El cuidado de las plantas puede ser una actividad que a muchas personas puede relajarlas, pero también representa un desafío físico si no se toman ciertas precauciones. La jardinería, aunque positiva para el bienestar general, puede provocar dolores si el cuerpo no está preparado para el esfuerzo que implica. Especialistas en salud recomiendan prestar atención a los movimientos y hábitos al aire libre para evitar molestias, sobre todo en la espalda.
Estar en contacto con el sol y la naturaleza fortalece los huesos y promueve la producción de vitamina D. Además, las tareas del jardín actúan como una forma de ejercicio que mejora la resistencia física. Pese a eso, al ser una actividad exigente, es fundamental abordar el trabajo de forma progresiva, especialmente después de un período de inactividad durante los meses más fríos.
Más allá del entusiasmo por hacer más lindo el espacio verde, es muy importante incorporar rutinas de calentamiento, adoptar posturas seguras y contar con las herramientas adecuadas. De esa manera, no solo se reducen las posibilidades de dolor o lesiones, sino que también se potencia esta experiencia como parte de un estilo de vida saludable.
Esta es la mejor manera de proteger tu espalda cuando trabajás en tu jardín
Antes de comenzar con las tareas, es recomendable realizar una breve rutina de estiramientos para activar el cuerpo. La doctora Debora Benel, del centro de salud de la columna vertebral de la Clínica Cleveland, señala que esta preparación previa es esencial para minimizar el riesgo de molestias físicas. Al igual que con cualquier ejercicio, conviene empezar con tiempos cortos e ir incrementando la duración gradualmente.
También es importante prestar atención a la forma en que se realizan movimientos. Evitar inclinarse constantemente hacia adelante, es una buena práctica, ya que esta postura puede sobrecargar el cuello y la zona lumbar. En su lugar, es conveniente priorizar arrodillarse, utilizar un asiento bajo o un banco de jardín que permita trabajar a la altura adecuada sin forzar el cuerpo.
El uso de herramientas diseñadas para facilitar el trabajo también marca la diferencia. Contar con palas, rastrillos o tijeras con mangos largos o ergonómicos puede ayudar a alcanzar sin estirarse de más y mantener una postura más saludable. Una vez que se termina la jornada, se deben dedicar unos minutos más a estirar nuevamente, enfocándose en la espalda y los hombros.