Este 24 de septiembre, en el Día Mundial del Cáncer de Tiroides, quiero destacar la importancia de esa pequeña pero vital glándula en forma de mariposa que reside en la base de nuestro cuello. Con solo 25 gramos de peso, trabaja incansablemente para producir hormonas que influyen en prácticamente todos los aspectos de nuestro cuerpo.
La tiroides es esencial para regular nuestro metabolismo, un proceso crítico que afecta nuestro nivel de energía, ritmo cardíaco y más. A pesar de su pequeño tamaño, su impacto en la salud es inmenso. Cualquier desequilibrio en su funcionamiento puede tener repercusiones significativas en nuestro bienestar general.
Es sorprendente que a pesar de su importancia, los problemas asociados a esta glándula a menudo pueden pasar desapercibidos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 750 millones de personas en todo el mundo padecen alguna forma de enfermedad tiroidea, y lo que es aún más preocupante, alrededor del 60% de ellas desconocen su condición.
Entre los trastornos hormonales más comunes se encuentran el hipotiroidismo y el hipertiroidismo. Sin embargo, hoy quiero centrarme en el cáncer de tiroides, una afección que merece nuestra atención.
Esta patología se origina cuando las células sanas de la glándula comienzan a mutar y proliferar sin control, dando lugar a la formación de tumores. Aunque afecta a ambos sexos y en cualquier etapa de la vida, es más común en mujeres y tiende a aparecer en la edad adulta temprana, generalmente entre los 20 y los 55 años.
Los tumores tiroideos, también conocidos como nódulos, a menudo se descubren de manera fortuita al examinarse el cuello o, en el caso de los hombres, al afeitarse. También pueden ser detectados durante una revisión médica de rutina o cuando se experimenta dolor en la zona. En todos estos casos, es fundamental que se tome como una señal de alerta para programar una consulta con un endocrinólogo.
Es importante destacar que existen diversos tipos de tumores tiroideos, siendo el tipo diferenciado el más frecuente. Lo alentador es que este tipo de carcinoma tiende a tener un pronóstico favorable, especialmente en personas jóvenes.
Tratamiento y seguimiento
Hoy en día, el diagnóstico de los nódulos tiroideos ha evolucionado significativamente. Estos nódulos pueden funcionar de manera autónoma o no, y presentarse como únicos o múltiples. El profesional médico será quien defina cuáles de ellos requieren una punción, procedimiento que proporciona información valiosa sobre el tipo de células que los componen y permite decidir si es necesario operar o no.
Una vez realizada la punción se clasifican las células obtenidas en 6 grados, según el sistema Bethesda (método sencillo y reproducible en la categorización citológica del nódulo tiroideo, una herramienta útil en el manejo y eficaz para identificar el riesgo de malignidad): Grado 1: material insuficiente, Grado 2: benigno, Grado 3: indeterminado y Grado 4: tampoco puede diferenciarse bien si es benigno o maligno, Grado 5: sugiere malignidad y Grado 6: maligno. Hoy en día existe la posibilidad de profundizar la clasificación en casos de resultar células indeterminadas mediante la biología molecular, siendo este un procedimiento caro pero que poco a poco se va instalando en Argentina.
La punción puede acompañarse de la medición de una proteína llamada tiroglobulina, que se sintetiza exclusivamente en la tiroides en ciertos casos. La medición de esta proteína en sangre permite realizar un seguimiento de la evolución en pacientes diagnosticados con cáncer de tiroides.
Es importante destacar que contamos con herramientas cada vez más necesarias para realizar un diagnóstico temprano. Además, los tratamientos quirúrgicos actuales son menos invasivos, y en algunos casos, se puede proponer una vigilancia activa para ciertos nódulos y pacientes. Cabe destacar que cada persona recibe un tratamiento personalizado, considerando varios factores individuales. El rol del médico es clave en la evaluación del paciente, dado que los conocimientos en este campo avanzan año a año. Elementos como el tamaño del nódulo, la presencia de ganglios y la edad son factores que influyen. en la elección del tratamiento y, en muchos casos, en la reclasificación posterior.
En cuanto al seguimiento, se han logrado mejoras significativas. La TSH recombinante ha eliminado la necesidad de suspender la medicación, mejorando la calidad de vida de los pacientes.
En personas con cáncer de tiroides, utilizamos con frecuencia yodo radioactivo para irradiar y destruir las células tiroideas remanentes, ya sean benignas o malignas. Entre los efectos secundarios más comunes se encuentra la disminución de la producción de saliva. Hace algunos años, era necesario suspender el tratamiento con levotiroxina para inducir un estado de hipotiroidismo, pero gracias al uso de TSH recombinante, hoy en día ya no es necesario interrumpir la medicación, lo que evita los molestos periodos de hipotiroidismo severo.
Esto ha mejorado significativamente la calidad de vida de los pacientes. Además, las dosis de yodo radioactivo que se utilizan actualmente son mucho menores y menos frecuentes en comparación con el pasado.
En el Día Mundial del Cáncer de Tiroides, es esencial crear conciencia sobre esta afección silenciosa pero significativa. A pesar de su tamaño, desempeña un papel fundamental en nuestra salud. La detección temprana y el tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia. Además, la evolución en el diagnóstico y tratamiento nos brinda esperanza para un futuro más saludable para aquellos afectados por esta enfermedad.
La Dra. Laura Maffei (M.Nº 62441) es endocrinóloga de amplia trayectoria y referente en su área a nivel nacional e internacional. Especialista en estrés. Directora de Maffei Centro Médico.