Creyó que el tic en el ojo era por estrés pero un diagnóstico lo cambió todo: pensó que iba a morir

En muchos casos, los espasmos oculares se asocian a hábitos comunes como el exceso de pantallas, la falta de descanso o la ansiedad.

  • Un dolor de oído ignorado derivó años después en síntomas neurológicos más graves durante el embarazo de Jade Marie Clark.
  • Fue diagnosticada con un neuroma acústico, un tumor cerebral poco frecuente.
  • La cirugía se realizó tras el nacimiento de su hijo y le dejó secuelas como parálisis facial.
  • El impacto emocional fue profundo, aunque con el tiempo logró recomponerse y volver a salir adelante.

Durante semanas, un simple tic en el ojo parecía un detalle menor, fácil de atribuir al estrés cotidiano, al cansancio o a la sobrecarga laboral. Sin embargo, lo que comenzó como una molestia casi imperceptible terminó encendiendo una señal de alerta en la Salud de Jade Marie Clark que nadie imaginaba.

La persistencia del síntoma y su progresiva intensidad llevaron a una consulta médica que cambiaría por completo el rumbo de esta historia. Este caso pone el foco en la importancia de escuchar al cuerpo y no subestimar síntomas persistentes. Pero detrás de algunos signos aparentemente inofensivos pueden esconderse cuadros mucho más complejos, capaces de alterar de forma profunda la vida de una persona.

Qué le pasaba a la joven que creía que el tic en el ojo era por estrés

Jade Marie Clark - Salud

En 2020, Jade Marie Clark, una mujer escocesa, comenzó a sentir un dolor intenso en uno de sus oídos, pero en ese momento no le dio demasiada relevancia. Tres años después, ya embarazada de su segundo hijo, la molestia reapareció con más fuerza y se combinó con fuertes dolores de cabeza y tics involuntarios en el ojo, señales que empezaron a preocuparla.

Con el correr de las semanas, el cuadro se agravó: sus labios comenzaron a adormecerse y los síntomas se volvieron imposibles de ignorar. Ante esta situación, Clark decidió consultar a un médico y someterse a distintos estudios. Fue durante el tercer mes de embarazo cuando recibió un diagnóstico inesperado y alarmante: tenía un tumor cerebral conocido como neuroma acústico.

La noticia fue devastadora. Al escuchar la palabra “tumor”, su primera reacción fue pensar que iba a morir. Los médicos le explicaron que se trataba de un caso poco frecuente (uno de cada 100.000) y que en ese hospital solo habían detectado dos en dos décadas. Debido a su embarazo, la cirugía se postergó hasta después del parto. Tras la operación, Jade sufrió una parálisis facial que le impide sonreír y cerrar completamente el ojo derecho, además de provocarle sequedad ocular constante.

Las secuelas físicas impactaron de lleno en su ánimo. Durante un tiempo, se sintió insegura, evitó salir de su casa y temió la mirada ajena. La tristeza y la angustia marcaron esa etapa, aunque con el paso del tiempo logró recuperar de a poco la confianza y volver a enfrentar la vida cotidiana.

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