Cómo se vivió en Ucrania una final de fútbol en medio de la guerra

El Shakhtar Donetsk, uno de los grandes de la liga, se impuso por dos tantos contra uno frente al Vorskla Poltava. Pero lo más importante sucedió en las tribunas, donde miles de personas pudieron dejar de pensar que están siendo invadidas por una de las principales potencias mundiales.

Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol. Esta frase de Eduardo Sacheri que inicia el libro Esperando a Tito, también puede sintetizar porqué miles de personas asistieron a un partido mientras su país está en guerra. El hecho sucedió a mediados de mayo cuando el Shakhtar Donetsk se enfrentó al Vorskla Poltava por la final de la Copa de Ucrania. El partido terminó dos tantos contra a uno a favor del Shakhtar, quien se coronó campeón. Aunque lo más importante de la jornada estuvo en las tribunas del estadio Avanhard, ubicado en la ciudad de Rivne, a poco más de 300 kilómetros de la capital de Kyiv.

Al menos por una tarde, alrededor de cuatro mil personas pudieron olvidar que están en guerra con Rusia. Ambos equipos están completamente atravesados por la invasión y las muertes de sus seres queridos. Mezclados entre las gradas, las dos hinchadas compartieron un día donde lo más importante volvió a ser tan solo una pelota de fútbol.

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Durante una tarde, el fútbol hizo olvidar la guerra.

Durante una tarde, el fútbol hizo olvidar la guerra.

El Shakhtar Donetsk es uno de los clubes de fútbol más grandes de Ucrania. Su máximo logro sucedió en 2009, cuando salieron campeones de la Copa UEFA, la segunda competencia de mayor importancia a nivel de clubes en Europa. Ese mismo año inauguraron el Donbás Arena, el segundo estadio más grande del país y que tiene capacidad para más de 52 mil personas. Sin embargo, solo pudieron disfrutar su infraestructura durante cinco años. En 2014, el Donbás fue una de las primeras regiones que invadió Rusia y, desde ese momento, está bajo su dominio. Hace una década que el Shakhtar Donetsk tuvo que abandonar su ciudad y debe hacer de local en diferentes estadios del país.

Por otro lado, el equipo de Vorskla se encuentra en Poltava, que es conocida como la ciudad espiritual de Ucrania por ser el centro más grande del desarrollo cultural y educacional del país. Allí nacieron y se formaron importantes intelectuales, como el escritor Iván Kotliarevski y el segundo presidente de la nación Simon Petliura. Hoy, Poltava se encuentra a menos de una hora del frente de batalla y todos sus pobladores observan cada día cómo el ejército ruso avanza hacia ellos.

A pesar de la delicada situación de la guerra, una multitud viajó hasta la ciudad de Rivne para alentar a sus equipos. Para la mayoría de ellos el viaje duró más de ocho horas porque tuvieron que desplazarse hacia el oeste, a casi 200 kilómetros de la frontera con Polonia.

En las inmediaciones del estadio se vivió una fiesta familiar ucraniana. Los niños jugaban al metegol e intentaban embocar una pelota de fútbol en un tiro al blanco inflable y gigante. Los adultos se retaban a duelo en el fútbol-tenis. También había muchas personas que estaban vestidas de soldados: algunos fueron invitados especiales, como quien daría el puntapié inicial del partido, y otros tan solo llevaban la insignia militar por orgullo. La gente se sacaba fotos para documentar un día único en sus vidas, Entre ellos se encontraba Marharita Zheezniak, una joven fanática del Shakhtar Donetsk, quien conversó con C5N.

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Para Zheezniak, la final de la Copa de Ucrania fue el primer partido que pudo asistir en la última década.

Para Zheezniak, la final de la Copa de Ucrania fue el primer partido que pudo asistir en la última década.

“La guerra para mí no comenzó hace dos años, sino hace diez porque tuve que abandonar mi lugar natal”, contó Zheezniak, quien nació en la ciudad de Makiiva, ubicada a 25 kilómetros de Donetsk. “Íbamos al Donbás Arena todos los fines de semana a apoyar el equipo. Muchos jóvenes estudiaron y trabajaron allí (en la ciudad). Es muy lamentable que esto haya sucedido porque todos tuvimos que salir de nuestras casas. Pero esperamos regresar allí y que la guerra termine pronto”, dijo la joven que hoy vive en Berdichev, a una hora de Kyiv.

Para Zheezniak, la final de la Copa de Ucrania fue el primer partido que pudo asistir en la última década. “No se podía viajar. También estuvo la pandemia del coronavirus y no podían asistir los espectadores. Así que hoy puedo darme el lujo de venir a apoyar a mi equipo”, dijo la joven que festejó un nuevo campeonato para del Shakhtar. Para ella, su club es una parte muy importante de su vida. No significan solo los colores de su ciudad o la pasión por el deporte. Zheezniak contó que gracias al Shakhtar conoció a su marido, quien hoy se encuentra en el frente de batalla. “Espero que la guerra termine pronto para que él vuelva a casa. Iremos a apoyar a nuestro equipo, igual como lo hacíamos diez años atrás”, dijo.

A diferencia de Argentina, las hinchadas de los equipos de Ucrania ingresan por las mismas puertas. No existe conflicto entre ellos como puede imaginarse que sucedería en nuestro país. En las inmediaciones del estadio, también se encontraba Vasyl Dudnichenko, un fanático del Vorskla que viajó más de 800 kilómetros para alentar al conjunto albiverde. “Estoy aquí solo porque quiero divertirme. Todos estamos en el trabajo, todos somos voluntarios (en la guerra) y todos queremos divertirnos. Me encanta el fútbol y es parte de mi vida. Quería ver el partido en vivo. Surgió la posibilidad de venir y entonces, ¿por qué no?”, dijo el joven.

En cuanto a la cercanía de los ataques rusos en Poltava, Dudnichenko dijo que él no piensa moverse de allí porque es su lugar en el mundo. “Creo que cuando la guerra llegue a nuestra ciudad lucharemos y nos prepararemos para ello. Pienso que ganaremos. No sé si tendremos una vida mejor que antes, pero sí seguro que una mejor que hace dos años atrás”, aseguró el joven sobre el inicio de la gran guerra en Ucrania.

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Antes de comenzar el encuentro, se realizó un minuto de silencio por los caídos en la guerra.

Antes de comenzar el encuentro, se realizó un minuto de silencio por los caídos en la guerra.

El ingreso de los equipos al campo de juego sucedió pocos minutos antes de las cuatro de la tarde de un miércoles soleado, en plena primavera europea. Todos los jugadores llevaban una bandera ucraniana en sus hombros y formaron una fila horizontal en el centro de la cancha. Cuatro jóvenes militares que custodiaban el trofeo de la competición aprovecharon su lugar privilegiado, al lado de los bancos de suplentes, para documentar con sus teléfonos la ceremonia de la final de la Copa de Ucrania. La banda musical del ejército entonó el himno nacional y, antes de comenzar el encuentro, se realizó un minuto de silencio por los caídos en la guerra. El silencio fue abrumador, hasta que las personas presentes estallaron en aplausos. El puntapié inicial del partido lo realizó un soldado, quien se retiró del césped ovacionado.

En las tribunas los fanáticos estaban mezclados entre sí y se cantaban unos sobre los otros, sin que se desatara ningún conflicto. Incluso, parecían divertirse. Uno de los sectores más coloridos estaba en el medio de las gradas. Allí, alrededor de unas veinte personas no pararon de cantar y de hacer sonar un bombo durante los 90 minutos del partido. Eran los ultras del Vorskla Poltava, unos típicos barrabravas de Europa del este. Ellos tenían dos banderas con los rostros de dos soldados y las insignias de su equipo. Cuando C5N preguntó sobre ellos, uno de la hinchada contó que amigos de ellos que habían muerto en la guerra. “Son personas que murieron. Ellos eran ultras y fueron a la guerra, y murieron por un ataque de terroristas rusos. Eran muy buenas personas y dieron sus vidas por nuestra gente. Son héroes y siempre los recuerdo”, dijo Ruslan Semenenko, mientras se disputaba el encuentro de la final de la Copa de Ucrania.

En el entretiempo se les tomó una foto a los ultras ucranianos con las banderas que homenajeaban a sus amigos caídos en la guerra. Cinco de ellos posaron con el saludo nazi. Cuando C5N preguntó sobre alguna relación con el nazismo, Semenenko lo negó rotundamente.

“Esto no es un saludo nazi. Solo somos nacionalistas y patriotas que aman a su país y su equipo de fútbol. No tenemos ninguna actitud nazista. Somos hijos del pueblo. Gloria a Ucrania”, dijo el ultra ucraniano del Vorskla Poltava.

Además de ser fanáticos del fútbol, estos ultras forman parte de un grupo de lucha que se entrena para enfrentarse con golpes de puño y patadas con otros ultras en lugares alejados de los centros urbanos. Al mejor estilo de la película Hooligans, estos barrabravas organizan batallas campales con más de 50 personas. “Nos encanta pelear en el bosque”, resumió Semenenko.

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El polémico saludo de los ultras. Sin embargo, negaron reivindicaciones neonazis.

El polémico saludo de los ultras. Sin embargo, negaron reivindicaciones neonazis.

Los enfrentamientos entre las barrabravas ucranianas es una de las actividades que Semenenko más extraña desde el comienzo de la guerra con Rusia. Ante la imposibilidad de asistir a la gran mayoría de los encuentros de su equipo de fútbol, las batallas son más difíciles de organizarse. “Espero el final de la guerra. Yo sé que puede parar este verano y quiero ver ese momento; lo estoy esperando. Después de que termine queremos ir a apoyar a nuestro equipo y tal vez podamos luchar con otros fans”, dijo el joven ultra.

En cuanto al conflicto bélico, el ultra nazi lo comparó con lo sucedido en el Holocausto. “Esto es un genocidio”, dijo Semenenko sobre los ataques rusos en Ucrania. “Muchas personas murieron. Niños, no solamente soldados. Los civiles mueren todos los días. Es una tragedia para nosotros. Antes, los judíos murieron porque los nazis hicieron las cámaras de gas. Pero ahora, en el siglo XXI, vemos que está volviendo a pasar”, aseguró.

“Hoy es un mal día para Ucrania en la guerra. Pero tuvimos la chance de venir a este partido porque nuestros soldados, nuestra gente, están protegiéndonos. La mayoría de los hooligans de todos los equipos están en el frente de batalla de la guerra y disparan cada día, escuchan los misiles y nosotros estamos aquí, apoyando a nuestro equipo. Es muy importante para nosotros porque está en nuestra sangre”, dijo Semenenko.

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En Ucrania, pese a la guerra, el fútbol continúa.

En Ucrania, pese a la guerra, el fútbol continúa.

Uno de los argumentos más repetidos del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, para invadir Ucrania es por la “desnazificación” del país. Sin embargo, esta postura de la ideología del odio no es una característica de la actual gestión de Volodímir Zelenski ni del pueblo ucraniano. En el caso de los ultras, la gran mayoría de ellos en Europa tienen una tendencia neonazi. Pero de la misma manera que los barrabravas argentinos no son una vara para medir la política del país, los ultras ucranianos son un sector marginal de la sociedad.

A pesar que Rusia no frena su avance militar, al menos por una tarde miles de personas pudieron dejar de pensar que están siendo invadidas por una de las principales potencias mundiales. Los jóvenes seguirán siendo convocados al frente de batalla y muchos de ellos de ellos morirán; las alarmas por los ataques aéreos no se detienen; y los apagones de electricidad ya son una costumbre de todos los días. Nadie podrá devolver lo que fue arrebatado. Pero en Ucrania el fútbol continúa. Allí también entendieron que la pelota no se mancha, ni siquiera por una guerra.

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