Por qué hay personas que se burlan de las fallas de los demás: esto dice la psicología
Los chistes y bromas son habituales cuando hay confianza, pero es importante reconocer el límite. Si se vuelven un recurso habitual con el único objetivo de humillar a los demás, es necesario tomar medidas.
Las burlas pueden convertirse en violencia verbal y psicológica.
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Hacer bromas a los amigos está permitido, pero el límite siempre debe ser no ofender a la otra persona.
Si una persona recurre constantemente a las bromas para señalar los errores de los demás, puede convertirse en violencia psicológica.
Según expertos, se trata de personas que buscan reforzar su propia sensación de superioridad al humillar a otros.
Suele tratarse de personas poco empáticas y con dificultades emocionales.
Los chistes y las bromas son comunes entre amigos o en grupos donde hay confianza, y recurrir al humor suele ser una buena estrategia para resolver conflictos. Pero esto se convierte en un problema cuando hay personas que sistemáticamente se burlan de las fallas de los demás.
Esta práctica suele asociarse con niños y adolescentes, cuando toma la forma de bullying y acoso escolar. Sin embargo, también se da entre adultos, muchas veces en ámbitos laborales, y en esos casos se considera una forma de violencia verbal y psicológica que busca humillar y desmerecer a la otra persona.
Un chiste de vez en cuando y en tono amistoso no está mal, pero el límite siempre debe ser no ofender, molestar ni perjudicar a los demás. Es importante saber cuándo detenerse y pedir disculpas, pero, ¿qué pasa con las personas que buscan intencionalmente pasarse de la raya?
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Qué dice la psicología sobre las personas que se burlan de las fallas de los demás
Según expertos en psicología, algunas personas pueden utilizar la burla como un mecanismo de defensa. En estos casos, buscan resaltar los defectos y errores de los demás para reforzar su propia sensación de poder y superioridad, lo que, en último término, solo revela una profunda inseguridad personal.
Estas personas no solo se muestran satisfechas al herir a otros, sino que también pueden ser poco empáticas o no dimensionar el daño que están causando. En otras ocasiones, la burla puede revelar una necesidad de pertenencia social, de buscar que cierto grupo celebre esas bromas y los acepte como miembros.
Por otro lado, los psicólogos también señalan que recurrir permanentemente a las burlas puede ser un indicio de dificultades emocionales. Se trata de personas que no saben canalizar ni procesar adecuadamente sus emociones negativas y se descargan con los demás en lugar de hacer trabajo interno.