De los grupos sociales a los grupos terapéuticos

La terapia grupal propone un espacio de encuentro donde las diferencias se transforman en motor de crecimiento. Acompañados por profesionales, los participantes aprenden a mirarse a sí mismos a través de los otros, resignificando sus experiencias y construyendo nuevas formas de bienestar.

La terapia grupal es una modalidad de tratamiento psicológico en la que varias personas, acompañadas por uno o más profesionales se encuentran para trabajar lo que los acompleja, lo que angustia, las dificultades y poder explorar, entender y reflexionar sobre diversos temas que traen los consultantes.

Los grupos están presentes en nuestra vida de diversas formas: en los barrios, en actividades deportivas, en talleres artísticos, en reuniones de autoayuda, entre otros. Todos necesitamos sentir que formamos parte de algo más grande, que somos parte de una comunidad donde podemos compartir con otros.

Pero hay una diferencia importante entre estos grupos y la terapia grupal. En los primeros, lo que se busca es sentir que somos todos iguales, como cuando te identificás con alguien que hace lo mismo que vos. En cambio, en la terapia grupal, lo que se resalta es justamente lo opuesto: la diversidad, el hecho de que cada uno es diferente. Y eso, aunque puede ser incómodo al principio, también es clave para el crecimiento. Es en este espacio, donde se aprende a tolerar la frustración que puede generar el no ser igual a los demás. La diversidad de pensamientos, emociones y maneras de ver la vida puede ser desafiante, pero es justamente esa diferencia la que enriquece y ayuda a encontrar nuevas formas de afrontar los problemas.

En la terapia grupal, además de contar con un espacio de encuentro, se suma un marco profesional y teórico que permite a cada miembro trabajar sobre sí mismo, en un ambiente guiado y seguro, con la posibilidad de aprender de los demás mientras también se recibe apoyo.

En resumen, la terapia grupal no es solo un lugar para compartir; sino que cada experiencia es valorada y enriquecida a través de la voz de los demás.

Un poco de historia

Durante la Segunda Guerra Mundial, Londres vivió una situación difícil, con los hospitales llenos de personas afectadas psicológicamente por los bombardeos y el estrés de la guerra. Además, había una gran falta de profesionales capacitados para atender a todos esos pacientes. Como resultado, la terapia grupal se convirtió en la única solución posible a la gran demanda. Se empezó a usar esta modalidad, tanto para tratar a los soldados con lo que entonces llamaban neurosis de guerra, lo que hoy se conoce como estrés postraumático.

Con el tiempo, la terapia grupal no solo se mantuvo, sino que se fue extendiendo cada vez más. Investigadores y terapeutas empezaron a estudiar cómo funcionaba y cómo mejorarla.

¿Qué se espera de quienes participan de la terapia grupal?

Uno de los requisitos más importantes es el poder comprometerse con el proceso terapéutico y por sobre todo respetar la confidencialidad de lo compartido, para cuidar aquello que cada integrante aporta de su vida. Nadie está obligado a hablar de temas íntimos, pero cuanto más se participa, mayor es el beneficio.

En resumen, la terapia grupal es un espacio donde lo personal se enriquece en conjunto con otros, donde podemos revisar nuestro pasado, aclarar el presente y construir un futuro más saludable.

El intercambio con los demás permite revisar discursos ya conocidos, resignificar dolencias o malestares y abrir caminos hacia proyectos distintos de sí mismo.

En definitiva, la terapia grupal ofrece un espacio en el que lo individual se enriquece con lo colectivo. Allí, como en las primeras etapas de la vida, lo que devuelve la mirada del otro nos ayuda a narrarnos de nuevo, a transformar nuestras ficciones y a ensayar nuevas formas de habitar el ser.

Por Luisina Ghersi. Lic. en Psicología MN 85615 y Ornella Casa A-1327 Ps. Social