Viajar a Córdoba: el pueblito con unas cascadas que todos deben conocer

Entre cerros, arroyos y cielos estrellados, este rincón cordobés guarda un paisaje escondido con cascadas, cuevas y antiguas huellas comechingonas.

La provincia de Córdoba es uno de esos destinos que nunca se agotan. Cada vez que alguien se aventura a recorrer sus rutas serranas, aparece un nuevo paisaje para hacer turismo: arroyos, capillas centenarias, sierras y cascadas.

Uno de esos rincones es Characato, también conocido como la “Villa del Silencio”. Ubicado en la Pampa de Olaen, dentro del Valle de Punilla, es un poblado que combina historia, naturaleza y leyendas. El apodo no es casual: lo único que se escucha allí es el correr del agua entre las piedras y el canto de los pájaros.

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Dónde queda Characato

Characato está a unos 132 kilómetros de Córdoba capital y a unos 38 de La Falda. El acceso no es directo, lo que en parte explica que siga siendo un destino tan tranquilo y poco masivo. Rodeado de cerros como el Tres Picos y el propio Characato, este sitio guarda también huellas de los antiguos comechingones, visibles en los más de 150 aleros que aún se conservan.

A su alrededor, el paisaje se completa con arroyos que atraviesan la zona y desembocan en la cascada de Las Bandurrias, un salto de unos 10 metros que termina en una olla natural de aguas cristalinas. En días despejados, la poca contaminación lumínica regala noches estrelladas de postal.

Qué puedo hacer en Characato

El principal atractivo es caminar hasta la cascada de Las Bandurrias, un salto de unos 10 metros que culmina en una olla de aguas frías y transparentes. El sendero hasta allí es corto –apenas un kilómetro–, pero tiene un encanto especial porque atraviesa cuevas que fueron refugio de los comechingones y atraviesa formaciones rocosas rojizas que parecen esculpidas por el tiempo.

Además del chapuzón en la cascada, Characato ofrece varias opciones para quienes disfrutan de la vida al aire libre. Uno de los planes más tentadores es acampar bajo un cielo estrellado, casi sin contaminación lumínica, lo que convierte a la zona en un excelente lugar para la observación astronómica. De noche, las constelaciones se ven tan definidas que hasta se distinguen los satélites a simple vista.

El entorno serrano invita también a recorrerlo en bicicleta de montaña. Hay circuitos de distintos niveles que conectan con senderos hacia la Cañada del Laurel, un rincón de agua cristalina rodeado de sauces y pastizales. Quienes prefieran un plan más tranquilo, pueden optar por caminatas de baja dificultad, ideales para familias con chicos.

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Otro paseo imperdible es visitar la capilla Nuestra Señora del Rosario del Milagro, un templo sencillo, de muros blancos y techos bajos, que guarda historias transmitidas de generación en generación por los vecinos. Es habitual que los lugareños cuenten leyendas vinculadas con apariciones y milagros atribuidos a este sitio.

Los alrededores de Characato también sorprenden con la posibilidad de ver cóndores andinos planeando sobre los cerros Tres Picos y Characato. Aunque no siempre aparecen, muchos visitantes han podido fotografiar estas aves imponentes durante sus caminatas.

Y si la idea es combinar naturaleza con historia, muy cerca se encuentra la Estancia Jesuítica La Candelaria, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este complejo conserva construcciones del siglo XVII y permite conocer cómo funcionaban las misiones jesuíticas en la región.

Cómo llegar a Characato

Desde Córdoba capital, se debe tomar la RN20, seguir por Variante Costa Azul y luego la RN38 hacia el norte del Valle de Punilla. A la altura de Molinari o Villa Giardino, se dobla hacia la Pampa de Olaen y desde allí se recorren unos kilómetros más de camino de ripio hasta llegar a destino.

El viaje puede demandar unas tres horas, dependiendo del estado del camino. Aunque no es el más sencillo de los recorridos, el trayecto mismo ya es parte de la experiencia: casitas dispersas, vistas de los cerros y la sensación de estar llegando a un lugar realmente escondido.

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