Salir a correr en invierno no suele ser la opción más popular. Muchas personas prefieren la comodidad de una cinta en el gimnasio o incluso quedarse en casa antes que enfrentar las bajas temperaturas. Sin embargo, hay un grupo de corredores que elige la calle sin dudarlo, incluso en los días más fríos del año.
Lejos de ser una simple preferencia, este hábito tiene fundamentos científicos y prácticos. Correr en invierno no solo es posible, sino que puede tener múltiples beneficios para la salud física y emocional. Desde mejorar la tolerancia al frío hasta favorecer el bienestar mental, el entrenamiento en esta época ofrece ventajas únicas.
Eso sí, es clave tomar precauciones antes de salir. La recomendación principal de los especialistas es vestirse en capas y proteger las zonas sensibles al frío. "Abríguese bien para mantener su temperatura corporal dentro de un rango normal y para prevenir la congelación", advierte el fisiólogo Daniel Craighead, investigador en la Universidad de Colorado en Boulder.
Por qué el invierno es beneficioso para salir a correr
Una de las razones más importantes es que ayuda a liberar tensiones acumuladas. El aire frío estimula el cuerpo y puede actuar como un revitalizante natural. Además, permite que el organismo se adapte gradualmente a temperaturas más bajas, algo útil para quienes practican deportes al aire libre.
Otro beneficio clave es la mejora del estado de ánimo. Durante el invierno, muchas personas experimentan bajones anímicos por la falta de luz solar. Correr a la luz del día ayuda a regular los ritmos circadianos y favorece la producción de vitamina D, esencial para la salud mental.
La actividad física en entornos naturales también puede reducir los niveles de ansiedad. Aunque no reemplaza la consulta médica en casos más complejos, representa un recurso accesible para mantener el bienestar emocional.
Además, entrenar con frío puede activar mecanismos metabólicos como la termogénesis sin escalofríos, un proceso que incrementa el gasto calórico sin necesidad de temblar. Esto significa que el cuerpo trabaja más para mantenerse caliente, incluso si el ejercicio no es de alta intensidad.
Por otra parte, correr al aire libre ayuda a fortalecer la mente. Enfrentar condiciones adversas como el viento o el frío puede convertirse en una preparación ideal para carreras o competencias más exigentes. También invita a dejar de lado las exigencias del reloj y simplemente disfrutar del movimiento.
Finalmente, al no estar limitado por un espacio cerrado, cada salida puede convertirse en una nueva aventura. Explorar rutas diferentes no solo renueva la motivación, sino que potencia la creatividad y mantiene el entusiasmo por la actividad física.
Correr en invierno, entonces, no solo es viable: puede ser una forma poderosa de cuidarse por dentro y por fuera.