Estaba en el top 10 de buscados por el FBI y fue entregado por su hija: ella siguió las pistas en Google

Mientras avanzaban los esfuerzos oficiales para localizarlo, una persona cercana comenzó a notar detalles que despertaron sospechas.

  • April Balascio descubrió a los 40 años que su padre, Edward Wayne Edwards, era un asesino serial y que las mudanzas constantes coincidían con desapariciones en cada pueblo.
  • La infancia de April estuvo marcada por la violencia doméstica, la inestabilidad y el comportamiento impredecible de Edwards, quien tenía un largo historial criminal.
  • Una búsqueda en Google sobre un caso sin resolver de 1980 en Wisconsin la llevó a reconocer un posible vínculo con su padre y luego a contactar a la policía.
  • El ADN confirmó la culpabilidad de Edwards en un doble homicidio y él confesó otros crímenes; April relata su historia en un libro y asegura haber logrado perdonar su pasado, aunque sus hermanos no lo consiguieron.

Las historias relacionadas con prófugos internacionales suelen estar rodeadas de investigaciones complejas, operaciones encubiertas y un seguimiento minucioso por parte de las autoridades. Sin embargo, en algunos casos, los hechos toman rumbos inesperados y el desenlace llega desde lugares impensados. Eso ocurrió con un hombre que integraba la lista de los más buscados por el FBI y cuyo destino cambió de manera abrupta: Edward Wayne Edwards.

Con acceso a información pública y herramientas al alcance de cualquiera, su propia hija decidió seguir ciertos indicios por cuenta propia, guiada por la intuición y por un interés creciente en aclarar lo que estaba ocurriendo. Lo que descubrió marcó un punto de inflexión en la historia y llevó a que el caso se resolviera de una forma que sorprendió incluso a las autoridades.

Cuál es la historia del asesino en serie que fue entregado por su hija

-Edward Wayne Edwards

Cada vez que April Balascio se mudaba con su familia, ocurría la misma inquietante coincidencia: alguien desaparecía en el pueblo que dejaban atrás. Esa memoria quedó grabada desde su infancia, aunque recién a los 40 años descubriría que la explicación era aún más perturbadora: había crecido bajo el mismo techo que un asesino serial.

Tenía apenas 11 años cuando empezó a notar que la dualidad de su padre, Edward Wayne Edwards, podía esconder un peligro. Era un hombre capaz de transformarlo todo en un hogar acogedor y de mostrar ternura, especialmente en fechas como Navidad; pero también tenía un costado oscuro, violento y absolutamente impredecible.

La familia se había desplazado por todo Estados Unidos (como Ohio, Georgia, Florida, Arizona, Colorado, Wisconsin y Pensilvania), casi siempre en viviendas precarias, sin servicios básicos. April recuerda que ella y sus hermanos se convertían en un grupo de chicos que trabajaban sin descanso mientras su padre presumía de conocimientos en múltiples oficios.

Se ganaban fácilmente la confianza de cada comunidad, aunque puertas adentro imperaban los estallidos de violencia. April vio a su padre golpear brutalmente a su madre, Kay Lynn Hedderly, incluso cuando estaba embarazada, y destruir en segundos la aparente calma familiar. Edwards tenía un historial delictivo y jamás lo ocultó: al contrario, alardeaba de su pasado y hasta había escrito un libro sobre su “cambio de vida”.

Décadas después, en diciembre de 2024, April publicaría su historia en el libro Criada por un asesino en serie, donde relata cómo una simple búsqueda en Google la llevó a confrontar las preguntas que la atormentaron toda su vida. Ese día buscó “Caso sin resolver 1980 Watertown Wisconsin” y halló el doble homicidio de Timothy Hack y Kelly Drew, un crimen brutal ocurrido cuando ella vivía allí con su familia.

Tras contactar a la policía, el ADN implicó de manera definitiva a Edwards, que terminó confesando no solo ese asesinato, sino también otros más, incluidos los de un niño y su propio hijo adoptivo. Aunque fue ella quien lo denunció, April asegura que su padre la perdonó antes de morir. Y, con el paso del tiempo, también ella pudo perdonar parte de su propio pasado, aunque admite que sus hermanos aún no lograron hacerlo.

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