes políticos, y llamó a “ayudar a los refugiados y mujeres vendidas como mercancías”.
El Sumo Pontífice les habló a unos 50 jóvenes de 40 países de todo el mundo, de los cuales muchos se desprenden tres argentinos y varios refugiados. “El Mediterráneo se está convirtiendo en el cementerio más grande del mundo", lamentó.
"Hoy en día la vida de un refugiado es muy dura. Estuve viendo y estudiando lo que sucede en las costas líbicas, con aquellos que son tomados después por las mafias y los explotan, los torturan, a las mujeres las venden", expresó Francisco.
"Ser refugiado es vivir en la calle. Pero no en la de tu ciudad: en la calle de la vida, donde te ignoran, te pisotean te tratan como la nada”, agregó y solicitó que “tenemos que abrir nuestro corazón a la vida de los refugiados”, porque “es alguien que se escapó para vivir, y arriesga su vida para vivir".