El proyecto del oficialismo para bajar la de edad de imputabilidad a los 13 años se encontró con un férreo adversario: la Iglesia Católica y un sector de la Justicia que responde al papa Francisco. Monseñor Gustavo Carrara, vicario general de la Arquidiócesis de Buenos Aires y segundo del arzobispo porteño, Jorge García Cuerva, lanzó en los últimos días: "Es bíblico buscar chivos expiatorios para cargar culpas y luego mandarlos al desierto. En este caso lo queremos hacer con los más chicos que están entrando en la adolescencia y la pregunta es qué hacemos con nosotros los adultos".
Carrara, junto al ex juez de la Corte Suprema Nacional, Raúl Zaffaroni, fue uno de los expositores del encuentro titulado “más derechos sociales, menos cárcel para los pibes”, celebrado en la sede del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (Copaju) y el Instituto Fray Bartolomé de las Casas (IFBC).
"La aporofobia, el rechazo a los pobres, se filtra sutilmente de alguna u otra manera", agregó el clérigo que vive en el Bajo Flores (o barrio Ricciardelli), en el ingreso a la villa más inundada por el violento negocio del narco. "Para ejemplificar tenemos que hablar de las armas que llegan a las manos de los adolescentes. El tráfico de armas es cosas del mundo adulto".
Federico Zamudio, de 30 años, mató a los 14 en su decadencia de adicción a las pastillas combinado con delitos armados. "En esos años nos vendían 9 milímetros por dos mil pesos y en caja". Así reveló Zamudio cómo fue rescatado por el amor de los Hogares de Cristo, el dispositivo creado hace 15 años por impulso de Jorge Mario Bergoglio con los curas de las villas, tras pasar recluido en institutos de menores y penales de todo el país para cumplir condena de su homicidio.
"Mi papá era un laburante de fábrica. En mi barrio lo mataron. Desde entonces mi mamá no tenía forma de sostener a sus siete hijos. Entonces salí a la calle y entré en el delito con la gente grande que me enseñó", contó. Las lágrimas del final lo convirtieron en una confesión de iglesia. Zamudio hoy es el testimonio concreto de lo que ocurre con los niños de una familia sin un jefe de familia presente y con trabajo, y cuando un Estado no está presente o ni siquiera una comunidad barrial puede sostener a los excluidos de amor familiar.
Desde Casa Libertad, sobre Martínez Castro, a una cuadra de avenida Eva Perón, Zamudio trabaja de acompañante PAR, es decir un expreso que vuelve al encierro, por unas horas, para encontrarse con los detenidos y mostrarle que la alternativa al crimen es real gracias a la familia grande de los Hogares de Cristo. "Me hace bien ayudar, me hace feliz ayudar a otros. Yo tenía familia pero no contención, amor, entonces cuando salí de la cárcel me fui a casa Libertad", cerró entre lágrimas que intentó no largar.
La defensora general de la Nación, Stella Maris Martínez, y la defensora nacional de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, Marisa Graham, estuvieron en el evento dando definiciones sobre lo falso de las estadísticas dadas por los funcionarios nacionales para justificar la baja de imputabilidad a los 13 años. Mientras que Zaffaroni explicó la baja incidencia de los menores en los homicidios.
Los fundadores del Copaju son una probada dupla bergogliana. El juez Andrés Gallardo y el asesor de Cámara Gustavo Moreno batallan desde hace más de 20 años, desde el elitista mundo judicial, por los derechos de los más pobres. Por lo menos durante ocho años lo hicieron espalda con espalda con el equipo de curas en las villas porteñas que tenían como "jefe" directo al actual papa Francisco.
El sumo pontífice no olvidó ese trabajo y entonces elevó al Copaju al escenario mundial. No sólo dando la la Academia de Ciencias del Vaticano, algo así como la UBA de la Santa Sede de gran prestigio mundial, su sala auditorio para hablar y constituir una nueva doctrina como la franciscana basada en los ejes de las Tres T, Techo, Tierra y Trabajo, hace un año, justo el día de la asunción de cuerpo y alma de la Virgen María, los declaró asociación de fieles internacionales por derecho canónico y colocando bajo su responsabilidad el instituto que dirige Zaffaroni.
El gobierno de Milei se encuentra ante un nuevo desafío porque enfrente tiene a los miembros del Copaju y los obispos proféticos que le exigen el cumplimiento de los derechos de los pobres y proclaman que el Estado es el garante de las leyes y los tratados supranacionales. En resumen, pura doctrina del primer Papa argentino y jesuita, llamado “el santo de los pobres y la naturaleza”.