Cuando eligieron a Albino Luciani como sucesor de San Pedro, el 26 de agosto en 1978, el Vaticano esperaba un pontificado largo y estable en el que se convirtiera en el gran reformador de la Iglesia Católica. Pero 33 días después, Juan Pablo I, el "Papa de la sonrisa", apareció muerto en su habitación. La versión oficial: infarto. Las dudas: nunca se hizo autopsia. Su fallecimiento repentino abrió décadas de interrogantes, que continúan a 47 años de su muerte.
Luciani nació el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale, Italia. Le decían que llevaba un nombre maldito, Albino, porque así se habían llamado sus tres hermanos que fallecieron y un obrero amigo de su padre, que murió trágicamente en una construcción. Luego de una infancia marcada por el hambre y la pobreza, a los 12 años ingresó en el seminario.
En 1937 fue ordenado sacerdote. Se doctoró en teología y su trabajo con los más necesitados llamó la atención entre sus colegas. De esta forma fue ascendiendo en la jerarquía eclesiástica: Obispo, Patriarca de Venecia y luego Cardenal. También integró el Concilio Vaticano II. Tras la muerte de Paulo VI, a los 65 años Luciani asumió como Sumo Pontífice en 1978.
Juan Pablo I
Juan Pablo I pasó a ser conocido como El Papa sonriente o La Sonrisa de Dios.
Juan Pablo I fue elegido Papa el 26 de agosto de 1978 en un Cónclave duró tan solo un día, en un momento histórico porque fue el primero seguido en directo por todo el planeta. Fue el 263° Sumo Pontífice en aquel momento, era Obispo de Venecia y se creía fuera de los círculos de candidatos papales. Las conspiraciones empezaron a trabajar en el momento mismo de la elección: por un error, la fumata blanca con JP I salió negro-grisácea en un primer momento. Toda una señal.
Luciani fue el primero en usar un doble nombre en reconocimiento a sus más inmediatos antecesores, Juan XXIII y Pablo VI. Era un "outsider": cercano, humilde, pastoral y el primer Papa de la historia que rechazó la ceremonia de coronación y la silla gestatoria. Abolió el pluralis maiestatis: el papa Juan Pablo I dejó de expresarse utilizando "nosotros" y pasó al "yo".
Juan Pablo I
Juan Pablo I fue el último Papa italiano de la historia.
Su papado, dada su corta duración, no dejó huella estructural ni en la Iglesia ni en el mundo. Sin embargo, el "Papa de la sonrisa", catalogado así por su cordialidad, en su corto lapso descubrió que las finanzas y otros asuntos internos estaban desacomodados. Juan Pablo I tenía la firme intención de auditar las cuentas del Instituto para las Obras de Religión, más conocido como Banco Vaticano, tras una serie de informaciones que lo relacionaban con golpes de Estado, evasión de impuestos y negocios con la mafia y la logia masónica P2, fundada por Licio Gelli.
Tenía 65 años y solo algunos problemas físicos. Se le hinchaban los pies y las piernas. Su médico estaba a 600 kilómetros y le prescribió que caminara durante varias horas al día para curarse. Tuvo algunos problemas de salud, no era una persona que estaba 100 % saludable, pero no tanto como para encontrarlo muerto después de 33 días de Pontificado.
Juan Pablo I y II
Albino Luciani con su sucesor Juan Pablo II, en un momento de su corto papado.
En la madrugada del 29 de septiembre de 1978, una monja descubrió su cuerpo sin vida, sentado en la cama, con los anteojos puestos y unas hojas en las manos. No se realizó una autopsia para confirmar la causa del deceso y se embalsamó el cuerpo en días. Las fuentes oficiales de la Santa Sede informaron que había muerto mientras dormía, de un infarto de miocardio, y que había sido hallado por su secretario privado, John Magge.
El anuncio de su fallecimiento estuvo rodeado de incoherencias e informaciones falsas e incluso alimentó la teoría de un asesinato por envenenamiento para impedirle poner orden en los asuntos de la Iglesia y, en particular, en el banco del Vaticano, donde se habían detectado malversaciones financieras.
Juan Pablo I fue el primer Papa nacido en el siglo XX y también el último en morir en dicho siglo. Asimismo, es el último pontífice italiano hasta la fecha y el último de una larga sucesión ininterrumpida de papas italianos a lo largo de más de cuatro siglos, iniciada con Clemente VII en 1523. Tras su muerte repentina, le sucedió el cardenal polaco Karol Wojtyla, que adoptó el nombre de Juan Pablo II. A pesar de su corto pontificado, no fue el Papa más breve de la historia sino el undécimo. El "récord" lo tiene el papa Urbano VII que, en 1590, estuvo sólo 13 en el trono de San Pedro.
Juan Pablo I
La muerte de Juan Pablo I fue declarada oficialmente como un infarto agudo de miocardio.
El milagro de Candela y la beatificación por el papa Francisco: la conexión argentina con Juan Pablo I
A las cinco de la mañana del domingo 4 de septiembre de 2022, en Paraná, Argentina, Roxana Sosa y su hija Candela Giarda, de 22 años, encendieron el televisor para seguir la beatificación de Juan Pablo I. No se trataba de una celebración cualquiera para ellas: en 2011, Candela tenía 11 años y estaba internada en Buenos Aires debido a un síndrome epiléptico por infección febril (Fires). "Se muere esta noche", le aseguraron a la madre, con un pronóstico demoledor que no se cumplió y la cura "científicamente inexplicable” y sin secuelas se le atribuye al último Papa italiano.
“Candela hizo una vida normal hasta los 10 años, que fue cuando se enfermó. Empezó con dolor de cabeza. Yo pensaba que era porque necesitaba anteojos. La llevé al consultorio del pediatra y del oftalmólogo, pero nadie sabía decir qué tenía, porque el único síntoma era el dolor de cabeza”, atestiguó su mamá para el libro “¿Qué han hecho? Juan Pablo I. Conspiración en El Vaticano y milagro en la Argentina”.
Y agregó: “A la semana, Cande comenzó a desmejorar, hasta tener vómitos y fiebre. Cuando la llevé a la guardia, me dijeron que estaba incubando un virus. Cada vez iba empeorando más, hasta que en la madrugada del 27 de marzo de 2011 la llevé al hospital pediátrico de Paraná y quedó internada en terapia". Los médicos la trasladaron a la Fundación Favaloro, en Buenos AIres. donde no contaban con un diagnóstico preciso, que luego se supo que padecía síndrome epiléptico por infección febril.
Candela Giarda
Candela Giarda, el Padre José Dabusti y Roxana Sosa.
La nena empeoraba en vez de mejorar: estuvo 62 días con respirador artificial. Los especialistas le decían que, si sobrevivía, iba a quedar en estado vegetativo. Rápidamente, la madre fue en busca del Padre José Dabusti y le pidió un milagro. El sacerdote de la Parroquia Nuestra Señora de la Rábida -ubicada en el barrio porteño de Monserrat- donde Roxana siempre iba a misa, rezó junto a ella en la habitación de Candela y le pidió un milagro a Juan Pablo I. La niña pasó la noche y, al otro día, los médicos no podían explicar la mejoría que había experimentado en su cuadro, al punto de revertirlo por completo. Hoy, tiene 25 años, es una mujer sana, estudia, trabaja y lleva una vida totalmente normal en su Paraná natal.
En 2003, Juan Pablo II, lo declaró Siervo de Dios, iniciando el camino a la santidad. Francisco confirmó sus virtudes heroicas en 2017 y le proclamó Venerable. El milagro de Candela fue estudiado por la Comisión Médica del Vaticano que, en este caso, dio una sentencia positiva unánime. Los teólogos también dieron su veredicto positivo. Finalmente los cardenales reafirmaron que se trató de un milagro.
Francisco aprobó en octubre del 2021 el milagro necesario para la beatificación de Juan Pablo I. “Con una sonrisa, el papa Juan Pablo logró comunicar la bondad del Señor”, dijo Francisco durante la misa del domingo de beatificación. “Qué hermosa es una Iglesia con un rostro alegre, sereno y sonriente, que nunca cierra las puertas, nunca endurece los corazones, nunca se queja ni alberga resentimiento, no se enfada ni se impacienta, no tiene una mirada adusta ni sufre nostalgia del pasado.”
Juan Pablo I fue el sexto Papa del siglo XX incluido en el libro de los beatos. Ya habían sido canonizados cuatro pontífices del último siglo, que abarcan gran parte de la historia de la Iglesia, tanto antes como después del Concilio Vaticano II: Pío X (1903-1914), Juan XXIII (1958-1963), Pablo VI (1963-1978) y Juan Pablo II (1978-2005). El papa Francisco canonizó personalmente a Juan XXIII y a Juan Pablo II en 2014, antes de beatificar a Pablo VI en el mismo año y luego canonizarlo en 2018.