La sal, ¡qué ingrediente noble! ¿Y quién no la tiene al alcance de la mano? Claro que el alto consumo de sodio no es aconsejable, pero aquí vamos a usar la sal para otras cosas que no tienen que ver con la alimentación. Hay un ritual que propone poner sal en tu zapato izquierdo porque de esta manera se activa el poder de la sal para abrir el camino a la abundancia y la prosperidad.
La sal es cloruro de sodio y su primo hermano es el bicarbonato de sodio, ambos son un recurso ejemplar a la hora de la higiene personal, de la casa y de la ropa. Si tienes humedad en un placard, coloca una bolsa de tela permeable con un puñado de sal y renuévala cuando la notes húmeda, porque absorbe la humedad del espacio.
Pero hay una técnica práctica que también tiene como protagonista a la sal y te contamos de qué se trata. Para llevarlo a cabo solo vas a necesitar sal, zapatos y confianza en el proceso.
De qué se trata el ritual que lleva sal en el zapato
Hay una técnica eficaz que propone poner sal en tu zapato izquierdo porque de esta manera se puede desprender el poder de la sal para abrir el camino a la expansión personal.
Ahora, si pones sal en ambos zapatos, seguramente estás en búsqueda de otro beneficio. Y esto no es brujería. Tal como los sobrecitos de sal que colocan los fabricantes en las carteras de cuero, la sal en los zapatos tiene una función bien práctica y puntual: absorber la humedad y los malos olores. En este caso se utiliza sal gruesa y se agrega a los zapatos cuando no están en uso. Por lo tanto, ya puedes evitar gastar dinero en polvo para pies.
Para eliminar el olor desagradable que se produce en los zapatos como consecuencia de la transpiración del pie con el olor del cuero (o material parecido) cuando se humedece, debes seguir los siguientes pasos:
Primero limpia los zapatos por dentro, ya sea sacudiéndolos uno contra otro o pasando un trapo seco. Retira las plantillas del calzado y límpialas con papel de cocina húmedo. Déjalas secar muy bien al aire libre. Luego, toma los zapatos y ubica dentro una capa de sal gruesa que ocupe toda la zona, desde el talón a los dedos. Frota la sal desparramándola por todo el interior del zapato usando otra toalla de papel.
Deja actuar la sal durante toda la noche para que absorba la humedad y los feos olores. Al día siguiente, sacude la sal del interior y repasa el cuero con una toalla de papel seca. Si es posible, renueva las plantillas. Si no, límpialas con continuidad, en especial los días de mucho calor que es cuando el pie más transpira.
Además, puedes espolvorear cada noche una pizca de bicarbonato de sodio como si fuera polvo pedicuro. Antes de colocarte el calzado debes sacudir el polvo que sobra. Si tu problema continúa o es intenso, consulta en locales especializados, por las plantillas “odor-control” que se pueden cortar a medida y pegar al calzado.