Para muchos, la década de 1990 fue la última edad dorada de la televisión argentina. No solamente por el impacto fenomenal de programas y figuras icónicas como Marcelo Tinelli, Susana Giménez y Futbol de Primera, capaces de detonar récords de rating semana tras semana y movilizar cifras de publicidad nunca vistas hasta entonces, sino por lo que se generó también en los márgenes del mainstream.
Mientras el país atravesaba transformaciones políticas, sociales y económicas profundas, la pantalla chica se convirtió en espejo y catalizador de esos cambios. El menemismo, con su impronta neoliberal y su cultura del consumo, dominaba la escena pública, y la televisión apareció como un territorio fértil para la crítica, el humor corrosivo y la experimentación estética.
En ese contexto, surgieron o se consolidaron programas que desafiaron los códigos establecidos, cuestionaron el establishment político y mediático, y propusieron nuevas formas de narrar la realidad. Entre ellos brillaron con un fulgor especial Caiga Quien Caiga, Día D, El Otro Lado, Cha Cha Cha y un eternamente joven y disruptivo Tato Bores, referentes de una televisión que buscó incomodar y, al mismo tiempo, entretener.
Caiga Quien Caiga: periodismo con anteojos negros
Estrenado en 1995 -el peak del menemismo, año de la reelección y el "voto heladera"-, Caiga Quien Caiga (CQC) irrumpió como un programa que mezclaba humor, periodismo y sátira política. Tras el éxito de la TV Ataca y Hacelo por mí, Mario Pergolini y su productora Cuatro Cabezas dieron vida a este formato irreverente y visualmente dinámico que nadie había intentado antes en la televisión local.
Conducido originalmente por Pergolini, Juan Di Natale y Eduardo de la Puente, CQC se presentó con varias decisiones estéticas que se convirtieron en sello del programa -presentadores vestidos de traje y anteojos oscuros, inspirados en el filme Reservoir Dogs, de Tarantino- y una actitud desafiante y burlona hacia el poder.
Una de sus marcas registradas fueron las coberturas callejeras –que hoy son un boom en las redes sociales- a cargo de cronistas como Andy Kusnetzoff o Daniel Malnatti, quienes abordaban a políticos y figuras públicas con preguntas incómodas, sarcasmo y un lenguaje descontracturado que contrastaba con la solemnidad del periodismo tradicional.
En plena era menemista, CQC desnudó las contradicciones de la clase política y mostró que la información podía ser crítica sin perder dinamismo. Con los años se convirtió en uno de los formatos más "exportados" de la TV argentina, con réplicas en países como España, Italia, Brasil y Francia, entre otros.
Embed - CQC 1995 Andy con Fidel Castro | Resiste un archivo
Día D: el gran semillero del periodismo investigación
En 1996, cuando la televisión argentina estaba saturada de formatos de entretenimiento, Jorge Lanata estrenó Día D en América TV, apostando por un periodismo de investigación que combinaba rigor informativo y estética cinematográfica. El programa puso el foco en casos de corrupción, abusos de poder y tramas oscuras que el menemismo pretendía mantener bajo la alfombra.
Con informes extensos, entrevistas picantes y una cuidada producción visual, Día D rompió con el esquema del noticiero clásico y convirtió la investigación periodística en un producto televisivo sumamente atractivo. Su impronta fue clave para reinstalar la agenda política en el prime time y sentó las bases para la consolidación de Lanata como figura central del periodismo argentino.
En el programa, el gran público conoció a muchos profesionales que iban a convertirse en figuras de relevancia en los medios como Ernesto Tenembaum, Marcelo Zlotogwiazda, María O'Donnell, Reynaldo Sietecase, Maximiliano Montenegro y María Julia Oliván, entre tantos otros.
Embed - Publicidad Dia D Jorge Lanata 1995
El Otro Lado: marginales y contracultura en horario central
Mientras el mainstream televisivo apostaba fuerte por el show y la frivolidad, El Otro Lado, conducido por el hoy legendario Fabián Polosecki, fue una rareza luminosa. Lejos del sensacionalismo, el ciclo exploraba historias mínimas y reflexiones profundas con una estética sobria y una narrativa intimista.
Polosecki, periodista y documentalista, proponía mirar a “los otros”: vagabundos, trabajadores invisibles, personajes marginales o simplemente anónimos que habitaban las ciudades. Cada emisión era un viaje por territorios existenciales, sin gritos ni efectos estridentes.
Emitido en ATC durante 1993 y 1994, el Otro Lado se convirtió en un fenómeno de culto que todavía hoy se recuerda como un oasis creativo en la televisión argentina, un espacio donde la filosofía, la poesía y el periodismo se fusionaban con honestidad brutal. La rareza fue que, pese a su "alternatividad", el programa obtuvo varios premios Martín Fierro a Mejor Programa Periodístico, algo que solamente pudo haber ocurrido en ese extraño y maravilloso magma que fue la TV de los 90.
Su singular brillo se apagó en 1996, cuando Fabián Polosecki se quitó la vida en la estación de tren de Santos Lugares, tras haber protagonizado una de las experiencias más interesantes y contraculturales de la televisión argentina.
Embed - Lejos de casa - El Otro Lado 1993 - Fabián Polosecki
Tato Bores: el monólogo eterno contra el poder
Figura reverencial del humor político argentino desde la década de 1960, el inolvidable Tato Bores alcanzó durante el menemismo uno de sus momentos más filosos e influyentes como retratista cómico de la realidad. Con su tradicional frac, peluca y habano, Tato transcurrió los años 90 como una figura referente de la crítica social y política, con programas como Tato, la leyenda continua, Tato de América y Good Show ("¡Vermú, papafritas y good show...!") y La Argentina de Tato.
Con la producción de su hijo, Sebastián Borensztein, los programas noventeros de Tato expusieron la corrupción, la frivolidad y las promesas incumplidas del menemismo, con monólogos que eran auténticas piezas de oratoria y un lenguaje televisivo muy innovador, totalmente a tono con las tendencias de la época. Literalmente hasta sus últimos días (falleció en 1996), Tato continuó siendo un faro de la sátira política y se despidió a lo grande, dejando una huella imborrable.
Embed - Tato Good Show (1993)
Cha Cha Cha: humor absurdo para tiempos extraños
En un registro que poco tenía que ver con lo periodístico, Cha cha Cha fue sin dudas uno de los grandes retratistas de la Argentina de los '90, a través de un humor que surgió del underground porteño y capturó como nadie el espíritu de la época. Este experimento televisivo absolutamente inusual fue creado por Alfredo Casero, junto a figuras como Fabio Alberti y Diego Capusotto. El programa, que tuvo varias temporadas entre 1993 y 1997, rompió todas las reglas del sketch tradicional: personajes delirantes, situaciones surrealistas y diálogos cargados de absurdo se convirtieron en la marca registrada del ciclo.
Cha cha Cha no fue un programa masivo, pero sí profundamente influyente. Su lenguaje experimental anticipó tendencias que luego inspirarían a generaciones de humoristas y productores televisivos. En plena Argentina menemista, su propuesta apareció como un grito anárquico contra la cultura del éxito rápido y el consumo ostentoso.
Personajes como Manhattan Ruiz, una delirante parodia del ministro de Economía Domingo Cavallo, dieron cuenta de la forma en que Cha Cha Cha intervino sobre la realidad política y social de los 90, desde un prisma absolutamente propio.
Embed - Manhattan Ruíz : "El cachetazo económico" Cha Cha Cha.