Más de un nombre y 120 metros de frente: dónde queda el edificio más largo de Buenos Aires y cuál es su historia

Construido en 1912, es el más grande y fue diseñado por un arquitecto suizo. Su planta baja cuenta con un zócalo comercial dominado por espacios gastronómicos, mientras que sus ventanas bow-windows se destacan por su atractivo visual.

El edificio con 120 metros de frente, fue construido en 1912, es el más grande de la ciudad y fue diseñado por un arquitecto suizo. Su planta baja cuenta con un zócalo comercial dominado por espacios gastronómicos, mientras que sus ventanas bow-windows destacan por su atractivo visual. A su vez, cuenta con más de un nombre.

La construcción presenta detalles únicos que resaltan su valor patrimonial, como las puertas de roble con herrajes negros y los variados diseños de las rejas de sus balcones, que aportan un carácter distintivo a esta joya arquitectónica.

“Los ascensores de jaula y otros detalles de época son esenciales en proyectos de restauración. Su reemplazo no es una opción sin comprometer la autenticidad del espacio. Estos elementos son parte de la narrativa histórica del edificio y contribuyen a mantener su carácter único, tanto para sus habitantes como para quienes lo visitan”, afirmó Fernando Lorenzi, del estudio de arquitectura INFILL y experto en refacciones generales y de cúpulas.

Cuál es la historia y dónde queda el edificio más largo de Buenos Aires

En el barrio de San Telmo, muy cerca del límite con La Boca y junto al Parque Lezama, se alza el edificio más largo de Buenos Aires. Con una imponente fachada de 120 metros sobre la Avenida Caseros (entre Bolívar y Defensa), esta construcción icónica es conocida como el Edificio Schindler y también como el Edificio de los Ingleses o Conventillo de los Ingleses.

En la actualidad, la propiedad combina viviendas en venta y alquiler con un zócalo comercial en planta baja que alberga un pujante polo gastronómico.

Este edificio fue diseñado entre 1910 y 1912 por el arquitecto suizo Christian Schindler, a pedido de Alberto Anchorena, dueño del terreno. Pensado como una residencia para los directivos ingleses del Ferrocarril del Sud, su diseño refleja la influencia europea característica de principios del siglo XX.

Román Paikin, de San Román Propiedades y experto en patrimonio urbano, la señaló a Infobae: “ Es una de las construcciones más relevantes de la arquitectura de renta de su época, ubicada en un entorno privilegiado, junto al Parque Lezama y en una avenida que ahora recuperó protagonismo”.

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Distribuido en cinco bloques simétricos con entradas independientes entre los números 410 y 490 de la Avenida Caseros, el edificio destaca por su estilo único. Cada entrada conecta con departamentos espaciosos, diseñados originalmente para familias de profesionales y jerárquicos ferroviarios. En el interior, los detalles de lujo incluyen escaleras de mármol, suelos de madera y ascensores de jaula.

Además, las ventanas bow-windows, características de su frente, son de un tipo que sobresale del plano de la fachada de un edificio y crea un espacio semicircular o poligonal. Este diseño permite ampliar visualmente el interior, proporciona mayor entrada de luz natural y una vista privilegiada al exterior, elementos que, según Paikin, otorgan un atractivo visual único, elevando su valor arquitectónico.

El nombre Conventillo de los Ingleses deriva de sus primeros ocupantes, directivos británicos del Ferrocarril del Sud. Estas referencias se vinculan al origen inglés de muchos habitantes históricos de la zona y al apodo que recibió el Parque Lezama en el siglo XIX como la Quinta de los ingleses.

Los espacios de la planta baja, destinados hoy para comercios, en los primeros años se utilizaron como talleres mecánicos. Con la sanción de la ley de propiedad horizontal en 1948, los departamentos comenzaron a venderse a propietarios individuales.

En las décadas siguientes, el edificio se convirtió en un espacio residencial atractivo para artistas como Roberto Aizenberg, Josefina Robirosa y Cecilio Madanes, quienes marcaron una etapa de esplendor cultural en la zona.

La obra de Schindler no solo destaca por su diseño arquitectónico, sino también por su impacto en la transformación urbana. Paikin señaló que este edificio es una joya histórica que mantiene su esencia, adaptándose al tiempo presente con el esplendor de su origen.

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