El sitio web oficial del Vaticano publico hoy, miércoles 4 de septiembre, la lectura del Evangelio correspondiente. La liturgia católica diaria ofrece una oportunidad valiosa para la reflexión espiritual, y la publicación de hoy destaca tanto la lectura recomendada como el santo del día, invitando a los fieles a profundizar en su fe.
El Vaticano proporciona diariamente el Evangelio para guiar la meditación de los creyentes, con el objetivo de acompañarlos en su camino espiritual y ofrecerles enseñanzas para la reflexión personal. Además, el Papa Francisco contribuye con palabras de reflexión, animando a los fieles a vivir de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio.
En su mensaje de hoy, el Papa Francisco destacó: "El Señor no sabe dar menos de todo. Cuando Él dona algo, se dona a sí mismo, que es todo". En este sentido, "el don de Dios es la plenitud aniquilada" y también "el estilo del cristiano es buscar la plenitud, recibir la plenitud aniquilada y seguir por ese camino". El Papa enfatizó que este compromiso "no es fácil", pero el signo de avanzar en este camino de dar todo y recibir todo es la alegría.
Evangelio
La lectura católica recomendada y el santo del día, brinda oportunidades para la reflexión y la enseñanza espiritual.
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Primera lectura para hoy, 4 de septiembre de 2024
El sitio web del Vaticano publicó la lectura para hoy 4 de septiembre. Se tarta de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1 Cor 3, 1-9.
Hermanos: Anteriormente no pude hablarles como a hombres movidos por el Espíritu Santo, sino como a individuos sujetos a sus pasiones. Como a cristianos todavía niños, les dí leche y no alimento sólido, pues entonces no lo podían soportar. Pero ni aun ahora pueden soportarlo, pues sus pasiones los siguen dominando. Porque, mientras haya entre ustedes envidias y discordias, ¿no es cierto que siguen sujetos a sus pasiones y viviendo en un nivel exclusivamente humano?
Cuando uno dice: “Yo soy de Pablo”, “Yo soy de Apolo”, ¿no proceden ustedes de un modo meramente humano? En realidad, ¿quién es Apolo y quién es Pablo? Solamente somos servidores, por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, y cada uno de nosotros hizo lo que el Señor le encomendó. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer. De modo que ni el que planta ni el que riega tienen importancia, sino sólo Dios, que es quien hace crecer. El que planta y el que riega trabajan para lo mismo, si bien cada uno recibirá el salario conforme a su propio trabajo. Así pues, nosotros somos colaboradores de Dios y ustedes son el campo de Dios, la casa que Dios edifica.
Evangelio de hoy, miércoles 4 de septiembre de 2024
También publicaron la lectura del santo evangelio según san Lucas Lc 4, 38-44.
En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.
Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.
Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”. Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.
Santo del día: San Moisés
Cada 4 de septiembre, la Iglesia Católica conmemora a Moisés, a quien considera una de las figuras destacadas del Antiguo Testamento de la Biblia. Líder del éxodo que liberó a los israelitas, se considera que consiguió que Dios partiera en dos el Mar Rojo para el paso de los hebreos.
Según describe el Antiguo Testamento, Moisés llegó en el Siglo VIII, antes del nacimiento de Cristo, como hijo de Amrám y de Ioquébed y fue abandonado por su madre en una cesta a orillas del río Nilo, porque el faraón había ordenado el ahogamiento de los hijos varones de las madres hebreas, pero rescatado por una princesa egipcia.