Por qué Dibu Martínez es el mejor arquero de la Selección: el mano a mano con Fillol, Goyco y Chiquito Romero

Un análisis de por qué Emiliano Martínez se ha hecho tan grande en tan poco tiempo y supera al resto, en la elite y en la comparación con Fillol y los otros grandes arqueros nacionales.

Ya no hay dudas que el Dibu es una leyenda urbana, actual y para la historia del país. Los chicos y chicas quieren ser cómo él, se ponen guantes y usan sus camisetas. En 15 años, seguramente, veremos algo parecido a lo que pasó con Guillermo Vilas y, sin dudas, habrá más y mejores arqueros en el país. Porque hoy, detrás de Messi, su casaca -especialmente la verde clara- es la que más usan los nenes y nenas en los clubes, academias, plazas y potreros del país.

Pero, además, luego de una nueva épica noche de Selección, su nombre volvió a quedar en el centro de la escena mundial. Aunque no ataje en ninguno de los ocho equipos más poderosos y competitivos de Europa, Emiliano Martínez pelea para ser reconocido como el mejor arquero del mundo. Sin dudas el más intimidante. Y, claro, también el mejor y más importante de nuestra historia.

La pelea con el Pato Fillol es palmo a palmo. Los dos fueron campeones mundiales, siendo determinantes en los logros, uno en 1978 y el otro en 2022. Ubaldo tuvo atajadas memorables y, durante años, como pasa ahora con el Dibu, su buzo verde -en este caso oscuro- pobló los campitos y canchas de todo el país. El ex portero de River y otros clubes era un atajador, un volador, con unos reflejos y unas piernas prodigiosas, aunque no tan bueno saliendo hacia adelante -achicando- y en los centros. Era otra época, claro, donde el arquero no debía jugar con los pies y hasta podía agarrarla con la manos en los pases hacia atrás. El Dibu luce más completo -¡hasta sabe jugar con los pies!- y con un plus: una personalidad apabullante, un recurso de energía y confianza que se inyecta en el equipo en los momentos más duros.

Como lo vimos ante Ecuador. El gol en el final fue un mazazo. Tanto como que Messi empezara la serie de penales con un fallo. Parecía que el destino decía “esta vez no”, pero ahí estaba el Dibu para que todos volviéramos a creer. Para darnos tranquilidad a nosotros -y a sus compañeros- y atemorizar a los rivales. Porque eso hace este pedazo de arquero. No sólo es capacidad física y técnica, estudio del adversario e intuición, recursos que tiene y se necesitan... Es su personalidad ganadora. Es transmitir confianza. A sus compañeros, a la gente… No es normal lo que se vivió en el estadio de Texas con el público argentino, que empezó rugir y a gritar "Dibu" cuando le iban a patear. Y Martínez se agranda. Se alimenta de eso, como admitió. Y, en el arco, se hace cada segundo más grande. Y el arco, para los rivales, cada minuto más chico. Y así no patean tranquilos. O fallan.

Es, salvando las distancias, como pasó durante décadas con Nadal en el tenis. Llegaba a todo, entonces los rivales deben jugar a las líneas, todo el tiempo. Y cuando pasa eso en el tenis, deporte de precisión si los hay, tenés más chance de errar, de tirar afuera. Acá pasa igual. Tenés que apuntar a los palos. O a los ángulos. Y fuerte. Porque Dibu llega. Porque tiene todo.

Y el miedo juega, aunque algunos no quieren creerlo. Como Valencia, el experimentado delantero que ni pudo -ni quiso- mirar a Dibu antes de agarrar mordida esa pelota y quedar en ridículo. Es verdad que Dibu se tiró al otro palo, pero la mitad del trabajo estaba hecho. Porque es de los pocos que atajan antes de atajar. Como Goyco y Romero. Juegan con su historial, con su capacidad. El arco se les vuelve más chico a los pateadores. Hay que ejecutar muy bien si quieren que sea gol. Y a veces tampoco ocurre, como vimos ante Francia en la final y en el segundo penal ecuatoriano.

Dibu es una bestia. Pero una bestia en todo. Atajando en el partido y atajando penales, que son dos cosas distintas. Si lo sabrá Armani, un genial arquero de partido y un mal portero en penales…Martínez hace todo. Y todo de forma brillante. Y apabullante. No hay tantos arqueros que ganen tantos partidos, en el desarrollo, como ante Ecuador con esa atajada a Sarmiento que generó un deja vu mundialista, al recordar la muy parecida a Kolo Muani. O como ante Chile, con esas dos atajadas a Echeverría.

Por qué se impone en la comparación

Por todo esto Dibu ya es hoy el N° 1 de nuestra historia. El Pato puede pelear, pero no le alcanza. Fillol fue un monstruo. Debutó en el Mundial del 74 (un partido), fue decisivo en el título del 78 y no le fue tan bien, como al equipo, en el de 1982. Era el mejor. Hasta Dibu, que tiene un solo Mundial, pero suma dos años mágicos, históricos, en el arco de la mejor Selección del mundo. Luego hay varios más, que están en el Top 10 de nuestra historia, pero ninguno se le acerca. Ni siquiera Nery Pumpido, el otro arquero campeón mundial, porque su nivel fue bueno, pero no más que eso, en ese 1986 y encima no atajó en las Eliminatorias y duró poco en el 90, por aquella lesión ante la URSS.

Lo de Goyco, por caso, fue un impacto más que nada en los penales en aquel torneo y hay que sumarle el valioso bicampeonato en Copa América 91 y 93, pero sin el nivel ni la importancia, dentro del equipo, que hoy tiene Martínez. Y el resto viene atrás. Fue muy bueno el paso de Chiquito Romero, sin dudas, pero sin poder coronarlo con un título. También está lo de Amadeo Carrizo, que como el resto hizo muchos más en clubes que en la Selección (sólo un Mundial, y el de debacle, en 1958). Lo mismo que pasó con el Loco Gatti, por mencionar a otro.

Pero lo de Dibu es impactante. Y va más allá de todo, por haber sido tan determinante en cada éxito y por ser parte de una selección que también pelea por ser la mejor de nuestra historia. Y lo principal es que todavía, a los 31 años, le falta mucho recorrido. Como a este equipo que tanto nos dignifica y emociona.

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