El fallo de la jueza electoral María Romilda Servini que no hizo lugar a la presentación de los apoderados de Ricardo Quintela dejó firme la decisión de la Junta Electoral del Partido Justicialista y Cristina Kirchner es la única habilitada para presidirlo. De esta forma, se encauza una situación conflictiva que ha dejado heridos en todas las tribus en disputa y que no está claro que no tenga consecuencias políticas a futuro, más allá de lo institucional.
Como en toda verdadera crisis, los antagonistas tienen razón en algo y se les puede reprochar otro tanto. Es cierto que el gobernador de La Rioja avisó hace meses que iba a caminar el país para cimentar su llegada a la presidencia del partido y no hubo nadie que tuviera objeciones. Pero también es verdad que él mismo, al ser consultado, dijo que se bajaría si Cristina pedía ese lugar.
Las quejas contra La Cámpora por ciertos manejos sectarios y señalamientos en el orden de sometido o traidor ya se hacen a cielo abierto y también el enojo porque el gobernador Axel Kicilloff no haya sido decidido en su apoyo a la jefatura de la expresidenta se ha extendido en el entorno de esta última. Pero quizás lo más preocupante no sea eso. Ni siquiera los rencores que se han ido acumulando. El elemento más inquietante es que la lucha fratricida se dio dentro del mismo espacio, con actores casi indiferenciables desde el punto de vista ideológico y con todo otro sector, más a la derecha del espectro, buscando sacar provecho.
En la última semana hubo dos situaciones en la posición de Quintela que lo dejaron a contrapierna en la disputa interna. El primero, el apoyo del gobernador tucumano Osvaldo Jaldo a su candidatura. Que alguien que es el primer tránsfuga hacia el mileísmo y que acaba de participar de una cena de camaradería con el Presidente lo haya alabado no parece exactamente una cucarda que ayude.
Cristina Kirchner y Ricardo Quintela
Muchísimo menos la reunión del apoderado de La Rioja, Jorge Yoma, con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en el mismo momento en que se apelaba la decisión del tribunal electoral del PJ. “Fue una picardía del Gobierno en la cual nosotros hemos caído... Me involucro aunque no tengo nada que ver. Hemos caído en esa camita porque los recursos son muchos, más de u$s300 millones, por lo tanto (Yoma) también necesita dar una respuesta, no quería quedar como que lo habían citado y no había concurrido”, indicó para justificar que el encuentro no tenía como fin discutir la elección del justicialismo. Pero la situación habilitó las suspicacias y los ataques directos del otro sector en disputa.
¿Es Ricardo Quintela un nuevo aliado de los libertarios en su búsqueda de hegemonía para solidificar su plan de ajuste? No parece. El gobernador fue de los primeros que se opuso a las decisiones de la Rosada. Quizás el episodio le dé la razón a Cristina cuando dice en privado que quien conduzca el peronismo hoy no puede ser un gobernador, con las obligaciones y apremios que la gestión implica. Quienes, dentro y fuera del justicialismo, buscan una oposición mansa y que no proponga un camino alternativo al libertario disfrutan de esta interna de iguales como Maná del cielo.
La escandalosa salida de Diana Mondino el Gobierno
Mientras tanto, el Gobierno tampoco tuvo una semana tranquila. El despido de la canciller Diana Mondino, luego del episodio de apoyo a Cuba por parte de nuestro país, demuestra cómo cruje una gestión con intención dominante pero con prácticas cotidianas laxas que generan episodios dignos de una comedia de enredos.
El hecho de que el entorno de Mondino sostenga que se hicieron las consultas pertinentes y que no hubo respuesta lo demuestra. Francos, cumpliendo órdenes de Milei, quiso hacer control de daños y prometió un nuevo lugar en el Gobierno para ella, preocupado por las posibles repercusiones de su salida. Se sabe, la cordobesa suele hacer declaraciones extemporáneas y las sensaciones luego de un despido precedido por meses de ninguneo y quita de poder pueden no invitar a la calma.
De cualquier modo, lo más inquietante del episodio del rechazo argentino al bloqueo estadounidense a Cuba vino de la declaración de una congresista del país del norte. “Acabamos de hablar con el presidente de la Argentina, el señor Javier Milei, y me dijo que él consideraba que era una traición lo que había hecho su canciller, la señora Diana Mondino. Una traición a la Argentina, al haber votado a favor de Cuba y en contra del embargo norteamericano en las Naciones Unidas”, dijo Salazar en un video que compartió en sus redes sociales y que luego fue replicado por el propio Presidente, señal de aval a sus dichos.
La grabación se publicó 19:30 y la salida de la funcionaria fue apenas antes de las 18. Es difícil exagerar lo malo que es para un país soberano que su presidente considere necesario dar explicaciones -casi un pedido de disculpas - a dirigentes extranjeros de mucho menor rango.
La llegada de Gerardo Werthein (lo hará después de las elecciones del martes en los Estados Unidos) viene precedida de la promesa de una purga ideológica en la Cancillería tampoco parece una situación demasiado promisoria en una gestión que llegó a hacer de la independencia de criterio de sus funcionarios una bandera. Esos tiempos parecen haber terminado.