La posibilidad de vivir más y mejor está muy vinculada con cómo se cuida el sistema inmunológico. Así lo asegura la inmunóloga británica Jenna Macciochi, quien identificó cuatro hábitos simples que pueden mejorar las defensas y prolongar la calidad de vida. Su propuesta no se basa en suplementos caros ni en rutinas complicadas, sino en decisiones cotidianas que se sostienen en el tiempo.
A diferencia de lo que muchos creen, el sistema inmune no solo se activa ante enfermedades como resfríos o infecciones. También regula la inflamación, previene trastornos crónicos y ayuda al cuerpo a mantenerse equilibrado ante el paso de los años. Su rol es tan fundamental que su funcionamiento puede marcar la diferencia entre un envejecimiento saludable y uno deteriorado por múltiples patologías.
Evitar la inflamación crónica, mantener la microbiota intestinal en buen estado y limitar los excesos alimentarios son algunas de las claves que permiten conservar las defensas en óptimas condiciones. A través de hábitos accesibles y respaldados por evidencia científica, es posible influir positivamente en la longevidad sin necesidad de intervenciones extremas.
Cuáles son los hábitos que ayudan a la longevidad fortaleciendo el sistema inmunológico
Incorporar actividad física de manera constante
Hacer ejercicio de forma regular hace más fuerte al sistema inmune y mejora la expectativa de vida. Según un estudio citado por Macciochi, las personas activas pueden sumar hasta siete años más de vida y disfrutar de más tiempo sin enfermedades. Además, la práctica física estimula procesos que eliminan células dañinas, favorece la regeneración de tejidos y mantiene la función del timo, una glándula clave que suele atrofiarse con los años. El consejo es interrumpir los períodos largos de sedentarismo y mezclar ejercicios aeróbicos con rutinas de fuerza.
Comer menos y evitar los bocadillos constantes
El exceso calórico diario y la costumbre de comer en todo momento impiden que el cuerpo entre en fases de reparación celular. Para la inmunóloga, este patrón favorece una inflamación persistente que acelera el deterioro del sistema inmune. Recomienda concentrar la alimentación en tres comidas completas al día y dejar espacios sin ingesta para que el cuerpo se recupere. Según ella, aporta beneficios para la salud inmonológica reducir las calorías en un 20 o 30%.
Elegir alimentos con propiedades antiinflamatorias
La dieta mediterránea se ubica como uno de los mejores modelos alimentarios para mantener a raya la inflamación. Ingredientes como el aceite de oliva virgen extra, frutos secos, verduras de hoja verde y pescado azul contienen compuestos bioactivos que protegen frente al envejecimiento celular. En este sentido, la dieta MIND, pensada para prevenir el deterioro cognitivo, también ofrece muchos beneficios al sistema inmune gracias a su riqueza en antioxidantes, fibra y nutrientes que cuidan la microbiota.
Aumentar el consumo de fibra vegetal
La mayor parte de las células inmunológicas se encuentran en el intestino. Por eso, cuidar el equilibrio del microbioma intestinal es muy importante. La fibra, al ser fermentada por bacterias beneficiosas, genera sustancias antiinflamatorias que protegen las paredes intestinales y evitan que toxinas pasen al resto del cuerpo. Incluir legumbres, frutas y verduras en la dieta diaria mejora la respuesta inmunitaria y promueve un entorno digestivo más saludable. Para evitar molestias, lo ideal es incorporar estos alimentos de forma gradual.
La visión de Jenna Macciochi mezcla experiencia científica con un enfoque práctico. Formada en instituciones como la Universidad de Glasgow y el Imperial College de Londres, la especialista propone estrategias muy fáciles de aplicar, pero de alto impacto. Cambiar algunos hábitos alimentarios, moverse más y regular el estrés metabólico permite mejorar las defensas naturales del cuerpo y extender la salud en el tiempo.