“La casa de papel” se transformó en una de las series más populares de Netflix y, sin dudas, una de las preferidas por los argentinos. No solo por sus actores – Úrsula Corberó hace delirar a la platea masculina, mientras que Miguel Herrán hace lo mismo con el público femenino – sino por su ingeniosa trama.
Comandados por “El Profesor” (Álvaro Morte), un grupo de ladrones intentará robar 2.400 millones de euros de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de Madrid, el lugar donde se fabrican los billetes europeos. ¿La clave? Que el “atraco” sea millonario pero no afecte directamente a ningún ciudadano, obteniendo así, el apoyo de la opinión pública.
Algo similar sucedió en diciembre de 1992 cuando el botín del robo al Tesoro Regional de Rosario rondó los 30 millones de pesos (con el dólar 1 a 1) en billetes de 500 mil australes.
El 22 de diciembre, Norberto Schiavetti, jefe del Tesoro Regional –que funcionaba dentro del Banco Santa Fe– recibió un fax encriptado el cual indicaba que tres portavalores del Banco Central llegarían el día siguiente en avión desde Buenos Aires para llevarse trece bolsas de dinero.
Schiavetti llamó a la sede porteña del Banco Central y quien atendió -de apellido Fandiño- ratificó la orden de llevar la plata al aeropuerto de Fisherton.
La banda tenía todo calculado, incluso el inconveniente con el tren de aterrizaje del avión de Austral que trasladaría el dinero. El equipo contó con el tiempo suficiente para contratar avionetas privadas y huir con el botín.
“Despegaron esta mañana desde el aeropuerto de Fisherton las 13 sacas solicitadas”, informó Schiavetti a su superior, según contó Hernán Lescano, periodista que llevó el caso. “¿De qué transacción está hablando?”, respondieron del otro lado. Tanto los teléfonos como las líneas de fax habían sido intervenidos.
Finalmente, el atraco ayudó a que los australes dejaran de estar en circulación y la banda fue capturada gracias a una charla de uno de los ladrones con un líder religioso previo al robo.